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Nueva York declara la guerra a la web de alojamientos Airbnb

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

OCIO@

El fiscal general pide los datos de 225.000 usuarios del sitio de Internet

18 nov 2013 . Actualizado a las 12:15 h.

Nueva York vive otra de esas batallas que de vez en cuando se producen entre sus residentes, o al menos algunos de ellos, y las autoridades. Esta vez, la ciudad está persiguiendo una de las prácticas más comunes entre los neoyorquinos: subalquilar tu apartamento o tu habitación mientras estás de vacaciones. Una práctica común desde siempre entre los habitantes de la ciudad debido, sobre todo, a que están sometidos a unos precios de alquiler que están entre los más altos del mundo.

Hace cinco años, esa práctica se institucionalizó gracias a la aparición de un sito en Internet que se convirtió en el intermediario perfecto: Airbnb. Se trata de una web en la que se inscriben las personas que quieren alquilar temporalmente su casa o su habitación. Airbnb promociona sus ofertas y garantiza el pago de los clientes que acceden al alquiler a través de la propia página. Airbnb no funciona solo en Nueva York, claro. La compañía opera en multitud de ciudades y países, pero, indiscutiblemente, la Gran Manzana es su negocio central.

Las autoridades de Nueva York comenzaron a perseguir esta práctica en el 2010. Entonces, el Estado aprobó una norma llamada «ley contra los hoteles ilegales» que prohíbe alquilar una habitación o un apartamento por períodos menores de 30 días si no están presentes. Es decir, de hecho se prohibía la práctica común entre los neoyorquinos de alquilar sus apartamentos entre una y cuatro semanas cuando se van de vacaciones.

El argumento que usaron los senadores estatales para apoyar la ley es que muchos inquilinos de multitud de edificios en Nueva York veían cómo personas a las que no conocían ocupaban durante un tiempo apartamentos en ellos. Como esas personas no eran los residentes habituales de esos apartamentos y, generalmente, estaban de vacaciones, eran mucho menos cuidadosas con la seguridad: dejaban las puertas abiertas, hacían ruido, ponían música alta? Es decir, hacían todo lo que los ocupantes habituales, preocupados por su seguridad, no harían.

Y comenzaron las inspecciones y las multas. En enero de este año, llegó la primera a un usuario de Airbnb. Nigel Warren tuvo que pagar 2.400 dólares porque el verano anterior había alquilado su habitación en el East Village tres días a una mujer a través de la web. Tres días en los que él no estaba en la casa. Es decir, incumplió la ley.

Pero las cosas no quedaron ahí. Hace un mes, el fiscal general de Nueva York fue mucho más lejos y reclamó a Airbnb los datos de las más de 225.000 personas que han alquilado sus apartamentos o sus habitaciones en la Gran Manzana desde octubre del 2010 a través de su web. Airbnb se ha negado por el momento a entregar esos datos porque defiende que hacerlo sería actuar contra la privacidad de sus usuarios. Un juez deberá decidir ahora sí acepta la negativa de Airbnb o si obliga a esta a cumplir la demanda de la Fiscalía. Dos grandes organizaciones de defensa de los derechos civiles en Internet apoyan la negativa de la compañía y una de las usuarias de Airbnb ha comenzado una campaña on-line para recoger firmas que apoyen a la empresa en su negativa. En pocos días, esa campaña que lidera la joven Mischelle de Brooklyn ha conseguido superar las 15.000 firmas. Y es que si la ofensiva del fiscal general sigue adelante, muchos neoyorquinos van a tener mucho más difícil a partir de ahora tomarse vacaciones. A la vez que muchos turistas deberán pagar mucho más por su estancia en la ciudad de los rascacielos.