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Los héroes del mar se extinguen

E. Abuín ACEBUCHE (DOÑANA) / E. ESPECIAL

PESCA Y MARISQUEO

Guillerno L.

Representantes de la flota de bajura y de altura comparten el hastío y hartazgo de unos profesionales de la pesca sometidos a una presión sin precedentes y sin obtener el reconocimiento social justo cuando más han avanzado hacia la sostenibilidad

28 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ser pescador es algo vocacional. De otra forma no habría ni uno solo. Y mucho menos ahora, perseguidos «por tierra, mar y aire», asediados por legisladores alejados del mar y sin reconocimiento alguno por parte de la sociedad. Más correcto sería decir desconocimiento. Entender que hay conexión entre el pescador que se sube a un barco y esas gambas, sardinas y calamares que pueblan las mesas de los hogares y esos espectaculares meros, doradas o sanmartiños por los que se pelean los afamados chefs. Productos de primera calidad, sostenibles, que contribuyen a la salud y a la economía de las zonas costeras», expuso Carmen Díaz, presidenta de la Federación Nacional de Pesca Artesanal, una entidad que agrupa a asociaciones de profesionales de artes menores de Andalucía, Levante, Cataluña, Canarias y también Galicia.

En la segunda jornada del Encuentro de los Maresel congreso itinerante de Vocento que aúna ciencia, pesca y gastronomía— Díaz lanzó un SOS para la pesca en general y la de bajura en particular. «De nosotros depende salvar la pesca artesanal», clamó, al tiempo que demandó una mayor empatía con la situación del pescador, porque, de seguir así la situación, «en dos generaciones ya no quedarán pescadores», aventuró la representante de la pesca de artes menores.

No tan apocalíptico, Javier Garat, secretario general de Cespesca —que participó representando a la flota de altura, aunque apuntó que también hay barcos artesanales en la confederación—, también alertó de la falta de reconocimiento hacia un colectivo que se afana por hacer una pesca sostenible y garantizar la seguridad alimentaria como auténticos héroes. No merecen otro calificativo quienes deben de hacer frente a un medio hostil, pero también afrontar la «falta de relevo generacional, cumplir normas imposibles, soportar la presión...» Por eso «cada vez quedan menos héroes».

El problema de la comunicación

Díaz y Garat admitieron que la pesca tiene un problema de comunicación. De no saber hacer llegar su función vital en la cadena de suministro y sus esfuerzos por cuidar eso de lo q viven. Ni siquiera ahora que la FAO ha certificado que el 82,5 % del pescado desembarcado procede de poblaciones gestionadas de forma sostenible ha mejorado su percepción. Ni social, ni medioambiental. Han intentado remediar esa carencia varias veces, pero lo harán una más. A eso obedece la constitución de Pesca España, una iniciativa de las organizaciones de productores llamada a cubrir esa laguna y promocionar tanto el consumo de pescado, que, según Garat ha caído un 25 % en 14 años, como para poner en valor lo que hace bien el sector. Que no son pocas: usar puertas voladoras para reducir el impacto del arrastre en el fondo, colocar líneas espantapájaros en los palangres para evitar la captura de aves, objetos para atraer los bancos de atún antienmallantes y en breve serán totalmente biodegradables, retirar cuanta basura marina encuentran para que después se convierta e tenis y anoraks... Todo para demostrar q son sostenibles y respetuosos con el medio del que viven.

Laura Rodríguez, directora de MSC para España, explicó los requisitos que debe cumplir un pescado para merecer ese sello azul que certifica la sostenibilidad: el buen estado de la especie objetivo, el impacto que el arte de pesca causa en el medio y la gestión de la pesquería.

 En el Palacio de las Marismillas, Vicente Ruiz, experto en historia naval y gastronomía histórica, ofreció una conferencia sobre los alimentos que se llevaron en la Expedición Magallanes-Elcano. Sí, claro, había pescado, pero no tanto como vino y aceite de oliva.

¿Qué superalimentos azules pueden acabar con el hambre en el mundo?

E. Abuín

El mundo progresaba adecuadamente hacia el hambre cero —objetivo 2 de esas metas que se ha marcado para el 2030— cuando tres elementos disruptivos globales han venido a tirar abajo muchas de las conquistas logradas por el camino. Una pandemia de covid, el cambio climático y una guerra en Ucrania —a lo que aún podría añadirse una plaga de langosta en África—, se han cobrado como rehenes a 300 millones de personas más que ahora no son capaces de cubrir sus necesidades nutritivas, según la FAO. Entre el 2015 y el 2021 ha subido del 8 al 9,8 % la población con desnutrición; además, 40 millones de personas pasan hambre por la guerra de Ucrania y 3.100 millones casi no tienen medios para hacer frente al coste de una dieta saludable.... Es «hora de repensar los sistemas alimenticios», sentenció Carlos Duarte, catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad Rey Abdullah de Arabia Saudí. Y hay que hacerlo antes de que un nuevo evento disruptivo se cobre más víctimas en forma de obesidad, malnutrición, desnutrición, enfermedades cardiovasculares o directamente hambruna.

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