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Televisores: ¿Está la tecnología QLED al nivel del OLED?

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto REDACCIÓN

OCIO@

Los nuevos modelos de Samsung con nanopartículas metálicas ofrecen avances en la eficiencia de la luz y la estabilidad, así como un espectro de color más amplio

30 dic 2017 . Actualizado a las 12:31 h.

Dentro de unos días, la feria CES (Consumer Electronic Show) de Las Vegas mostrará al mundo lo último en electrónica de consumo, y como es habitual los televisores serán uno de los productos que acapararán las miradas. En enero pasado, esta misma cita _uno de los eventos tecnológicos más importantes a nivel planetario_ sirvió para la puesta de largo de los nuevos QLED de Samsung, unas pantallas con las que la compañía coreana plantaba cara a su principal rival, LG.

Abandonados los experimentos como el 3D, que no acabó de cuajar por la escasa oferta de contenidos y la molestia de tener que ponerse unas incómodas gafas para disfrutar de las tres dimensiones, la guerra de las televisiones se libra en la calidad de la imagen. El 4K ya es una realidad asentada y el mercado estaba maduro para presentar los paneles con mayor resolución y definición, a precios todavía elevados pero ya accesibles a la clase media.

La gran duda de la mayoría de los usuarios es por qué tecnología decantarse: los OLED, que abandera la también coreana LG (Sony y Loewe son otras marcas de referencia que ofrecen estas pantallas), o los nuevos QLED del mayor fabricante de televisores del mundo.

Básicamente, la diferencia entre ambos es que los paneles OLED (organic light-emitting diode) tienen una película de componentes orgánicos que reaccionan a la estimulación eléctrica, emitiendo luz por sí mismos y encendiéndose y apagándose en función de las imágenes que se muestran. Los puntos están repartidos por toda la pantalla y, dadas las características descritas, pueden hacer que zonas de esta se vean completamente negras; es decir, pueden representar el «negro auténtico», considerado el epítome de la calidad de imagen.

Frente a ellos, los nuevos QLED incorporan la tecnología Quantum Dot, con avances en la eficiencia de la luz y la estabilidad, así como un espectro de color más amplio. La iluminación se hace como en los LED tradicionales, pero las pantallas incorporan unas nanopartículas metálicas que, según Samsung, «resuelven los grandes aspectos que afectan a la calidad de imagen, incluyendo el ángulo de visión, el volumen de color, el brillo y el alto contraste».

Los QLED pueden reproducir colores precisos y el 100% del volumen de color, lo que les ha valido la certificación de Verband Deutscher Elektrotechnieker (VDE), una de las mayores asociaciones científico-técnicas de Europa. Para comprobar sus efectos en un salón corriente, hemos tenido la oportunidad de probar una unidad durante algunas semanas, en concreto el modelo intermedio de la gama de Samsung, QC8, de 65 pulgadas y con panel curvo.

Lo primero que llama la atención son las dimensiones del embalaje, de difícil acomodo en una casa convencional. Hay que soltar unas pestañas y levantar toda la cubierta de cartón por encima del televisor, con lo que prácticamente rozamos el techo. La pantalla se encuentra encastrada en una especie de palé de poliestireno expandido, y aparte encontramos la base metálica, la unidad separada con las conexiones, y una bolsa con documentación y los cables.

Para montarla se utiliza la misma protección frontal de corcho blanco, que hay que situar sobre una mesa (no sobre el suelo, ya que luego no podríamos montar el soporte). El proceso es muy sencillo, puede llevarnos poco más de 5 minutos, aunque se necesitan dos personas. La pantalla mide 144 x 82 centímetros sin peana y el peso total supera los 30 kilos.

La parte trasera es completamente lisa y Samsung ha diseñado un ingenioso sistema para encajar el soporte, que solo exige cuatro tornillos, y hacer que los cables pasen a través de él, de forma que son totalmente invisibles. De todas formas, una de las particularidades de esta gama es que utiliza solamente dos conexiones, un finísimo cable óptico que apenas de ve al trasluz y el de alimentación. Ambos se pueden recoger en una ruleta de goma y se llevan hasta el One Connect, la unidad separada donde conectaremos también todos nuestros dispositivos periféricos y que puede colocarse donde queramos.

La configuración es realmente rápida y el Q8C reconoce rápidamente todos los aparatos por HDMI: Apple TV, set top box de Vodafone, rúter, home cinema, DVD... El menú en pantalla los sitúa de derecha a izquierda, incluyendo las apps que descarguemos (Netflix, HBO, Amazon Prime, etc.), según las vayamos utilizando. Podemos mover los iconos para situarlos donde más nos guste y así organizar nuestra propia pantalla de menú principal.

La prueba de fuego es conectarse a YouTube y visionar cualquiera de los numerosos vídeos en resolución 4K, que nos darán una sensación de increíble definición, como si efectivamente estuviéramos en el lugar que muestra la imagen. El tamaño del panel hace que la experiencia sea muy inmersiva y en ocasiones lo que vemos parece más auténtico que la realidad misma. Sin embargo, conviene mantener una distancia mínima y no acercarse demasiado a la pantalla; dos metros es lo más adecuado.

Las emisiones convencionales en HD (720p /1080p) también se disfrutan con gran calidad gracias al reescalado. El alto contraste de la tecnología QLED consigue un visionado consistente independientemente de la luz que haya en la estancia. Samsung explica que «la avanzada funcionalidad HDR 1500 de estos televisores permite que los espectadores perciban cada detalle oculto con total claridad, sin ninguna pérdida ni distorsión del color».

De acuerdo con las especificaciones, los QLED TV pueden generar un pico de luminosidad de entre 1.500 y 2.000 nits, sin impactar en su capacidad para reproducir colores precisos. La citada aleación metálica Quantum Dot hace que el brillo no se vea comprometido al impulsar el rendimiento del color, algo que se mantiene independientemente de la amplitud del ángulo de visión. Aquí es necesario hacer una apreciación y es que los paneles curvos funcionan mejor cuando se está frente a ellos que en un lateral. Si la disposición de nuestra sala hace que varias personas vayan a estar sentadas a derecha es izquierda es recomendable optar por una pantalla plana.

La firma coreana ofrece tres series de QLED y las dos primeras dan la posibilidad de optar por pantallas curvas. La Q7C, en 55 y 65 pulgadas, y la Q8C, en 55, 65 y 75 pulgadas. La serie más alta de la gama (Q9C) solo se ofrece con pantalla plana, de 65 u 88 pulgadas. Este último modelo se dispara hasta los 17.000 euros, pero la unidad probada tenía un coste de 3.500. El modelo más económico (Q7F plano de 49 pulgadas) cuesta 1.800 euros.

Por último, mencionar el mando a distancia minimalista y de acabado metálico, que incluye la posibilidad de activar un micrófono para dar instrucciones de voz. Además, con la app Smart View se puede navegar fácilmente y controlar el televisor desde un smartphone o tableta, compartir los contenidos del móvil y disfrutarlos en la pantalla gracias a su misma interfaz.