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YuMi, el robot que dirige a Andrea Bocelli y la filarmónica de Lucca

L. M. REDACCIÓN / LA VOZ

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El robot YuMI dirige a la orquesta filarmonica de Luca y al tenor Andrea Bocelli en Pisa
El robot YuMI dirige a la orquesta filarmonica de Luca y al tenor Andrea Bocelli en Pisa REMO CASILLI | Reuters

El aparato memoriza los gestos del maestro, pero no improvisa

14 sep 2017 . Actualizado a las 07:43 h.

Canta, Andrea Bocelli. Dirige la orquesta, el robot YuMi. El vínculo entre una partitura musical y el engranaje de una fórmula matemática es un postulado que se remonta a los antiguos griegos. En la noche del pasado martes encontró su confirmación más empírica sobre el teatro de Pisa cuando un robot se convirtió en el primer director de orquesta humanoide en transmitir a los músicos las ecuaciones sonoras que Verdi dejó escritas.

Un dispositivo de dos brazos creado por la empresa suiza ABB y bautizado como YuMi (un derivado de «you and me», tú y yo en inglés) levantó su batuta para dirigir a la Orquesta Filarmónica de Lucca y al tenor italiano Andrea Bocelli dentro del primer Festival Internacional de Robótica.

De las 18 piezas que se interpretaron en el concierto, YuMi condujo un total de tres, entre ellas la célebre La Donna E’Mobile, del Rigoletto de Verdi.

YuMi sigue de este modo, y supera, la estela del robot director Asimo, que se puso al frente de la Sinfónica de Detroit en el año 2008.

«Tuvimos que encontrar tiempo para entender sus movimientos. Cuando hallamos la manera, todo fue muy fácil», aseguró el director residente de la orquesta, Andrea Colombini, a varios medios. Él fue quien tuvo que encargarse de mover los brazos mecánicos durante los ensayos para que la máquina pudiera memorizar todos los gestos que debía ejecutar. El prodigio de conseguir que un aparato dirija una orquesta va vinculado, no obstante, a una ejecución perfecta de los músicos y sin imprevistos, ya que, en caso de que se produzca cualquier cambio en el ritmo, el robot YuMi no es capaz de improvisar o modificar el tono para salir airoso del error.

Según señaló Colombini, la máquina reprodujo todos sus movimientos con una precisión «insospechada», con una enérgica «fluidez de gestos» e «increíble suavidad en el toque». Todo ello con un técnica tan precisa como carente de sensibilidad humana. «El robot usa sus brazos, pero el alma, el espíritu, siempre provienen de un ser humano», aseguró.

Uno de los grandes retos de este proyecto fue el de lograr coordinar los movimientos del antebrazo, codo y muñeca para el uso de la batuta, ya que el fin original para el que fue diseñado este aparato de la suiza ABB es el trabajo en una línea de fabricación.