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Sale a la luz un fraude en el etiquetado de pescado congelado de caladeros africanos

La Voz

PESCA Y MARISQUEO

El equipo investigador
El equipo investigador

Investigadores de la Universidad de Oviedo detectan el uso de juveniles de atún como anchoa y de merluza africana

10 sep 2021 . Actualizado a las 11:51 h.

Una investigación de la Universidad de Oviedo ha sacado a la luz un fraude en el etiquetado de pescado congelado --merluza y atún mayoritariamente-- procedente de caladeros africanos. El estudio revela que el fraude es cuantitativamente bajo, pero cualitativamente importante porque afecta a especies en peligro de extinción o no reguladas, lo que apunta a una pesca ilegal. Los resultados indican también que el uso de las «etiquetas trampa» es mayor en aquellas especies consideradas más valiosas por parte del consumidor. El trabajo fue realizado por el Aula de Investigación sobre Recursos Naturales-ARENA y sus resultados han sido publicados en la revista Scientific Report.

Los investigadores obtuvieron tres conclusiones relevantes. Primera, un mayor riesgo de etiquetado incorrecto en productos no reconocibles. Segunda, un fraude mayor en aquellas especies consideradas más valiosas por parte del consumidor. Y, tercera, el uso de especies en peligro de extinción como Thunnus thynnus, juveniles de atún comercializados como anchoa, y de merluza africana, Merluccius polli, aún no regulada como especie sustituta. 

Alba Ardura Gutiérrez, investigadora del Departamento de Biología Funcional y una de sus integrantes, ha explicado que, a pesar del gran esfuerzo de trazabilidad de los alimentos para garantizar un consumo seguro y sostenible, todavía persiste el etiquetado incorrecto en los mercados de productos del mar. «En nuestro trabajo tratamos de determinar qué impulsa el fraude deliberado para mejorar la autenticidad y la sostenibilidad de los alimentos», ha indicado. ¿Quién está detrás de este fraude? El trabajo realizado por este grupo de la Universidad de Oviedo no se aventura a identificar a los autores. «Resulta difícil determinar si el fraude proviene de la zona de captura o no. No sabemos quiénes son los responsables. Necesitaríamos una investigación más a fondo en origen», apunta Alba Ardura.

El estudio desarrollado por la Universidad de Oviedo se basó en una doble aproximación. Por un lado, se realizó una encuesta sobre las preferencias del consumidor, con 1.608 personas, y, por otro lado, se analizaron 401 muestras de pescado congelado muy consumido en Europa y en todo el mundo: atún, merluza, anchoa y bacaladilla mediante amplificación por PCR y secuenciación de un conjunto de marcadores de ADN.

Los resultados obtenidos tienen una doble lectura. La tasa de etiquetado incorrecto es baja, de apenas el 1,9%, sin embargo, su implicación es importante porque revela el uso de especies en peligro de extinción y la pesca ilegal.

«Nuestros hallazgos indican un fraude intencional preocupante que obstaculiza el objetivo de la producción y el consumo sostenibles de productos del mar, y sugieren priorizar los esfuerzos de control en especies muy apreciadas», afirma Noemí Rodríguez, investigadora del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo. «Nos alejamos así del compromiso con la agenda 2030; que invita en su objetivo 14 a erradicar la sobrepesca, a restaurar las poblaciones de peces y a eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada», añade.

El estudio pone de relieve la importancia de un etiquetado correcto porque, al final, «el consumidor puede estar comprando una merluza que considera de alto valor por una de menos valor y porque, además, estamos explotando especies en peligro de extinción o no declaradas y mermando los caladeros».