Pacman o más popularmente conocido Comecocos se convirtió en el viodeojuego de toda una generación.
12 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.El Comecocos está de cumpleaños. Se creó en 1980 y basado en un cuento japonés, En una época de especial significación para todos los marcianos apareció un juego cuyo personaje se convertiría en icono mundial de una nueva generación. Pacmansupuso una revolución tal que probablemente no vuelva a ser visto algo semejante. La locura se desató en miles de chavales (y no tan chavales) por una bola amarilla comiendo puntos. Además, en un principio este increíble juego se llamó Puck-Man.-(Duende malo). Cuentan que su creador, Toru Iwatani, ideó a este amado personaje mientras contemplaba absorto una pizza que se estaba comiendo. Esta «idea feliz» comercializada masivamente en todo el mundo por Namco, ha resisitido con el paso del tiempo y la reedición del juego le augura vida para rato. De hecho, Pacman se ha convertido el símbolo de la compañía. El juego Ya en sus incios fue un éxito sin precedentes. El juego inicial era extremadamente sencillo y adictivo. La acción consistía básicamente en ir «comiendo» puntos a través de un laberinto, en el que había que evitar a los «fantasmas» (Inky, Pinky, Blinky y Clyde), que podían «matar». Aunque bajo una apariencia sencilla, se esconden una serie de complicadas estrategias que renuevan día a día la forma del juego. La leyenda en este juego es un norteamericano que consiguió una puntuación de 3.333.360 puntos consiguiendo llegar al nivel 255 con la primera vida. Billy Mitchell todavía ostenta el récord desde hace más de veinte años y genera la frustración en todos los jugadores del mundo. Este producto, que según CNN Money es «el videojuego más influyente de la historia» junto con Pong ha generado en su larga vida grandes beneficios a sus propietarios, y parece gozar aún de buena salud. En realidad estamos hablando de un juego que se estima que fue jugado más de 10.000 millones de veces durante el pasado siglo, según los cálculos de Twin Galaxies. Y lo que queda...