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Bonitos podridos tirados por pelágicos le destrozan la pesca a barcos gallegos

s. serantes REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Túnidos destrozados y podridos descartados por pelágicos franceses y/o irlandeses que se colaron en las redes de arrastreros gallegos
Túnidos destrozados y podridos descartados por pelágicos franceses y/o irlandeses que se colaron en las redes de arrastreros gallegos cedida

Una inspección revela cómo los descartes de galos e irlandeses machacan las capturas y dañan los aparejos

18 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se repite año tras año, desde el ecuador del verano, cada vez que los arrastreros pelágicos de Francia e Irlanda se aproximan a la costa española siguiendo a los pesqueros artesanales de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco porque han localizado los bancos de bonito del norte. Por los «costes desproporcionados de almacenaje y manipulación en mar y tierra» de túnidos tan deteriorados que les resulta imposible vender, la Unión Europea (UE) les permite a los galos y los irlandeses tirarlos al mar sin descontarlos de sus cuotas. Legalmente hay un tope, el 5 % del cupo anual de cada país. Cuando esos pescados se hunden en áreas donde faenan los arrastreros de litoral españoles, suelen acabar en sus copos, destrozándoles la pesca porque machacan el pescado y dañan los aparejos. Por primera vez, una inspección oficial revela el alcance de un problema reiteradamente denunciado.

Sucedió estos días, cuando las flotas española, francesa e irlandesa faenaban cerca de las costas gallegas, donde se concentraban cardúmenes de atún blanco. Desde el patrullero militar español Arnomendi, un inspector de pesca embarcó en un arrastrero gallego que pescaba en la misma zona para supervisar su actividad, su documentación, sus equipos, sus aparejos... Llegó cuando el buque, que operaba en pareja, comenzaba a recoger el primer lance del día.

Testigo directo de la maniobra de virado, el inspector constató como los alrededor de 18.000 kilos de bacaladilla o lirio capturados se repartían entre los dos buques. Ese pescado blanco era el objetivo de los arrastreros gallegos, no el medio centenar de bonitos que se colaron «en estado de putrefacción, muertos de hace días». Inservibles, «deben ser retirados del copo», reza el acta de una inspección grabada y documentada con fotografías.

Daños en la red y el pescado

Los túnidos, podridos y en descomposición, aparecieron en distintas partes del aparejo, dañando «la red en varias zonas» y dificultando la recogida hasta el punto de que se prolongó durante dos horas, más de lo habitual.

El patrón del arrastrero donde el inspector de pesca cumplía con su misión lamentaba la indeseada aparición de los bonitos putrefactos porque le machacaron toda la bacaladilla que habían capturado. No valía para vender para consumo humano, subrayó, pero la inspección le advirtió que no podía descartarlo, debía declararlo y restarlo de la cuota del barco, contabilizarlo como si fuese a obtener beneficios.

Perdieron más de 13.000 euros

Acató la orden, pero hizo constar que le acarreaba pérdidas a la tripulación y al armador. Además de los desperfectos en los aparejos, los cerca de 13.000 euros que podrían pagarle por los 18.000 kilos de lirio, aplicándole la cotización media de 0,70 euros por kilo en las lonjas gallegas. Una opción sería venderlos para harina, lo que con suerte les reportaría unos 1.800 euros.

Pese a los evidentes costes de captura y manipulación a bordo y en tierra, a los arrastreros gallegos les prohibieron tirar al mar esas bacaladillas sin salida comercial. ¿Por qué? Por no estar incluida entre las que podrían descartar aplicando alguna de las exenciones posibles. Por los daños que presentaban al machacarlas en el aparejo los bonitos podridos, una posible alternativa sería equipararlas a pescados estropeados por depredadores, que tampoco se aceptan en los mercados.