
Desde el sector del arrastre de fondo debemos empezar a exigir un respeto a todos los estamentos encargados de legislar sobre cuestiones pesqueras, especialmente desde la Administración comunitaria, pues parecen haberse propuesto defenestrar a este segmento de flota.
El arrastre, históricamente primer arte de pesca en acceder a mar abierto, en trabajar la plataforma hasta sus límites de cantil, va camino de ser exterminado por causas ajenas al espíritu que representa la pesca: su captura. Es tal la vorágine de tontería populista-ecologista que vivimos, que los análisis de las causas en pos de la supervivencia de la flora olvida la fauna y, puestos a interpretar, se vedan zonas, no porque los niveles del stock o ciertas especies estén en peligro de sobrepesca, sino porque corales y esponjas están supuestamente amenazados. Y puestos a prohibir, ¿por qué solo un 10 % del mar susceptible de ser trabajado? Vamos a cerrar un 30 %. ¿Quién da más? La ignorancia es de tal dimensión que están acotando el área de trabajo donde el esfuerzo, sobre todo tratándose del arrastre, va a incrementarse peligrosamente en el resto.
La reducción de arrastreros lleva asociada, además, la presencia masiva de especies fuera del control de la cadena trófica, el incremento de cría de pequeños peces, los mismos que dispersa el arrastre y que sirven de comida a merluzas, bonitos o caballas hacen que estos, bien cebados, no piquen el anzuelo.
Los últimos dos años la captura de caballa al chivo (anzuelo) se ha reducido drásticamente. En esta campaña no se ha agotado el cupo de bonito y los palangreros de fondo de Gran Sol viven su peor momento de la última década y acometen un cambio a redes de enmalle, con más impacto en el fondo marino que el del pincho.
Ante la abundancia de pesca, lo que no se puede es actuar sobre la forma natural de su extracción. Es decir, la mano del legislador influye en perjuicio de lo que pretende proteger. El arrastre, que se ha caracterizado en el último siglo y medio por servir de filtro de mantenimiento en el equilibrio biológico de las distintas artes, va camino de desaparecer por la ineptitud de quien debiera tener la capacidad de observar e interpretar lo que no reflejan sus estadísticas. Un mar sin arrastre de fondo, dominado por un arrastre europeo pelágico, no será un mar sostenible, máxime cuando estamos esperando la «batalla de los molinos de viento».