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Cine, música y fútbol seguirán sufriendo el geobloqueo en Internet

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

OCIO@

Rolf Vennenbernd | DPA

La Eurocámara levanta las restricciones a productos sin derechos de autor

07 feb 2018 . Actualizado a las 16:02 h.

Una victoria agridulce. Es lo que celebró ayer la Eurocámara, tras conseguir el apoyo masivo del hemiciclo para poner fin al bloqueo geográfico en Internet. Una anomalía dentro del mercado único que impide a 20 millones de europeos desplazados poder hacer compras on-line desde otros territorios de la UE. Sus tarjetas son a menudo rechazadas por los servidores, son redireccionados a otras páginas o les prohíben registrarse y acceder a contenidos contratados en sus países de origen. Restricciones «injustificadas», en opinión del comisario para el Mercado Único Digital, Andrus Ansip. El estonio aplaudió la decisión del Parlamento Europeo de levantar las barreras a un bloqueo que afecta al 86 % de las compras de electrodomésticos y al 40 % de los servicios de ocio. Aunque es consciente de que es insuficiente para los consumidores.

La propuesta deja atrás al sector de mayor interés para los internautas: el audiovisual. Los libros electrónicos, videojuegos, series y películas de plataformas como Netflix, la música de aplicaciones como Spotify o los partidos de fútbol seguirán sufriendo el geobloqueo porque son contenidos sujetos a derechos de autor. Y aquí no hay manera de que las instituciones europeas y los Gobiernos remen en la misma dirección. «Estamos trabajando para sacar adelante una legislación sobre derechos de autor. Son los ministros los que bloquean el acceso de los ciudadanos a contenidos digitales por los derechos de autor y nos bloquean también nuestras propuestas», denunció la eurodiputada polaca Roza Thun. Una queja que hizo suya el presidente francés, Emannuel Macron, quien sugirió crear un «Netflix europeo». El galo se ganó muchos seguidores con la sugerencia, pero las empresas de radio y televisión no tienen permiso para facilitar el acceso a sus contenidos a otros ciudadanos europeos.

La situación está creando «quebraderos de cabeza a usuarios y empresas», admitió ayer Ansip. Con esta medida la CE y la Eurocámara tratan de apuntalar un mercado, el digital, que todavía no es «plenamente funcional». El año pasado el comercio en línea creció un 22 %. El 67 % de los internautas compraron a través de la Red, pero solo el 7 % de las empresas efectuaron ventas a otros países de la UE. «Necesitamos legislar rápido», insistió el estonio, quien cree que el geobloqueo podría ser historia en diciembre de este año.

¿Qué cambia?

Se acabó pagar más por utilizar una tarjeta alemana en una tienda francesa en Internet o por pagar desde una cuenta española a un proveedor portugués. Las nuevas normas prohíben discriminar por nacionalidad o territorio. La oferta de servicio y el precio deberán ser los mismos. «Los comerciantes no estarán obligados a entregar sus productos en toda la UE, pero el comprador podrá escoger recogerlo en un punto acordado», aclara la Eurocámara. Los consumidores podrán acceder a una gama más amplia de productos desde toda la UE: electrodomésticos, ropa, electrónica (servicios en la nube, cortafuegos, alojamiento de páginas web o almacenamiento de datos), ocio (entradas de concierto, parques temáticos, hoteles) y hasta alquiler de vehículos.