Savater escribe una autobiografía contra la «desmemoria colectiva»

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El filósofo afirma que su vida es algo más que un símbolo de resistencia al nacionalismo Lo cuenta todo con un humor no exento de ternura que deja un poso de vida vivida con intensidad

25 mar 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

'Me asusta un poco la desmemoria colectiva y el presenteísmo maniático'. Así justificó ayer el filósofo Fernando Savater (San Sebastián, 1947) la osadía de escribir sus memorias antes de cumplir los 55 años. Con un título acorde con el sentido lúdico de la vida del escritor vasco, Mira por dónde, autobiografía razonada (Taurus) pretende ser una explicación de los hechos que le han llevado a ser como es o, como él mismo dice, «de lo que el tiempo ha hecho conmigo». Y este ejercicio de memoria le lleva a concluir, frente a quienes ven en todo «el acontecimiento del año», que «nunca hay cambios profundos en el mundo». Aunque en los últimos años se ha erigido para algunos en un símbolo de la resistencia contra el nacionalismo como abanderado de la plataforma Basta Ya, Savater ha querido dejar claro que su vida no se limita a eso, que la amenaza permanente en la que vive no condiciona su existencia y que incluso le deja hueco para tener «un sentimiento cómico de la vida».Desde el inicio Savater, que se declara en el libro «fruto del más denodado mestizaje hispánico», con padre granadino, madre madrileña, abuela argentina y tatarabuelos catalanes, entra en materia asegurando que con esos antecedentes «los partidarios de las raíces y de las identidades bien perfiladas lo tienen difícil para reclutarme». Narra Savater en la primera parte de la obra su infancia feliz en San Sebastián, su temprana iniciación a la lectura y la relación idílica con su abuelo materno.El traslado familiar a Madrid marca la segunda parte, centrada en su adolescencia y su juventud hasta la muerte de Franco. La tercera entra de lleno en su compromiso político, primero contra Franco y luego contra el terrorismo, y llega a la actualidad. Entre medias, desgrana la mayor parte de sus aficiones: los caballos, la bebida, los coqueteos con la droga, la pasión intensa de la movida madrileña. Muy poco o casi nada de sus amores. Y todo ello lo cuenta Savater con un humor no exento de ternura, con un estilo que parece restar importancia a las cosas pero que deja un destilado profundo, un poso de vida vivida en toda su intensidad. No quiso explayarse contra sus «clásicos» aunque tuvo tiempo para hablar de la «pornografía nacionalista» que sirve un «menú de plato único» en Euskadi.Polemista nato, tampoco dejó escapar la oportunidad de dar su opinión sobre la guerra de Irak. «Un Gobierno puede ser perfectamente democrático y estar equivocadísimo», dijo en referencia al PP. Considera una «estupidez» gritos como el de «esto nos pasa por un Gobierno facha». Argumentó que «es ridículo que alguien piense que para salir a la calle a manifestarse el Gobierno tiene que ser facha o empeñarse en que el adversario es Mussolini».