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Twitter y el paleolítico

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OCIO@

23 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace justo un año, el accidente de avión de Germanwings puso de relieve la cara más terrible de algunos espectadores de televisión, capaces de vomitar rabia y humor macabro, sin respeto a las víctimas, solo por la cancelación de su programa de cabecera. Ayer ocurrió de nuevo. Los atentados de Bruselas modificaron desde primera hora la programación de las principales cadenas, pero solo los seguidores más alborotadores de Mujeres y hombres y viceversa volvieron a mostrar su burda capacidad para morder a Telecinco, la mano que les proporciona cada día alimento para el espíritu.

No saben, ni les importa, que el objetivo de los atentados es demoler todo aquello en lo que se sustenta su modo de vida occidental, que incluye, entre otros miles de cosas, el derecho a ver programas zafios, opinar libremente y competir en las redes sociales a ver quién discurre la peor memez.

El ser humano evoluciona y fabrica trastos que permiten que cualquier persona pueda retransmitir acontecimientos en directo con un simple teléfono, como se demostró ayer en medio del horror de Bélgica con la herramienta de Periscope. Pero esa capacidad sideral para comunicarse con el mundo también se usa demasiadas veces para difundir exabruptos paleolíticos.