Patrocinado porPatrocinado por

Una noche a bordo del cerquero Pasa Aquí

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

PASA AQUÍ

De Oza a «Bermeu» en busca del jurel | Sus dos armadores y la mitad de la tripulación son de Malpica

07 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Son las siete de la tarde y nos disponemos a partir de la dársena de Oza, en A Coruña, rumbo al norte, a una zona de pesca conocida como «Bermeu» en las afueras del Cabo Prior, perteneciente a Ferrol. Estos días el jurel trabaja muy bien, como dicen los marineros, en ese tramo. Lleva algo más de dos horas llegar navegando a diez nudos, que es prácticamente la velocidad máxima en un cerquero de fibra como es el Pasa Aquí, con base en la ciudad herculina pero muy vinculado a la Costa da Morte, sobre todo a Malpica, de donde son sus dos armadores, Pablo Varela y Marcos Alfeirán (también patrón), así como la mitad de la tripulación (son once hombres). Es una embarcación de reciente creación, construida en el astillero Fibramar de Laxe (2019), que está muy bien dotada. Mide 22 metros de eslora por seis de manga, con muchas comodidades.

Hay que llegar al destino antes de que se ponga el sol, pues es el mejor momento para tratar de capturar la presa. Los marineros, durante el trayecto, aprovechan para descansar. En el puente, David acompaña a Marcos. Se guían por aparatos que les indican, por ejemplo, qué profundidad hay en cada momento para alejarse de las rocas.

Frío y mareos

Es uno de estos días de tormentas tropicales, con temperaturas más altas de lo normal. Las condiciones del mar son casi perfectas para navegar. Ahora bien, la presencia de las olas es palpable, sobre todo al llegar a la zona de pesca elegida con el balanceo constante del barco. Si hubiese temporal... no lo quiero ni pensar. Muy pocos evitan marearse en los primeros días como marineros. Al alejarse de la costa, el frío también acecha. ¡Y eso que no es invierno! Los relámpagos asustan en medio del Atlántico. También caen chubascos.

En todo momento estamos acompañados de otras embarcaciones. Somos unas diez en «Bermeu». En el camino nos acompañó, por ejemplo, el Faro Sisargas, de Malpica, o también el Siempre Urbegi, de Corme, Ponteceso, por la radio.

Agilidad

Es momento de prestar especial atención al sonar para ver por donde se mueven los bancos de peces y, también, a las embarcaciones cercanas, pues en el momento en el que encienden una luz roja es que van a largar la malla y necesitan, por lo tanto, de un determinado espacio para poder hacer la maniobra. Hay que ser rápidos, pues una decisión tardía puede arruinarte la jornada. El patrón detecta una buena oportunidad y empieza la acción con todo el personal involucrado.

Lanzan por la popa la red, que en un extremo tiene una boya. El barco va haciendo un recorrido circular hasta que la señal flotante que está en el mar y la proa del Pasa Aquí se encuentran en el camino. Ya está cercado el banco de jureles. Se sube la malla hasta que el pescado es visible al lado del cerquero. Entre un trueiro y la ayuda de una grúa, los trabajadores lo van echando a bordo. Lo depositan en una canaleta, le echan hielo, y va directo a la bodega, donde lo distribuyen en cajas. Cada marinero tiene una tarea asignada. De nuevo, entre los trabajadores y la grúa, recogen la red. El agua les cae por encima, aunque ellos aseguran que no se mojan gracias a la ropa impermeable. La imagen impacta, al igual que ver a un pescador palpando la malla subido al borde del barco.

M. R.

150 cajas y 3.500 euros

El primer intento no fue como se esperaba y apenas se cogieron unas 30 cajas de pescado azul, pero al poco rato surgió una nueva ocasión que resultó mejor, aunque tampoco para echar cohetes. De esta vez fueron 120. En vista de que el jurel iba muy fondo, Marcos decide regresar a puerto. Nos dirigimos a la lonja de A Coruña, donde la tripulación descarga las capturas e inmediatamente los lonjeros las pesan para ir directas a la subasta.

El Pasa Aquí hizo unos 3.500 euros esa noche, que podían haber sido muchísimos más de haber pescado el tope. Esa cantidad se reparte en un porcentaje mayor para el barco y, en otro, para los tripulantes según el cargo que sustentan.

Llegan a puerto, amarran la embarcación al muelle, dejan todo listo para el día siguiente y parten hacia sus casas. La jornada se terminó a las cuatro de la madrugada, pero podía haber sido más larga.