Como decía en mi artículo anterior, antes de llegar al porqué de la abundancia o desaparición de ciertas especies marítimas de interés comercial, debemos profundizar en los frentes oceánicos y los efectos upwelling.
Sabemos que el plancton y las sales minerales son el origen de la vida en la mar. El fitoplancton procedente del reino vegetal es el primer eslabón y se nutre de las sales minerales. A su vez, el fitoplancton alimenta al zooplancton y este sirve de alimento a otras especies para cerrar el ciclo biológico. El tycoplancton es una especie de fitoplancton de mayor tamaño, formado por restos de algas en suspensión y que también nutre al zooplancton. Estos son los ingredientes básicos de la vida en la mar; pero a estos organismos hay que ponerlos en movimiento para que cumplan con su cometido. Llegamos pues a los llamados frentes oceánicos, verdaderos motores de la biología pesquera.
Fijémonos en un frente meteorológico. Vemos en televisión y en los periódicos cómo los mapas del tiempo nos muestran unos trazos que llamamos frentes. Bien sean frentes fríos o cálidos que se forman cuando las líneas de isobaras bajan o superan la presión atmosférica normal. Pues lo mismo ocurre en la mar, cuyas alteraciones podríamos representarlas por múltiples trazos horizontales y verticales que no serían consecuencia de la presión sino de la temperatura: las llamadas líneas isotérmicas. Y al igual que en los frentes atmosféricos se producen precipitaciones y toda clase de fenómenos meteorológicos, también en los frentes oceánicos se genera y concentra la actividad biológica que da origen a la vida de los mares y por tanto a las especies.
Después de que el japonés Uda M. iniciase las primeras teorías acerca del upwelling, fue el estadounidense Cromwell quien relacionó los frentes oceánicos, las plataformas continentales y la generación de procesos upwelling en las costas, islas, cabos y bahías. «En donde haya un frente meteorológico, habrá un frente oceánico», dejó dicho. Así, a los cambios bruscos de temperatura que se producen en la atmósfera corresponde un efecto similar en los océanos.
Podemos deducir pues que las borrascas que nos frecuentan facilitan la riqueza de nuestra plataforma continental, al ayudar a formar los frentes oceánicos y el consiguiente aporte de nutrientes por los efectos upwelling. Pero existe un elemento primordial para que todo este proceso sea posible: el llamado Gulf Stream. Sin su aporte de agua cálida procedente del mar Caribe, nuestras costas, ni de lejos serían tan ricas. La inmensa corriente del Gulf Stream, alterada en su intensidad por los frentes meteorológicos, en su choque con nuestra plataforma continental, provoca movimientos giratorios que levantan las sales minerales del fondo, dejando que las corrientes las transporten a lo largo de nuestras costas.
¿Y todo eso para qué? Volvamos al fitoplancton. La palabra plancton significa errante, que no tiene movimiento propio, sino que se deja transportar por las corrientes. Pero además, se trata de un ser estenotermo, y por tanto, al no admitir cambios de temperatura, muere precisamente en donde la Corriente del Golfo choca con la más fría temperatura de nuestras costas.
El zooplancton, esas pequeñas larvas y minúsculos organismos vivos, están allí para alimentarse en donde muere el fitoplancton. Y detrás de esos pequeños cardúmenes de seres vivos, acuden a comer todas las demás especies. Vemos pues de que manera el conocimiento de los frentes oceánicos y las corrientes nos pueden ayudar a comprender la escasez o la abundancia de ciertas especies en diferentes épocas del año. Y gracias por permitir que, mientras siga el calor, me equivoque en mis consideraciones acerca de la pesca en Galicia.
Continuará.