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iPad Pro contra iPad Pro

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Enfrentamos el modelo de 11 pulgadas con el de 10,5 pulgadas que fue lanzado el año pasado y que Apple ha decidido seguir comercializando de momento

16 dic 2018 . Actualizado a las 20:11 h.

Apple culminó en este año que ahora termina la mayor renovación del iPad desde su lanzamiento en el 2010. Los nuevos modelos Pro, que marcarán el diseño de la tableta de la manzana para los próximos ejercicios (lo lógico es que se extienda al modelo estándar y al Mini), llegaron con un aluvión de novedades entre las que destacan el reconocimiento facial o el Pencil de segunda generación. Curiosamente, en Cupertino no han querido discontinuar la anterior versión del iPad Pro, quizá porque solo tiene un año y medio de vida (fue anunciada el 5 de junio del 2017). Pero el indulto solo atañe al modelo de 10,5 pulgadas, porque el de 12,9 sí ha sido sustituido por su equivalente de tercera generación. El caso es que, dejando aparte este último, actualmente hay dos modelos Pro diferentes aunque con un tamaño de pantalla muy similar.

¿Compensa el nuevo iPad Pro frente al que lleva su mismo apellido y apenas tiene unos meses más? Si nos fijamos en el precio, la diferencia no es mucha: 150 euros separan el Pro 2018 del Pro 2017 en todas sus versiones wifi, que parten de 879 euros en el primero y de 729 en el segundo (ambos con 64 GB). En el caso de las versiones wifi+4G el sobreprecio se eleva a 160 euros, lo que tampoco parece demasiado. Aquí hay que hacer un inciso y es que los nuevos iPad Pro pueden equipar hasta 1 TB de capacidad de almacenamiento, mientras que los anteriores se quedan en 512 GB. Eso sí, el precio se dispara hasta los 1.709 y 1.879 euros (versiones wifi y wifi+4G, respectivamente).

La primera gran diferencia entre ambos modelos es el diseño. Los nuevos Pro tienen un marco negro que rodea la pantalla igual de grueso por todos los lados. La desaparición del sensor de huella permite de esta forma aumentar media pulgada el tamaño del panel, que tiene 11 pulgadas frente a las 10,5 de su predecesor. Visualmente, es la misma diferencia que hay entre los nuevos iPhone X y los de la serie 8 y anteriores. Las dimensiones son prácticamente idénticas (lo más reseñable es que el nuevo Pro consigue bajar de los 6 mm. de grosor, 5,9 frente a 6,1 del anterior) y también el peso (468 / 469 gramos). 

Un detalle a tener en cuenta: la pantalla de los nuevos iPad tiene las esquinas redondeadas, a juego con los bordes de la carcasa. Apple advierte que «al medir su rectángulo, la pantalla del iPad Pro de 12,9 pulgadas tiene 12,9 pulgadas en diagonal y la del iPad Pro de 11 pulgadas tiene 11 pulgadas en diagonal. La superficie real de visión es inferior». Así que no queda muy claro si esa media pulgada de más supone efectivamente un mayor ángulo de visión respecto al modelo de 10,5 pulgadas, que mantiene las esquinas de su panel táctil completamente rectas, en ángulo de 90 grados.

Si nos fiamos de sus especificaciones, ambas pantallas tienen la misma definición (264 puntos por pulgada) y cuentan con las mismas tecnologías: cubierta oleófuga antihuellas, laminación integral, película antirreflectante, gama cromática ámplia y tecnologías ProMotion y True Tone.

Hemos hecho referencia a la desparición de Touch ID en los nuevos Pro, que al igual que los iPhone de la serie X deben desbloquearse con la mirada. Esto es un arma de doble filo: habrá quien esté encantado con el funcionamiento de Face ID, pero personalmente me parece un paso atrás en la experiencia de usuario, y especialmente en un dispositivo como el iPad. Como la mayoría de las veces lo sujetamos en forma apaisada, es fácil tapar con la mano la cámara y los sensores que permiten el reconocimiento facial. Si esto ocurre (y ocurre muchas veces), el sistema no nos detecta y debemos intentarlo de nuevo. Con el iPad Pro 10,5 sigue siendo tan sencillo como posar el dedo pulgar sobre el sensor, una operación que puede hacerse incluso con la tableta apoyada en una mesa (los nuevos iPad hay que orientarlos hacia la cara, o inclinarnos nosotros hacia la pantalla para que nos vea bien).

