El Premio de las Letras distingue al poeta extremeño Félix Grande

Tomás García Yebra MADRID

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MIGUEL VÁZQUEZ

El galardón, dotado con 30.050 euros, reconoce la trayectoria del flamencólogo Además de su producción lírica, el autor ha escrito numerosas páginas sobre el flamenco

30 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

El poeta, crítico y flamencólogo Félix Grande (Mérida, Badajoz, 1937) ha sido distinguido con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2004, un galardón que reconoce la trayectoria literaria de un autor vivo cuya obra esté escrita en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado. Dotado con 30.050 euros, el premio lo concede anualmente el Ministerio de Cultura. En la edición anterior recayó en el poeta cordobés Leopoldo de Luis. Aparte de ser reconocido con importantes premios poéticos, Félix Grande ha difundido el flamenco fuera y dentro de Andalucía gracias a trabajos como Agenda flamenca (1987), Federico García Lorca y el flamenco (1992), Memoria del flamenco (1995) -con este ensayo obtuvo el Premio Nacional de Flamencología-, y Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000). «Me hubiera gustado ser guitarrista, pero acerté con dejarlo a tiempo, no hubiera llegado muy lejos», afirma Grande, quien antes de convertirse en un autor laureado tuvo que pisar muchos charcos. A los dos años de nacer, sus padres se trasladaron a Tomelloso (Ciudad Real). Allí, el entonces aprendiz de escritor ejercitó toda clase de oficios, como los de pastor, vaquero, vinatero y vendedor ambulante. «Por muchos libros que se lean, quien te enseña a sentir es la vida», afirma el poeta, quien en 1957 trasladó definitivamente su residencia a Madrid. Muy sensibilizado con las minorías étnicas y los problemas de la inmigración, Grande repite una y otra vez el mismo deseo: «Ojalá las personas dignas se apoderen del mundo». También tiene una convicción: «La poesía es un estado de gracia». Preocupación social Perteneciente a la generación de poetas españoles que se iniciaron en los años sesenta, la preocupación social de sus primeros poemas fue complementándose, poco a poco, con una estética formal cada vez más depurada. Por este camino entronca con poetas de similar «timbre e inclinación», como José Manuel Caballero Bonald, Ángel Crespo, Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodríguez. Grande tiene devoción por cuatro poetas: Antonio Machado, César Vallejo, José Hierro y García Lorca, por un novelista: Miguel de Cervantes, y por un músico: Juan Sebastián Bach. «Yo, que viví mi infancia apegado a la tierra, a la realidad de los humillados y ofendidos, he terminado siendo un erudito, un asqueroso erudito de palabras y letra impresa». Si la poesía es la disciplina donde ha descollado, sus libros en prosa también brillan con luz propia.