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A la flota española le sobra bonito del norte por primera vez desde el 2015

S. S. REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Imagen de archivo de una descarga de bonito en Burela, puerto que lidera las ventas de ese túnido en Galicia
Imagen de archivo de una descarga de bonito en Burela, puerto que lidera las ventas de ese túnido en Galicia Xaime Ramallal

Tras años agotando el cupo prematuramente en agosto, aún le quedan 1,4 millones de kilos

04 nov 2022 . Actualizado a las 04:45 h.

A 6,70 euros de media le pagaron el kilo del bonito de norte en la lonja de Celeiro a un barco cántabro que lo pesca con cebo vivo, uno de los contados españoles que continúan capturándolo. Son piezas grandes, de entre 12 y 18 kilos, el doble del tamaño medio en verano, y su cotización en primera venta también supera el promedio estival. A mediados y finales de agosto acabó la flota gallega, asturiana, cántabra y vasca la cuota nacional en los cuatro años anteriores. Prematuramente, porque en el 2017 y en el 2016 la costera se cerró en octubre. Por primera vez en ocho años, a los pesqueros del noroeste les sobra cupo del Thunnus alalunga. Ahora que arranca noviembre, aún podrían capturar 1,4 millones de kilos, pero todo apunta a que gran parte de esos atunes blancos no picarán en los anzuelos y regresarán al oeste del Atlántico.

Para recordar una campaña en la que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación no tuviese que cerrar esa pesquería estacional hay que remontarse al 2015, cuando la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat, por sus siglas en inglés) no limitaba las cantidades de bonito. Desde entonces, España agotó su cuota a principios de octubre dos años y entre el 16 y el 25 de agosto en los que van del 2018 al 2021.

Ha sido una costera atípica esta del 2022. Comenzó a mediados de mayo, cuando navegó rumbo a las Azores la avanzadilla de la flota que cambia sus pesquerías habituales para dedicarse al bonito. Los primeros de la temporada se vendieron, un año más, en Avilés, donde la cadena de supermercados Alimerka paga precios únicos en una subasta de marcado carácter promocional bautizada como la del «campanu del mar». Volvió a batirse un nuevo récord con una cotización para las primeras piezas de 369 euros el kilo, multiplicando por casi 100 el precio medio de la campaña. Satisfizo, lógicamente, a la tripulación del barco de Cedeira Siempre Peco.

De junio a agosto

A mediados de junio, como los grandes bancos de ese túnido se habían adentrado en el Cantábrico, parecía que la campaña iba a ser tan corta como las anteriores. Sin embargo, ya en julio, los cardúmenes se alejaron de la costa y subieron hasta las inmediaciones del sur de Irlanda. Eso retrajo de sumarse a la costera a buena parte de los barcos de bajura que en campañas anteriores lo capturaban aprovechando su cercanía al litoral. Otro factor determinante fue que picaba menos que otros años, tanto para los barcos de cebo vivo (vascos y cántabros, mayoritariamente), como para los que lo atraen con señuelos artificiales, a la cacea o al curricán (asturianos y gallegos).

A principios de agosto ya estaba claro que el propio atún blanco había frenado la «pesca olímpica» que caracterizó las campañas precedentes. Caía en los anzuelos «pausadamente», por razones aún por explicar, comentaban vascos que en años anteriores se llevaron muy pronto la mayor parte de la cuota española.

Repuntaron y se aceleró el ritmo de capturas a finales de agosto, continuando el ir y venir de los bancos hacia el oeste, el este y el norte, distanciándose de la costa y acercándose a ella. A principios de septiembre también daba la impresión de que se avecinaba el fin de la costera. Tampoco se hizo realidad ese pronóstico porque, otra vez más, se ralentizaron las descargas. Ese mes y el pasado los cardúmenes se aproximaron en varias ocasiones a Galicia. Tras ellos, las flotas española y francesa e irlandesa, estas de arrastre pelágico, un arte prohibido en España.

A cuentagotas en octubre

Rozando el ecuador de octubre los desembarcos de barcos españoles rondaban el 90 % de los 18,12 millones de kilos que podían capturar este año. Pero pesqueros gallegos y asturianos ya habían decidido no continuar con la campaña. No así los vascos y cántabros, que la estiraron hasta días atrás, cuando los grandes bancos se concentraron otra vez frente a Galicia.

Probablemente porque quedaban pocos boniteros en el mar, Pesca optó por no cerrar de modo precautorio la costera tras haberse consumido más del 90 % de la cuota. Suponía, y los hechos le han dado la razón, que no sería necesario porque había más que suficiente. El 7 de octubre la flota nacional había desembarcado 16,3 millones de kilos. Diecisiete días después, el 24, los registros oficiales decían que llevaban 16,63; y el 31 de octubre, 16,67. Si por cuota fuera, en estos primeros días de noviembre aún podrían pescar 1,44 millones de kilos, pero no lo harán.

Con Burela de líder indiscutible, las lonjas gallegas facturaron 9,5 millones de euros

Apenas quedan en Burela barcos que en verano dejen sus pesquerías habituales para dedicarse al atún blanco. De contar con alrededor de cien, ya hace años que no es el puerto gallego con más boniteros, pero sí se mantiene como el principal mercado de ese túnido fresco. Vuelve a confirmarse como líder indiscutible en este 2022, cuando ha vendido 1,2 millones de kilos de ese pescado azul con los que ha facturado casi 5,6 millones de euros. Son, respectivamente, el 61,5 % de los 2 millones de kilos movidos en cuatro lonjas gallegas y el 58 % de los 9,5 millones de euros.

Sin «pesca olímpica», y con una campaña mucho más larga, Galicia comercializó más bonito que en los ocho años anteriores, cuando osciló entre los 1,49 millones de kilos del 2016 y los 2,02 del 2019. Estadísticas oficiales de PescadeGalicia también indican que ha sido la mejor facturación, 9,5 millones de euros, 2 más que en el 2021. Si bien el precio medio, antes de tasas e impuestos, de 4,55 euros el kilo superó en 58 céntimos al de la costera anterior, solo son 10 céntimos más por kilo que los 4,45 euros del 2017.

Hasta el 2015 todo era diferente

Que la limitación de capturas de atún blanco incide en las ventas e ingresos en Galicia lo acredita que entre el 2015 y el 2012 se subastaron en las lonjas entre 2,2 y 3,6 millones de kilos, con facturaciones que oscilaron entre 9,1 y 12,6 millones de euros. Pese a que la inflación ha disparado este año los costes de las empresas, las cotizaciones medias de esos años no distan demasiado de los 4,55 de este pues fluctuaron entre 3,5 y 4,15 euros el kilo.