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La descarbonización de la pesca: nuevo frente abierto entre flota y ecologistas

e. a. REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

S. Serantes

Oceana plantea vetar el arrastre y gravar el gasoil pesquero para lograrlo y Europêche arremete contra una simplicidad que no hará más que convertir al pescado en un artículo de lujo y abrir las puertas a otras producciones menos controladas

02 feb 2023 . Actualizado a las 21:22 h.

Sector pesquero y organizaciones ecologistas tienen claro que avanzar en la descarbonización de la actividad es factible. Incluso que es posible alcanzar la neutralidad carbónica en el 2050. Y deseable. Dado el precio actual del gasoil, es la pesca la más interesada en esa ruptura con los combustibles fósiles que persigue la UE en todas sus actividades económicas. Claro que las soluciones que proporciona Oceana en el informe que presentó ayer para acelerar esa catarsis energética no son precisamente las que más convienen a los profesionales pesqueros. Sobre todo porque coloca la soga al cuello a una parte de ellos: los arrastreros.

Defiende la agrupación conservacionista que, simplemente con vetar esa arte «ineficiente» -dado que «emplea 11 litros de gasoil para capturar un kilo de pescado»— y su reconversión hacia otras artes con menos impacto, el consumo de combustible se reduciría un 34 %. No solo eso. Además, dejaría de amenazar a los depósitos de carbono azul que los océanos han secuestrado.

Según los ecologistas, esa liberación «posiblemente suponga entre 10 y 15 veces la cantidad emitida por el combustible quemado durante la actividad de pesca» en sí. Lo de «posiblemente» viene a que, como apuntó el autor del informe, el investigador François Bastardie, se requiere más ciencia para identificar esas áreas en las que los océanos mantienen el dióxido de carbono (CO2) y cuantificar cuántas toneladas tienen como rehén, dado que las áreas marinas ni los espacios red Natura 2000 se han establecido en función de dónde están esos depósitos de carbono azul.

Aún así, Oceana se aferra al artículo 17 de la política común de pesca (PCP), que aboga por dar más posibilidades de pesca a las artes con menor impacto ambiental y más beneficio socioeconómico, y propone expropiar las cuotas de los arrastreros para reasignarlas a métodos de menor impacto en el fondo marino.

Reducir la velocidad de navegación cuando se va en ruta al caladero —supondría un ahorro del 15 % en el consumo, calculan—, adoptar las innovaciones tecnológicas en artes de pesca y adaptar los buques para funcionar con nuevos combustibles y motorizaciones —híbridos o eléctricos— son otras de las soluciones propuestas, aunque admiten las dificultades que en esta transición impone la legislación comunitaria al no permitir incrementar la capacidad de los buques.

Ahí estriba uno de los puntos de encuentro entre sector y ecologistas. Como mejorar el diseño de las artes de pesca y la eficiencia de los buques, modificar las hélices, uso de materiales ligeros y nuevos sistemas de refrigeración... Pero poco más. Mucho menos comparten la necesidad sugerida por los ecologistas de gravar el combustible pesquero, pues mantenerlo exento de impuestos «desincentiva la descarbonización».

«Simple» y «sesgado»

El sector pesquero subraya que, mientras no tenga otra alternativa de propulsión, un impuesto al gasoil es una penalización y no supone un incentivo. La patronal pesquera europea, Europêche, arremete contra un informe «demasiado simplista». Tanto como «sesgado», pues achaca la reducción de las emisiones de la industria pesquera (un 50 % desde 1990, año de referencia en el protocolo de Kioto) se debe a la desaparición de la flota y no a los esfuerzos por reducir su huella. Sin embargo, «la flota también ha reducido la potencia de los motores en una media del 59 % respecto a ese año y las nuevas tecnologías han permitido un desarrollo continuo en eficiencia energética», señala Javier Garat, presidente de la organización empresarial.

Europêche tachó de simplistas las soluciones que ofrece Oceana, que cree haber dado con la fórmula de «pescar menos y ganar más», como dijo la directora de comunicación de Oceana en Europa, Vera Coelho, sin atender a que la pesca es una «actividad global y la constante erosión de la flota de la UE hará que el pescado se convierta en un lujo para grupos de población privilegiados». El resto tendrá que comer lo que llega de China y otros países a los que no les han pegado un tiro en el pie con una descarbonización para la que no dispone de soluciones. No todavía.