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La huella de Sinclair

David Bonilla

OCIO@

Hugo Tobio

Clive Sinclair dejó una inmensa huella en la historia de la Informática. Recordar sus logros puede ayudarnos a recordar también el potencial impacto de lo que hacemos

22 sep 2021 . Actualizado a las 09:35 h.

El pasado jueves, Clive Sinclair murió a los 81 años después de luchar durante mas de una década contra el cancer, rodeado de sus hijos y nietos. En el Reino Unido es considerado un héroe nacional. En 1983 recibió el título de Sir y -a pesar de no haber ido nunca a la universidad- fue investido como doctor honoris causa en las de Bath, Heriot-Watt, Warwick y el Imperial College de Londres.

Cualquiera de sus múltiples logros -desde la invención de la primera calculadora de bolsillo al diseño de la bicicleta plegable más ligera del mundo, pasando por la comercialización de uno de los primeros vehículos eléctricos- le hubieran hecho justo merecedor de tales distinciones, pero su mayor éxito fue el ZX Spectrum, el ordenador personal con el que Sinclair contribuyó a la democratizar la Informática.  

Su precio de salida en 1982 era de 125 libras que -sumando la inflación- hoy equivaldrían a unos 525 euros. No parece muy impresionante en una época en la que podemos comprar un portátil de gama baja por el mismo dinero, pero en aquel entonces la informática personal no era -ni mucho menos- un mercado de masas, sino un nicho muy reducido.

Para entender el impacto que el Spectrum supuso en la electrónica de consumo debemos recordar que el IBM PC -que salió un año antes- costaba 1.565 dólares (alrededor de 4.000 euros en 2021) y el Apple IIe se empezó a vender en 1983 a partir de 1.395 (3.268 euros en la actualidad), Seis veces más que la máquina de Sinclair.

Se vendieron más de 5 millones de Spectrums -sin contar sus múltiples clones- hasta que el modelo fue definitivamente descontinuado en 1992, diez años después de su lanzamiento. Pero más allá de las frías cifras de ventas, el Spectrum generó una comunidad y un ecosistema -publicaciones, compañías de software, diseñadores de periféricos- como jamás se había visto hasta entonces. Una comunidad que se considera el verdadero germen de la poderosa industria informática británica y que ha extendido su impacto hasta nuestros días.

El ZX Spectrum alumbró toda una generación de desarrolladores, cariñosamente llamados bedroom coders -programadores de dormitorio- porque, literalmente, eran chavalas y chavales que se dedicaban a programar en sus habitaciones. Sinclair ayudó a llevar la informática al hogar y desarrolladores de la talla de Alan Cox o Elon Musk dieron sus primeros pasos en la programación con su máquina.

También facilitó la popularización de los videojuegos. No solo porque piratear cualquier título fuera extremadamente sencillo, sino porque el software original era muy asequible. En comparación con los cartuchos de consola, los juegos de Spectrum costaban hasta 20 veces menos. Esa exposición al ocio electrónico despertó vocaciones. De hecho, un buen número de prestigiosos diseñadores de videojuegos iniciaron sus carreras programando para el ZX Spectrum. Por ejemplo, el fundador de Shiny Entertainment -David Perry- o los hermanos Stamper, fundadores de Rare.

Sus detractores criticaban su teclado, más parecido al de una calculadora que a lo que se esperaba de un ordenador. Pero Clive Sinclair tenía muy claro que el ZX Spectrum debía ser lo más barato posible, así que, casi todos los componentes se diseñaron desde cero para ahorrar costes. Por eso, en lugar de montar un teclado convencional con cientos de partes móviles, se utilizó un teclado de goma con sólo cuatro o cinco partes. El teclado de una máquina revolucionaria: el primer ordenador verdaderamente diseñado para las masas.

Casi cuarenta años después del lanzamiento del ZX Spectrum, la Informática está transformando nuestra Sociedad, pero desde nuestra posición de privilegio, parece que hemos dejado de considerar una prioridad asegurar el acceso a la misma, lo que puede perpetuar el analfabetismo digital -y la existencia de ciudadanos de segunda- en plena Era del Software.

Hemos normalizado pagar 1.000 euros por un portátil de gama media, un coste inaccesible para la inmensa mayoría de la población en los países en vía de desarrollo. Pero no hace falta mirar tan lejos para darnos cuenta hasta qué punto la falta de acceso a la Informática puede generar desigualdades que se perpetúen en el tiempo. Durante el confinamiento contra el COVID-19, nuestros hijos pasaron de un día para otro a recibir sus clases en casa a través de Internet, pero ¿estamos seguros de que los niños que no disponían de ordenador en casa -o solo tenían uno que debían compartir con sus hermanos- recibieron su educación obligatoria con unas condiciones mínimas?

Hoy, el principal heredero espiritual del ZX Spectrum es la Raspberry Pi, que permite disponer de un ordenador completo con todos sus periféricos por menos de 100 euros. Puede que sea una casualidad que también sea tecnología británica; o puede que la concepción de «servicio público» de la televisión estatal -la BBC- como algo más allá de los programas de cocina y los vehículos para el lucimiento de nuestros políticos, tenga algo que ver.

Uno de los competidores del Spectrum fue el BBC Micro, un ordenador producido por la BBC como parte de una estrategia para evangelizar la informática entre la población británica, que incluía programas divulgativos que mostraban las posibilidades de la máquina y enseñaban a utilizarla.

En 2012, 30 años después del lanzamiento del BBC Micro, la BBC decidió lanzar el micro:bit un nuevo microordenador para alentar a los niños a escribir software en vez de limitarse a consumirlo. ¿Qué pasaría si le diéramos un ordenador gratis a todos los niños de 11-12 años y  RTVE emitiera un programa sobre cómo utilizarlo que fuera tan popular como Masterchef Junior?

Quizás mañana deberíamos pensar en todo esto, pero hoy no. Hoy deberíamos homenajear a nuestro camarada echando una partidita al Knight Lore o viendo Micro Men, la entretenida película que produjo la BBC en 2009 sobre el auge de la microinformática y la pelea entre Sinclair y Chris Curry -fundador de Acorn- por hacerse con el contrato del BBC Micro.

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