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¿Que aparezcan 1.072 delfines varados supone que las redes atrapan a 11.300?

s. serantes REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

A principios de mes vararon vivos dos delfines en A Toxa, y personal del Cemma se movilizó para rescatarlos
A principios de mes vararon vivos dos delfines en A Toxa, y personal del Cemma se movilizó para rescatarlos CEMMA

Las capturas accidentales de la pesca se estiman por los ejemplares hallados en la costa

17 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Poco se sabe sobre el estado de conservación actual del delfín común en el golfo de Vizcaya, ya que la abundancia y el nivel de mortalidad son inciertos y no se han definido límites de captura incidental», diagnostica el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés). Incluso con las «incertidumbres» sobre cuántos de esos mamíferos marinos mueren atrapados por redes, por los «efectos independientes y acumulativos de múltiples factores estresantes», por la contaminación o por causas naturales, sí hay evidencias de que ciertos aparejos representan «altos niveles de amenaza».

Lo prueban las marcas de redes en los cuerpos de los que aparecieron en las costas atlánticas francesas en el último lustro, cuando se registraron más que nunca, entre 620 y 1.299 cada año, 871 en lo que va del actual, según el Observatorio Pelagis, coordinador de la red de varamientos de Francia. Para los científicos, esos datos son la punta del iceberg, porque, por ejemplo, concluyen que los «1.072 varamientos del 2019 llevan a una estimación de 11.300 delfines comunes capturados accidentalmente entre enero y abril».

Los dos métodos de cálculo

¿Cómo llegan a esa conclusión? Con el modelo de deriva inversa en el mar (Mothy, por sus siglas en francés), desarrollado por Météo France para monitorear las mareas negras. Cuando hallan un delfín muerto, su estado de descomposición revela cuánto tiempo pasó desde que murió, y, con ese dato y el de los vientos, corrientes y mareas, calculan su trayectoria hasta la costa. Situándolo dónde falleció, determinan la probabilidad de que ese ejemplar y otros de su grupo lleguen al litoral, se hundan o deriven mar adentro. Cruzando esa información con el número de varamientos, estiman cuántos pudieron perecer. Sabiendo dónde, los sistemas de geolocalización de los pesqueros determinan cuáles y cuántos faenaban en la zona, y con qué aparejos.

Otra fuente de información sobre la captura accidental de delfines son los observadores en los barcos, humanos o electrónicos, así como la declaración obligatoria que deben realizar los patrones sobre cualquier apresamiento involuntario de esos cetáceos.

Citando documentos del ICES, el Comité Científico, Técnico y Económico de Pesca (STEFC, en inglés) constata que el modelo de varamientos arroja «estimaciones más altas» de las capturas incidentales que el monitoreo. Por ejemplo, por los delfines encallados entre el 2016 y el 2018 resulta una cifra de 6.620 caídos por la pesca, mientras por la observación serían 3.973.

«Amplia variación interanual»

Desde el STEFC advierten de que la estimación de 11.300 delfines muertos en el 2019 representa «un aumento del 70 %» en comparación con la valoración de los dos años anteriores. El ICES reconoce la «amplia variación interanual estimada a partir de varamientos», pero considera que la del 2016-2018 «podría estar subestimada»; entre otras razones, porque la actividad pesquera en esos tres años «se ha mantenido relativamente estable».

Así las cosas, en su recomendación a la UE sobre las medidas para reducir el impacto de la pesca en los delfines, el ICES optó por combinar las dos fuentes de información, tratando de establecer un rango ponderado de capturas incidentales.

Unos 634.286 ejemplares

Considerando que la población de esos mamíferos marinos en el Atlántico nororiental sería de unos 634.286 ejemplares, y con el objetivo de fijar un límite de mortalidad que garantice la conservación de esa especie, el ICES analizó quince escenarios.

Para que las capturas involuntarias se mantengan en el 95 % del punto biológico de referencia (PBR), el que hace posible la viabilidad a largo plazo de la especie, no deberían caer en las redes de la flota comunitaria que faena en el golfo de Vizcaya más de 4.927 delfines cada año. Otras posibilidades serían marcar topes de 3.695 (el 75 % del PBR), 2.464 (50 %) o 493 (el 10% ). Los 3.695 y los 2.464 los sitúa en el enfoque de precaución, y el último «podría significar minimizar y, cuando sea posible, eliminar» las capturas accidentales.

Los disuasores acústicos no los ahuyentan

El control de las interacciones de la pesca con los delfines ha aumentado, espoleado por la sensibilización sobre la necesidad de proteger la naturaleza y preservar la biodiversidad. Datos de Pelagis, la unidad conjunta del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS, en sus siglas en francés) y la Universidad de La Rochelle, revelan el incremento de varamientos de delfines en la costas de ese país. Se multiplicaron por más de cinco en cuatro décadas, de poco más de 900 en los años ochenta a cerca de 5.500 durante la pasada. En lo que va del año hallaron 781, menos que los 1.299 del 2020 o los 1.148 del 2019, pero más que los 711 del 2018 o los 620 del 2016.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los datos disponibles meses atrás, que no concretaba, «no muestran un aumento de los varamientos en las costas españolas, y tampoco se describen incrementos en los últimos años, algo que han constatado por las redes de seguimiento de las distintas comunidades autónomas».

 Los pesqueros con más impacto

«Siguen siendo demasiado altos», opina Virginijus Sinkevicius, comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca de la Unión Europea, quien, en una respuesta a la eurodiputada socialista española Clara Aguilera, cita informes del ICES y del STEFC. Presionada por la denuncia de veintidós oenegés contra quince países de la UE por no tomar medidas para proteger a los cetáceos, la Comisión Europea expedientó el año pasado a Francia y a España y los obligó a imponer a sus flotas pesqueras «medidas eficaces para reducir la captura incidental».

A las redes de alta apertura vertical, como el arrastre pelágico, el cerco danés, las volantas o al arrastre de fondo, apuntan los científicos como principales actores en la pesca accidental de delfines. Los expertos coinciden en ese cetáceo de especial protección y «de interés comunitario» en la UE puede quedar atrapado en redes o salir dañado cuando persigue a peces para alimentarse o va a por los ya capturados por los humanos, pero también cuando juega o duerme, o se enreda en aparejos fantasma, las redes perdidas en el mar.

Por la «necesidad urgente» de rebajar la pesca accidental de delfines, subraya Sinkevicius, «la única medida de mitigación concreta es el uso de dispositivos acústicos de disuasión en ciertos tipos de arrastreros, lo que no ha contribuido a reducir las capturas accidentales». El eurocomisario se refiere a los pingers, cuestionados por los pescadores. En la búsqueda de soluciones eficaces hay en marcha investigaciones como el proyecto CetAMBICion, dirigido por Azti.