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El covid asestó un golpe de 29.000 millones al negocio de la pesca de recreo

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Aficionados a la pesca lanzando las cañas en un puerto gallego (foto de archivo)
Aficionados a la pesca lanzando las cañas en un puerto gallego (foto de archivo) Oscar Vazquez

Una investigación revela el fuerte impacto en la salud de los aficionados

29 nov 2021 . Actualizado a las 10:39 h.

Más de medio centenar de investigadores de todo el mundo firman un análisis sobre el impacto que la pandemia de covid-19 ha tenido en la pesca marítima de recreo a nivel mundial. Y en sus conclusiones destacan que la crisis sanitaria impactó fuertemente en esa rama de la economía azul, asestándole un golpe de 29.000 millones de euros, lo que supone aproximadamente la mitad de los gastos anuales generados por los pescadores aficionados de todos los continentes.

Ese cálculo se ha hecho teniendo en cuenta la pérdida de inversiones y costes de funcionamiento que han apuntado los recreativos y que es de 505 euros de media durante el tiempo de las restricciones. Si se multiplica esa cifra por el número de pescadores deportivos marinos que hay en el mundo —que según estimaron en el 2010 estimaron los investigadores Andrés Cisneros-Montemayor y Ussif Rashid Sumaila es de 58 millones de personas— se llega a la conclusión de que la dentellada en la economía de este sector sería de 29.000 millones de euros. Y eso que hubo Estados, como los Países Bajos en los que no hubo restricción alguna a la afición y otros, como Polonia, que incluso incentivaron la práctica, hace ver Pablo Pita, investigador del el Centro Interdisciplinar de Investigación en Tecnologías Ambientales (Cretus) de la Universidade de Santiago de Compostela.

No aparece cuantificado el impacto global en España, aunque el estudio sí recoge que en el Mediterráneo catalán, a raíz de las restricciones, dejaron de realizarse 110.000 salidas de pesca con caña en tierra, 42.000 pesca con caña en barco y 10.000 viajes de pesca submarina. Otro apunte que dan es que, a partir del gasto medio estacional por día de pesca de los pescadores recreativos, los expertos consultados estimaron una posible reducción de los gastos directos e indirectos en transporte, comidas, aparejos y otros gastos relacionados, alcanzando los cinco millones de euros en el 2020, solo en Cataluña.

Tampoco aparece el impacto en Galicia, pero un estudio del 2018 cifra en cien millones de euros el negocio que genera la pesca recreativa en la comunidad, explica Pita. 

Encuesta en 15 estados

Pero las heridas que ha dejado la pandemia en este sector no han sido solo económicas. También se han constatado daños en la salud de los aficionados que se han visto privados de lanzar las cañas por las medidas adoptadas en cada país para contener la expansión el virus. No poder practicar su deporte influyó en la reducción de la actividad física y en el consumo de pescado. Y esa contención derivó, según los aficionados consultados en un peor estado de ánimo, mayor preocupación dificultades para conciliar el sueño y mal humor. Todo eso aparte de la frustración de un primer momento, cuando en España se levantaron las restricciones y se permitió nadar, surfear y navegar, pero no pescar. Eso sí, cuando se autorizó la afición y con la hostelería y el ocio cerrado, la afición a lanzar la caña ganó nuevos adeptos.

Otro apunte del estudio es que «el estrés derivado de la situación de confinamiento y de las restricciones para acceder a su actividad de ocio preferida afectó más a los pescadores empedernidos y a los que viven en regiones no costeras».

 Así las cosas, no es extraño que entre las recomendaciones que hacen los autores del estudio para futuras pandemias esté permitir «un acceso controlado y seguro a la pesca marítima recreativa» pues «proporcionaría beneficios para la salud y el bienestar de las personas y contribuiría a reducir los impactos socioeconómicos negativos», especialmente para la población más vulnerable, «como mayores, refugiados, inmigrantes, o personas con pocos recursos que dependen de la pesca como fuente de alimento». El estudio, publicado en la revista Frontiers in Marine Science, es producto de una consulta con expertos de 16 países, así como una encuesta internacional a cerca de 6.000 pescadores recreativos de 15 Estados, que incluía preguntas diseñadas para captar la heterogeneidad de los aficionados en relación con su comportamiento, sus habilidades, sus conocimientos técnicos, y su implicación en la pesca, han aclarado en un comunicado los participantes, entre los que están los investigadores Pablo Pita y Gillian Ainsworth y los profesores Manel Antelo y Sebastián Villasante, del Cretus de la USC. 

Beneficios para el medio ambiente a pesar de la avalancha de nuevos aficionados

El lado bueno que destacan los expertos que han participado en el estudio es que esa menor presión humana, al frenarse tanto la pesca recreativa como la comercial, trajo «beneficios para los ecosistemas marinos» en general y para algunas especies en particular. En Europa, el besugo, por ejemplo, o la lubina tuvieron un respiro. Además, la limitación de las actividades marinas contribuyó a la reducción de efectos humanos como la contaminación y el ruido, y eso propició que aumentase la abundancia de especies poco frecuentes cerca de la costa, lo que resultó en un aumento de las oportunidades de la pesca recreativa cuando los aficionados pudieron regresar a muelles, rocas y embarcaciones. 

Los novatos

Eso sí, los analistas han constatado que en cuanto se permitió la práctica de actividades al aire libre y las que se realizan en espacios cerrados y los viajes siguieron restringidos, la presión de los recreativos sobre el medio marino aumentó en los grandes núcleos de población, en parte por el mayor tiempo libre de trabajadores en ERTE o en desempleo. De hecho, alguno de los especialistas consultados en el estudio confirmaron que se emitieron más licencias de pesca recreativa durante la pandemia. Así, aunque las restricciones de acceso y movilidad frenaron el aumento del esfuerzo pesquero recreativo en general, es posible que los novatos hayan causado una mayor mortalidad por pesca, pues estos recién llegados «tienden a retener más peces» que los experimentados. Con todo, ese efecto rebote no compensó las pérdidas de capturas del cierre total.