«Sin el apoyo de las televisión el cine podría desaparecer»

César Wonenburger REDACCIÓN

TELEVISIÓN

JULIÁN MARTÍN

Isabel Coixet quiere llevar a su cine el valor de las cosas sencillas, desconfía de que las subvenciones otorguen valor artístico a las películas y siente miedo al oír hablar a Bush

05 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

«Trabajar con Almodóvar no ha sido un camino de rosas, pero lo importante es que me han respetado» «Le debo mucho a la publicidad, vivode ella. El cine, de momento, no me da para vivir» Con cuatro películas bajo el brazo, la última, la excelente Mi vida sin mí , Isabel Coixet pasa por ser la más interesante de las nuevas realizadoras españolas. -Algunos dicen que los directores españoles jóvenes se miran demasiado en el espejo norteamericano. Usted ha rodado en inglés, con actores estadounidenses... -Bueno, eso me hace mucha gracia, porque no importa el idioma, lo fundamental es la sensibilidad que pongas en la película. He rodado en Cataluña, Galicia, Canadá y EE. UU., y siempre por la historia que había detrás; su lugar natural, era ése y no otro. Mis influencias no tienen que ver con el cine norteamericano. -¿Cualés son? -Aki Kaurismaki, Wong Kar Wai, los daneses (Lars von Trier no, no conecta con mi sensibilidad) y sobre todo Truffaut, que lo ha sido todo en mi vida. -En «Mi vida sin mí», la protagonista muere de un cáncer terminal. Pero el filme es una optimista declaración de amor a la vida, ¿era lo que quería expresar? -Sí, eso y el sentimiento de que sólo valoramos las cosas cuando estamos a punto de perderlas. Nunca nos paramos a pensar en los pequeños detalles, no le damos valor a las cosas sencillas. -Los grandes papeles se los da a actrices extranjeras. ¿Por qué? -Siempre escojo a las actrices que creo que van a resultar mejor sin mirarles el carné. Para Mi vida sin mí hice muchas pruebas, y Sarah Polley me pareció la mejor: guapa o fea, tiene la necesaria ambigüedad, es un milagro. -¿Cómo son los hermanos Almodóvar como jefes? -A ellos les interesó la historia, el guión y la produjeron. Trabajar con los Almodóvar no ha sido un camino de rosas, pero lo importante es que me han respetado, permitieron que rodara mi historia. Yo es que soy muy cabezota. -Usted invirtió todo el dinero que tenía en la producción de «Cosas que nunca te dije». ¿Qué opina de quienes critican a los realizadores españoles por estar siempre llorando una subvención? -Hay algo de cierto, siempre nos estamos quejando, cuando las subvenciones, por definición, son injustas; se las dan a quien menos las necesita. No creo que produzcan un mejor cine. -¿Eso de la crisis del cine español es un cuento? -Cuando nací ya había crisis. Aquí se está hablando de cosas distintas: por un lado está lo que tú haces como director, y, por otro, la industria, cómo se vende una película. Si queremos que el cine siga vivo necesitamos el apoyo de las televisiones. A mí me parece muy injusto eso de que de repente dos millones de personas vayan a ver sólo una película. ¿Y las otras, qué? -Se dice que los jóvenes sólo ven cine de evasión pura y dura. Sin embargo, usted parece conectar muy bien con el público joven... -Generalizar es peligroso. Yo, cuando iba a la Universidad, me sentía diferente. Debemos distinguir entre esos chicos que se atrofian tragándose concursos de televisión y esa gente inquieta, sensible. De todos modos, yo no hago mis películas pensando en un público determinado, me salen así, visceralmente. -Usted ha hecho mucha publicidad, sin embargo su cine, visualmente, no le debe nada a ese mundo¿ -Le debo mucho a la publicidad, vivo de ella, porque soy de familia obrera y tengo que ganarme la vida. El cine, de momento, no me da para vivir. Yo me pregunto cómo hace esa gente que rueda películas cada cuatro años. En mi caso, tengo la publicidad. Pero en el cine mis motivaciones son diferentes; los códigos, distintos. -Un conocido crítico de cine me dijo que a él, en el tema de la guerra, le inspiraba mucha más confianza lo que pudiera pensar el equipo asesor de Bush que lo que opinase Imanol Arias. ¿Y a usted? -Imanol Arias no tiene el poder, y Bush sí. Yo sospecharía de un hombre que ha cambiado el whisky por la biblia. Tengo un amigo en Washington que es analista político, muy bueno, y cuando el lío aquel de las elecciones, ya me advirtió de que algo así podía ocurrir si Bush llegaba a la Casa Blanca. Cuando le oigo hablar me da mucho miedo, es básico, comete errores de sintaxis, no creo que aquí lo eligiesen.