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Un aerogenerador en su terraza

J. A.

OCIO@

El James Dyson Award premia a dos ingenieros de Chile y Kenia que han diseñado una turbina para aprovechar y obtener energía del viento multidireccional que se genera en las ciudades

26 dic 2018 . Actualizado a las 20:34 h.

Cada año, el premio James Dyson brinda a los estudiantes y recién licenciados en Ingeniería y Diseño una oportunidad única de mostrar sus inventos innovadores en el escenario mundial. El cometido es sencillo, diseñar algo que resuelva un problema, sea grande o pequeño. Y en su última edición el galardón recayó en dos titulados originarios de Chile y Kenia, Nicolás Orellana y Yaseen Noorani, respectivamente. Estudiando juntos un Master of Science en Innovación Internacional en la Universidad de Lancaster (Reino Unido), se propusieron aprovechar el viento de las ciudades con un nuevo tipo de turbina.

El resultado es un aerogenerador pensado especialmente para las ciudades, donde el viento es impredecible y multidireccional. Cuando el viento sopla en las urbes queda atrapado entre edificios, se arrastra hasta la calle y se eleva hacia el cielo. Se convierte en un caos, dejando las turbinas convencionales inutilizables. Usando una forma geométrica simple, la O-Wind Turbine está diseñada para utilizar este poderoso recurso sin explotar, generando energía incluso en los días de más viento.

O-Wind Turbine consiste en una esfera de 25 centímetros con conductos de ventilación geométricos; se asienta sobre un eje fijo y gira cuando el viento la golpea desde cualquier dirección. Cuando la energía eólica gira la máquina, los engranajes impulsan un generador que convierte la energía del viento en electricidad. Esta puede ser usada como una fuente directa de energía, o puede alimentar la red eléctrica. La intención de Nicolás y Yaseen es que O-Wind Turbine se instale en estructuras grandes como los laterales de un edificio o terraza, donde las velocidades del viento son más altas.

Harry Hoster, director de Energy Lancaster en la universidad, explica que «cuando los dos estudiantes nos preguntaron por primera vez sobre las instalaciones de prueba para un nuevo diseño de aerogenerador, primero pensamos que sería la 23 iteración de algún sistema básico de toda la vida. Sin embargo, cuando mostraron humildemente su vídeo y el prototipo, nos quedamos impresionados. Simplemente sostenerlo en las manos y jugar con él te da la oportunidad de entender qué hace realmente su nuevo dispositivo y cómo, si las cosas van bien, su capacidad de capturar los vientos aleatorios llevará la captura de energía urbana a otro nivel».

Nicolás Orellana se interesó por el desafío del viento multidireccional después de estudiar el vehículo Mars Tumbleweed Rover de la NASA. Con un diámetro de dos metros, esta bola inflable se diseñó para rebotar y rodar de forma autónoma, a través de la superficie de Marte para medir las condiciones atmosféricas y la ubicación geográfica. Al igual que las turbinas eólicas convencionales, estaba propulsado por golpes de viento unidireccionales que afectaban gravemente la movilidad del vehículo ante los obstáculos, lo que a menudo lo desviaba del rumbo y, en última instancia, provocó el fracaso del proyecto.

Al explorar las limitaciones de Tumbleweed, nació la tecnología del aerogenerador tridimensional. Nicolás y su compañero de estudios Yaseen Noorani pronto identificaron cómo las ciudades podían usar esta tecnología para aprovechar la energía y generar electricidad.

«Ganar el premio internacional James Dyson ha validado nuestro concepto. La atención que hemos recibido hasta ahora nos ha dado la confianza de ver el desarrollo de este concepto como una futura carrera. Ya estamos en conversaciones con inversores y esperamos alcanzar un acuerdo en los próximos meses», reconoce Orellana.

Otros premiados

El James Dyson Award también premió a un equipo de la Universidad Técnica de Delft (Países Bajos) por su proyecto Excelcope, un dispositivo para el diagnóstico de la malaria inteligente y semiautomático, que se puede utilizar con un simple toque de teléfono; y a Aamer Siddiqui y Ali Asgar, de la Universidad Americana de Sharjah, que diseñaron una silla de ruedas especial (Air Chair) para que los usuarios que la necesiten puedan usarla una silla durante todo su viaje, desde la sala de embarque hasta el despegue.