En enero del 2010 tuve un momento Rappel y escribí un artículo sobre el recién presentado iPad titulado «iBluff». Cinco años y 250 millones de tabletas de la manzana vendidas después, creo que me voy a abstener de hacer vaticinios sobre el Apple Watch, cuyo lanzamiento está previsto para abril. Según informó ayer The Wall Street Journal, la firma de Cupertino ha encargado a sus proveedores en Asia la fabricación de más de cinco millones de unidades, de los que la mitad corresponderán al Apple Watch Sport (la versión deportiva), un tercio al Apple Watch (el modelo clásico) y el resto a Apple Watch Edition (la edición de lujo, que cuenta con una caja en oro de 18 kilates). Puede parecer que las expectativas de la empresa liderada por Tim Cook son exageradamente optimistas, dado que los relojes inteligentes no acaban de cuajar en el mercado y la horquilla de precios irá desde 349 dólares a más de 4.000. Pero Apple es Apple y Steve Wozniak ya ha dicho que el reloj es una obra de arte y que todo el mundo «deseará» tener uno. O sea, que no se trata de la tecnología, sino de algo más emocional.