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MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ CRÍTICA DE CINE/ CHOCOLAT

16 mar 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

Chocolat es un cuento en clave de comedia, que transcurre plácidamente y deja un fuerte poso de agrado en el espectador. De esas películas que el gran público agradece y al que queda bien la etiqueta de «bonita». Pero tampoco conviene abrir las puertas al entusiasmo. Al sueco Lasse Hallstrom, por muchas nominaciones al Oscar y muchos premios, sólo le salió una obra académica y dulzona, como el chocolate. Es un cuento, una fábula moral acerca de la tolerancia, que Hallstrom estructura coralmente, a la manera de esas películas que empiezan con el Érase una vez.... Hay un pueblo y unos tipos. Después importa el tono. Cuando Juliette Binoche aparece con su hija un domingo de frío y nieve, algo nos anuncia que traen vientos de cambio. Pronto conoceremos que saben a sabroso chocolate, un dulce que al rancio alcalde le sabe amargo. Hará lo imposible por boicotear el negocio, al que, sin embargo, acuden un puñado de gente rara. En ese plano, Chocolat es un remanso de paz, transcurre plácidamente ante el espectador. Pero igual que a veces un postre no encuentra su punto, Hallstrom no consigue revestir a sus personajes al mismo nivel. Si el espléndido tándem de la veterana Judi Dench con Juliette Binoche alcanza niveles de gran altura, no ocurre lo mismo con otros al límite de la caricatura, desde Alfred Molina a Johnny Deep o el sacerdote. Quedan compensados por el resto de la periferia, registros de grandes trazos en la piel de veteranos con la solvencia de Leslie Caron o John Wood. Obviamente, la espléndida resolución formal tapona estos huecos hasta aparentar un filme notable, que transmite su moraleja y se aleja del cine tontorrón. Es gente que respira y siente. A veces con eso basta.