Treinta años de José Carreras

César Wonenburger REDACCIÓN

TELEVISIÓN

Crónica | La Ópera de Viena rinde tributo al tenor catalán El prestigioso teatro austríaco celebra esta noche una gala especial para homenajear al que ha sido uno de sus cantantes líricos predilectos

26 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

El público de la Stattsoper de Viena es posiblemente, entre el de todos los teatros del mundo, el más fiel a sus mitos. Poco le importa que pasen los años, y que los estragos del tiempo hagan mella en sus glorias del pasado. Allí sólo se recuerdan las épocas de esplendor, las grandes noches de figuras -algunas ya desaparecidas-, como Leonie Rysanek, Giuseppe di Stefano o José Carreras, artistas emblemáticos de la casa que, en algún momento, de sus trayectorias hicieron saltar chispas sobre el escenario. Precisamente ahora, cuando se cumplen treinta años de su aparición en los mejores teatros internacionales, la Stattsoper rinde hoy homenaje a José Carreras, uno de los ídolos más queridos en el coliseo vienés. Recientemente, otro tenor, uno de los mejores de ahora mismo, Francisco Casanova, recordaba en Bilbao, después de una función de I masnadieri, la época dorada del catalán. «Escucharle era como transportarse a otros mundos, tenía el timbre más bello que uno pudiera imaginarse», afirmaba su hoy colega. El tributo que Viena rinde esta noche a Carreras consiste en una gala con dos partes. En la primera, el tenor interpretará canciones de Leoncavallo y de Puccini, un compositor que, durante años, le proporcionó incontables alegrías, cuando aún mantenía en repertorio algunos de sus roles más emblemáticos, como el Rodolfo de La Bohéme o el Cavaradossi de Tosca . En la segunda, habrá dos actos representados de sendas óperas: el tercero Sly , de Wolf-Ferrari, un título que Carreras ha contribuido a rescatar del olvido, y el último de Carmen, uno de los caballos de batalla del cantante, que llegó a interpretar varias veces bajo la batuta del legendario Herbert von Karajan. Debut con «Rigoletto» A los veintisiete años, José Carreras debutó en la Ópera de Viena en 1974, con Rigoletto. Ese mismo año, cantó por primera vez en el Covent Garden de Londres ( La Traviata ) y en el Met noeoyorquino ( Tosca ). La Scala aún tendría que esperar otro año más para poder escucharle en Un ballo in maschera . El torbellino estaba en marcha. Su temprano paso por Salzburgo (en el año 1976) y el encuentro con Herbert Von Karajan, que le consideraba su tenor favorito, fueron decisivos. En apenas una década de actuaciones ya se había encumbrado a lo más alto de la escena lírica internacional, compitiendo incluso por el primer puesto junto con sus amigos Luciano Pavarotti y Plácido Domingo (el español Alfredo Kraus jugaba en otra liga). El forofo del Barça, su equipo de fútbol favorito, nunca tuvo los agudos de su colega italiano ni la resistencia del madrileño para empeñarse en retos siempre nuevos, sin embargo, pocos tenores podían ganarle en su manera de comunicar y transmitir emociones, de llegar al público con un canto generoso y extrovertido, basado en la belleza de un instrumento privilegiado. Idilio Los años más gloriosos ya han pasado para un José Carreras que todavía no ve próxima su retirada de los escenarios de la lírica. El tenor aún quiere cantar algún tiempo más y no descarta incorporar nuevos personajes, como el protagonista de Tiefland de Eugen Albert, una ópera basada en Terra baixa de Guimerá. Pero, de momento, le espera Viena, donde esta noche el catalán y su fiel público volverán a vivir un nuevo capítulo de un idilio que no cesa.