La Voz entrega mañana en DVD el clásico de terror «La tienda de los horrores»

César Wonenburger REDACCIÓN

TELEVISIÓN

Roger Corman rodó la película, hoy convertida en obra de culto, en dos días y una noche El filme se ofrecerá a los lectores por un euro más el precio del periódico

13 may 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

«Ruede hoy, monte mañana» era el lema de la American International Pictures, la célebre casa de producción de películas, que Roger Corman, uno de sus empleados estrella, hizo suyo como nadie. Desde su debut en 1955, con Cinco pistolas , llegaría a filmar y producir más de 500 películas. Estudiante de Ingeniería, recluta en la Segunda Guerra Mundial, recadero de los grandes estudios, lector de guiones y finalmente director y productor, Corman ha sido una de las personalidades más influyentes del cine norteamericano, a pesar de no gozar del prestigio que se merece. Sin él sería difícil entender el nacimiento del cine independiente: de su taller saldrían Peter Fonda, Jack Nicholson, Francis Ford Coppola o Peter Bogdanovich, algunos de los nombres que revolucionaron la industria de ese país en los 60 y 70, u otros más recientes, como Jonathan Demme y James Cameron. Corman, un experto de las easy rider , películas de bajo presupuesto, fogueado en todos los géneros ( western , comedia, policíacos, bélicos, ...), logró una fusión perfecta entre un cine de acción claramente comercial y la capacidad de dirección. Pero además hizo lo más difícil: convencer al público, que se entretenía con sus películas, y a la crítica, por la honestidad de sus intenciones y algunos de sus hallazgos: la serie de filmes basados en Poe inauguran una etapa del terror más centrada en la creación de atmósferas inquietantes y en la compleja psicología de los personajes que en los meros efectos. A medio camino entre el Hollywood clásico y la ráfaga de aire fresco que supuso la irrupción de aquellos jóvenes rebeldes determinados a tomar los estudios para sacar el cine a la calle, el rey de la serie B democratizó el acceso a la creación cinematográfica gracias a un razonamiento de lo más eficaz: disminuir al máximo los costes de producción para poder mantener el control sobre el resultado final de la película. Sus espartanos métodos de trabajo le permitieron, en 1956, producir y rodar hasta diez largometrajes, en menos de diez días cada uno, con un coste medio de 65.000 dólares y beneficios en todos los casos. La tienda de los horrores es un ejemplo acabado del estilo de Corman, cuyos principios han sido seguidos más tarde, en menor o mayor medida, por todos los jóvenes directores que han querido empezar a hacer películas. Su frenético ritmo de creación alcanzó su cenit en 1960, cuando en sólo dos días y una noche rodó un título que en su momento pasó desapercibido, pero con el tiempo daría lugar a remakes y a un célebre musical, hasta convertirse en uno de los mayores filmes de culto de la historia del terror cinematográfico. Compendio de las mejores virtudes de su creador, que nunca trabajó con grandes repartos: se rodeaba de un equipo de técnicos y profesionales de su absoluta confianza, el filme muestra a Seymour, un joven dependiente de una floristería, enamorado de su compañera Audrey. Ella, en cambio, prefiere a un sádico dentista. Un día, el chico compra una planta que pronto comenzará a hablar y a moverse. Lo que pocos saben es que la planta, además de constituir una atracción para toda la ciudad, se alimenta de sangre humana. El haberse estrenado en 1960, el mismo año que La caída de la casa Usher , primera de las clásicas adaptaciones que Corman hizo de Edgar Allan Poe, perjudicó a La tienda , cuyas dosis de terror teñido de finas capas de humor negro hubieron de esperar aún un par de décadas, a los pases de televisión, para entrar a figurar en las antologías del cine fantástico.