Marina Castaño entra en el controvertido y selecto club de las viudas literarias

RODRI GARCÍA A CORUÑA

TELEVISIÓN

XURXO LOBATO

La polémica por el legado de Cela sigue la estela de lo ocurrido con otros escritores casados con mujeres mucho más jóvenes que ellos «Un hombre de setenta y pico años, conoce a una mujer que no llega a los cuarenta y que le dice que está locamente enamorada... pues se obnubila y se lo cree todo». Esto lo explica una mujer, Rosario Conde, a la que un día su marido setentón, con el que había compartido cuarenta años de venturas y desventuras, le contó que se había enamorado de otra «como un colegial» y se iba con ella. Ahora ella es viuda, lamenta la ausencia y ante el féretro de su marido manifiesta: «Cela me enseñó a amar intensamente». Claro que la situación de Marina Castaño no es la misma que la de los casi dos millones de viudas españolas.

27 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Tras ser elegida presidenta de al Fundación Camilo José Cela, Marina Castaño entra en el selecto y controvertido club de las viudas literarias, esas mujeres que manejan la memoria de los escritores con los que compartieron los últimos años de sus vidas. Ahí están María Kodama, casada con José Luis Borges dos meses antes de la muerte del escritor, María Asunción Mateo, viuda de Rafael Alberti y que sostiene un litigio con la hija del poeta por la herencia del autor de Marinero en tierra, Carmen Llera, que se casó con Alberto Moravia cuando el autor italiano acababa de cumplir 80 años o Marie Jo Paz (de soltera Marie José Tramini), una francesa casi treinta años más joven que Octavio Paz del que acabó siendo su viuda. Esta última decía durante una de sus últimas estancias en Madrid que «no hay que ser viuda profesional. Es un destino». Eduardo Chamorro sostenía en una de sus crónicas, sin hacer ningún tipo de valoración sobre el fenómeno, que «hasta hace 30 o 40 años sólo los hombres daban el llamado braguetazo. Ahora, el feminismo ha alcanzado esa conquista». La conquista es, cuando menos, controvertida y suele acabar en los juzgados ya que en juego está la intangible memoria y la tangible cantidad económica en la que está valorada la herencia. En el caso de Marina Castaño, es posible que el reparto del legado de Cela acabe también en los juzgados si bien, por el momento, ella ha empezado a usar el título de marquesa viuda de Iria Flavia que perdería si vuelve a casarse.