El amor, la conversación, la casa, el derecho al voto, la crianza, la rebeldía, el matrimonio son algunos de los temas que las escritoras de principios de siglo XX ya apuntaban en sus libros. Escritos, todos ellos, en los que también se mostraba la fractura de esta mujeres entre su vida privada y su vocación literaria. Así se deduce y se puede comprobar en el libro Contando estrellas , que saldrá esta semana a la calle, y que es la tercera entrega de la ambiciosa antología La vida escrita por las mujeres , una colección de cuatro volúmenes con los que el Círculo de Lectores quiere recorrer la vida, obra y circunstancias de las escritoras más destacadas de la literatura española e hispanoamericana de todos los tiempos. El primer tomo de esta antología, que llevó por título Por mi alma os digo , abarcó desde la Baja Edad Media a la Ilustración; el segundo, que se llamó La pluma como espada cubrió desde el Renacimiento al Modernismo, una época decisiva para la incorporación de la mujer al mundo de la cultura, según la directora de esta colección, Anna Caballé, quien ha contado con la colaboración de quince especialistas. «Si yo fuese un hombre, saldría en este momento y me dirigiría a un monte, pues el día está soberbio: tengo, sin embargo, que permanecer encerrada en mi gran salón...», esta es una frase que escribía resignada Rosalia de Castro en una carta dirigida a su marido, Manuel Murguía. Pero también es una denuncia que ya se de deja de ver en Contando las estrellas , un libro que abarca desde 1920 hasta 1960 y donde se puede reconocer cómo las mujeres ya dejan de resignarse y se oponen frontalmente al destino que les deparaba el siglo XIX.