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La huella dactilar del siglo XXI

José Antonio González MADRID / COLPISA

OCIO@

CHINA STRINGER NETWORK | Reuters

El reconocimiento facial ya es un sistema en el que confían instituciones, empresas y bancos

11 ene 2018 . Actualizado a las 15:55 h.

«Por la jeta» es una frase coloquial que significa gratis. De hecho, jeta está recogida en el Diccionario de la Real Academia Española y es un sinónimo de cara. Así que tener mucha jeta está de moda y es culpa de los smartphones, concretamente de Apple y su FaceID, que hasta la fecha parecía incorruptible. Pero no.

Y tampoco se les puede atribuir todo el mérito a los ingenieros del gigante de Cupertino. Ya en los años sesenta nacieron los primeros sistemas que reconocían caras y que hoy conocemos como biometría facial, que es lo que las grandes tecnológicas anuncian con pompa y fanfarria en los últimos meses.

Hay tecnología capaz de distinguir al usuario con gafas y con poca luz Estos primeros sistemas eran capaces de captar los rasgos de la cara tales como ojos, orejas, la nariz o, incluso, la boca. Debido a los pobres avances en este campo en aquellos años, el dispositivo solo era capaz de tomar una pequeña referencia y compararla con un patrón dado. Esta fue la base para comenzar a plantar los pilares de la biométrica facial y construir un entorno de seguridad. Con el nuevo milenio, los avances tecnológicos adquirieron velocidad de crucero y el reconocimiento facial llegó hasta los sistemas de vigilancia en la Superbowl estadounidense del 2001, donde se archivaron fotografías de los sistemas de vigilancia y se compararon con bases de datos digitales.

El avance de esta tecnología facial parece la gran candidata a ser coronada la como la huella digital de este nuevo milenio. Un sistema destinado a mejorar la seguridad en ciudades y espacios cerrados. Una nueva generación de cámaras está iniciando la conquista del viejo continente para identificar al instante a terroristas.

Un ejército que ya se prueba en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, y con tecnología española. Hasta nuestros días, la búsqueda de delincuentes se ha hecho mediante fotos, carteles, huellas digitales o restos de ADN.

Sin embargo, la revolución 2.0 también ha llegado a la seguridad. Hoy en día, un turista que pasea por las calles de Londres es grabado aproximadamente por 300 cámaras al día. Tan solo en la capital del Reino Unido hay instaladas cerca de 400.000. Todas ellas con el pretexto de la seguridad. Esta tecnología es capaz de identificar a las personas, consultar de inmediato las bases de datos policiales y alertar en tiempo real de la presencia de un terrorista o un delincuente fichado. Un avance tecnológico basado en el reconocimiento facial y que tiene sello ibérico.

Sus padres son Herta Security. Esta empresa catalana tiene el honor de haber creado el software de reconocimiento facial más rápido del y entre sus clientes figuran la UEFA o el Louvre.

Distinguir cambios de «look»

Seguridad en los bancos Inteligencia y deep learning son los pilares de esta tecnología, pero cuyos algoritmos son incapaces de tener la precisión del ojo y, sobre todo, la picaresca del ser humano. El famoso FaceID de Apple incorpora un sofisticado mapeo infrarrojo 3D de la cara del propietario del iPhone, al que se suma un modelado basado en inteligencia artificial. Con esto, su sistema es capaz de distinguir gafas, cambios de look o deficientes condiciones de luz. Por ejemplo, el sistema de reconocimiento facial del FBI está conectado a una base de datos de 160 millones de caras y tiene un margen de error del 15 %. Pero tiene un problema con los rostros negros. En el caso del software de Herta Security, en menos de un segundo procesa 30 millones de rostros registrados en una base de datos y es capaz de identificar si una persona está siendo buscada por la Policía. Pero en materia de seguridad, aún quedan pasos por hacer. Con FaceID, los expertos han tardado diez días en conseguirlo, pero es algo más complicado que hacerlo. Las herramientas utilizadas: una máscara de plástico 3D, silicona, maquillaje y recortes de papel. Todo por un poco menos de 130 euros. Los investigadores tuvieron que usar durante cinco minutos un escáner facial cerca de la cara del propietario del iPhone.

Una nueva generación de cámaras busca la identificación de terroristas A pesar de estar en proceso de aprendizaje, ya son muchos los gobiernos y empresas que se han apuntado a esta tecnología. En China, los semáforos están equipados con cámaras para pillar a los peatones imprudentes. En España, el reconocimiento facial está teniendo éxito en el sector de la banca. Caixabank deja acceder a su aplicación móvil con el sistema de Apple, mientras que BBVA permite desde noviembre del año pasado abrir una cuenta con un selfi para «dotar de sencillez un trámite tradicionalmente complejo», aseguran desde la entidad.