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Aparición y evolución de los primeros boniteros de acero en A Mariña

José Pino, capitán de pesca

PESCA Y MARISQUEO

ARCHIVO JOSÉ PINO

La galerna de 1961 en el Cantábrico abrió un debate sobre seguridad en la pesca y dos años después se botó el primero

25 sep 2022 . Actualizado a las 18:06 h.

La galerna de 1961 en el Cantábrico supuso un cambio drástico del trabajo en la mar, sobre todo en las poblaciones afectadas donde la emigración hacia la marina mercante extranjera ganó adeptos. Se abrió el debate de la seguridad, al extremo de prohibirse la construcción de popas de abanico (popa de pato o rabo de gallo) y la implantación de créditos gubernamentales dirigidos a la renovación y modernización de la flota pesquera. Los astilleros de ribera vivieron un impulso importante en la década de los sesenta del pasado siglo, crecían las esloras y los tonelajes en la flota de bajura o bonitera donde se evolucionaba a barcos cada vez más grandes. Pero la seguridad y la modernidad solicitaban un paso más que había que dar fuera del ámbito local: la construcción en acero requería del uso de astilleros vigueses o gijoneses. Para entonces Coruña tenía talleres de montaje como José Valiña o Salvador Correa pero no construían, en Ferrol los Astilleros del Noroeste (Astano) que comenzaron con el acero en 1941 con la pareja Tabeiron-Cachalote, de 29 metros de eslora (renombrada Tabeiron-Tabeiron Juan) cubría los pedidos de armadoras del arrastre con unidades superiores a los cuarenta metros de eslora.

CAPITÁN JOSÉ PINO

La fiebre de los encargos

El panorama nacional vivía la fiebre de los encargos de la flota bacaladera de Terranova, las playas de Francia y un Gran Sol que vivía el empuje de las grandes capturas y la sustitución de los viejos trawlers y bous de vapor. Aunque Astilleros H. J. Barreras de Vigo construía, en hierro primero y luego en acero remachado, pesqueros desde 1927 con la pareja Castilla-Aragón de 30 metros de eslora (más tarde renombrados Miguel A.-Andrés G.) ocupó la década de los sesenta con la puesta en escena de la flota congeladora para aguas del Atlántico sur de las grandes armadoras, como la Casa Mar y Massó.

CAPITÁN JOSÉ PINO

Jose Domingo (VI-5-8579 E.E.R.X.)

Domingo Fernández Martínez, «Carrizo», era una de las casas armadoras dominantes en la pesca de Celeiro en la década de los sesenta, junto a sus tres hijos (Ramón, Domingo y José) operaban el Madre Concepción y el Nuevo Ramoncito con evidente éxito y en pugna con la casa de los Manzanos, la otra armadora con flota de tres barcos. La rivalidad les llevaba a progresar, al encargo en 1963 de los hermanos Pino Sánchez de un bonitero en los astilleros Bedua de Zumaya (Páxaro Blanco) los hermanos Fernández Pino contestaron con un encargo similar a David del Riego en Foz, pero los contactos y amistades de los Carrizos con la flota bonitera de la ría de Vigo les llevó a dar un giro que sería determinante en la evolución de estos armadores. Astilleros Santodomingo en Vigo había botado su primera unidad de acero en 1961, el Brisca, un arrastrero de 35 metros que no consiguió el efecto que esperaban comercialmente.

En 1963 botaba la terna Generosa, Aleluya y Vicedo, pequeños arrastreros de 23.50 metros de eslora y 115 toneladas en la que sería la primera unidad de acero en A Mariña (La Voz 30.01.2021). En 1964 los hermanos Fernández Pino encargan al astillero vigués un pesquero polivalente (arrastre-cerco), el 27 de julio de 1965 es botado el bonitero José Domingo de 27.10 metros de eslora, 6.47 metros de manga, 153 TRB, equipado con un Deutz de 575 H.P. y con un radio de acción de 5.352 millas a 9.27 nudos, construcción 337 de Santodomingo que forma terna con sus hermanos Perla Marina, para Felipe Pagay de Bermeo, y el Ramsés de Puerta Oviedo en Vigo. A principios de 1966 llega a Celeiro y aunque su primer oficio es el arrastre con buenos resultados, su destino será la pesca de bajura, dedicándose a bonitos a tanque y cacea e incluso palangre de superficie a las órdenes de Domingo Fernández. Su dedicación a volantas en los cantiles franceses de la mano del menor de los hermanos, José Fernández (Che do Carrizo), hizo de esta unidad uno de los barcos punteros del puerto. En 1982 sufre una reforma de cierre total en los coruñeses Talleres de la Cooperativa del Mar en Oza. En 1986 se adhiere a la sociedad Pesquera Fernández Pino S.A. En 1988 pasa al registro de A Coruña CO-2-3851 junto al Concepción Pino y el Hermanos Fernández Pino que permanecían foliados en Vigo.

CAPITÁN JOSÉ PINO

Censo de los 300

Tras la entrada de España en la UE forma parte del censo de los 300 donde operará como palangrero de fondo con base en Celeiro. En febrero de 1993 es adquirido para Avilés por la sociedad Murcia Arias S.L. renombrada en 1995 Galiana Armadores S.L. bajo la gerencia de Ramón Arias Fernández. En febrero de 1997 causa baja en Desguaces La Arena S.L. sustituyéndolo el palangrero de nueva construcción Jesús de Galiana.

Mari Pepa Gutiérrez/Yosu Eneko

Los dos primeros barcos polivalentes de acero de la flota de Gijón provienen del astillero zumaitarra Balenciaga y montaje de Talleres Guria, encargados por José M. Gutiérrez Menéndez y el patrón de pesca luanquino Ramón Artime, de 25.20 metros de eslora y 6.50 metros de manga, desplazan 129 TRB y equipan un Badouin de 400 H.P. con pala reversible. El Manolita Suárez GI-4-1733 se estrena el 26 de mayo de 1967 para la costera del bonito a las órdenes de José García «Pepuco», el Mari Pepa Gutiérrez GI-4-1746 sale arranchado tras sus pruebas de mar el 23 de febrero de 1968 desde Pasajes a la pesca de arrastre mandado por Ramón Artime «Cachán».

En 1971 los dos barcos serán vendidos a Burela: en julio el Mari Pepa Gutiérrez para los hermanos López García y Federico Cayón pasando a engrosar la flota de arrastre coruñesa de fresco, en diciembre el Manolita Suárez (renombrado Yosu Eneko) es adquirido por Ramón Eijo, José Baltar y Fermin Otero para la pesca de arrastre de litoral y bonito a cacea con base en Burela.

Arrastreros puros

Aunque el Amado, Costa del Sol y Elife, primeros burelenses de acero, estaban en activo desde 1968, habían nacido como arrastreros puros sin variar su oficio a lo largo de su vida marinera en el puerto de A Coruña.