La cámara principal (trasera) de ambos modelos toma fotos de 12 megapíxeles y cuenta con la misma apertura (f/1.8), por lo que las imágenes saldrán igual de luminosas. Pero, increíblemente, la del iPad del año pasado es mejor: la lente tiene seis elementos (uno más que la del iPad Pro de 11 pulgadas) y como consecuencia ofrece estabilización óptica, algo que no está disponible en los nuevos Pro. Probablemente, esta funcionalidad se ha sacrificado para conseguir reducir el grosor del dispositivo, aunque para el usuario sea inapreciable. En materia de vídeo, en cambio, gana el Pro de 11 pulgadas, ya que su software permite la grabación de 4K a 60 fps o cuadros por segundo (4K a 30 fps en el anterior modelo).

En cuanto a la cámara frontal, la única novedad es la incorporación del modo Retrato y los Animoji y Memoji, pero el resto de especificaciones son las mismas.

La batería tiene exactamente la misma autonomía (10 horas de navegación o reproducción de vídeo y música vía wifi, y 9 horas si se hace a través de redes móviles). Los dos modelos tienen cuatro altavoces y, como hemos visto, pantalla y cámaras son iguales en especificaciones, incluso en algún punto superior la del iPad 10,5. ¿Dónde están pues las grandes diferencias?

En primer lugar, en el interior. El chip A12X Bionic de los nuevos Pro, con inteligencia artificial, no es mucho más veloz en cuando al procesamiento central, pero sí en lo que afecta al manejo de gráficos: exactamente el doble de rápido que el Pro 2017, lo que supone una importante mejora en la fluidez de los juegos y aplicaciones de realidad aumentada.

Otro cambio importante es el uso por parte de la nueva versión de un conector USB-C frente al Lightning propietario de Apple, que es el que lleva el anterior modelo. Además de adaptarse y ser compatible con el estándar de la industria, permite la conexión a otros dispositivos, como una cámara o un monitor externo.

No menos relevante es el nuevo Pencil 2, exclusivo para los nuevos Pro, que es más pequeño que el anterior y se une magnéticamente al iPad para enlazarse y cargarse (al anterior había que retirarle un capuchón e introducirlo en el puerto Lightning, lo que hacía que operación de carga fuera bastante engorrosa). Además soporta gestos como el doble toque para cambiar de herramienta.

El Smart Keyboard Folio, la nueva funda-teclado del iPad Pro, es ahora más elegante y cuando está plegada no hace la escalera del anterior Smart Keyboard. El tacto de las teclas es el mismo, aunque estas chocan contra la pantalla cuando cerramos la tapa.

Y la guinda del pastel es la incorporación en los nuevos Pro de la eSIM, que permite tener en el mismo dispositivo dos tarjetas activas (la virtual y la física). Es decir, dos planes de datos diferentes (por ejemplo, el personal y el del trabajo) y disponibles simultáneamente. En España, el servicio de la eSIM solo se puede configurar con Vodafone y Orange.

Finalmente, el acceso a redes LTE Gigabit y al nuevo sistema de geoposicionamiento por satélite Galileo también sitúan al iPad Pro 2018 en vanguardia.

En definitiva, las diferencias entre el iPad Pro de 11 pulgadas y su hermano de 10,5 pulgadas van más allá del diseño. Si bien en cuanto a pantalla y cámara no son decisivas, sí en cuanto a la capacidad de mover gráficos y la mayor funcionalidad de los periféricos (lápiz digital, teclado físico...). Y elementos como la doble SIM o el conector USB-C abren nuevas posibilidades tanto nivel profesional como para usuarios domésticos.

La conclusión es que si tenemos un iPad Pro del 2017, quizá no sea necesario cambiarse a la nueva versión, salvo que busquemos un rendimiento gráfico mejorado o la posibilidad de utilizar la tableta con dos cuentas de datos diferentes. En el caso de nuevos usuarios o de aquellos que quieren dar el salto al Pro desde el iPad estándar de 9,7 pulgadas o el Mini, la diferencia de precio no es tan grande como para no optar por la última versión. Eso sí, tendrán que vivir con Face ID y su peculiar funcionamiento... por lo menos hasta que Apple (quién sabe) se decida a incluir un sensor de huella bajo la pantalla: una solución que ya han implementado varias marcas este año (Huawei, OnePlus), que funciona muy bien y es compatible con el reconocimiento facial.