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La pesca como salida laboral de futuro ante la crisis hostelera por la pandemia

Marcos Gago Otero
Marcos Gago SANXENXO / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

De izquierda a derecha, en el puerto, dos matrimonios que rejuvenecen la pesca en Sanxenxo: Nicole Scheineder, con la hija que comparte con su pareja Víctor Manuel Abal, y Emilio José Montes, con su esposa
De izquierda a derecha, en el puerto, dos matrimonios que rejuvenecen la pesca en Sanxenxo: Nicole Scheineder, con la hija que comparte con su pareja Víctor Manuel Abal, y Emilio José Montes, con su esposa CAPOTILLO

Savia nueva en la flota de Sanxenxo: un coctelero en Mallorca regresa y faena en un barco de bajura, y una camarera de piso se prepara para ir al mar con su marido

10 ago 2021 . Actualizado a las 09:37 h.

La pandemia ha traído malos tiempos para el turismo a nivel mundial, pero puede suponer una oportunidad laboral de futuro para personas que dejan la hostelería y se integran en la flota artesanal, un sector por otra parte muy castigado por la falta de relevo generacional, las crisis precovid y la maraña normativa impuesta por las Administraciones. En algunos puertos de Galicia se está empezando a notar la llegada de nuevos trabajadores al mar o el regreso de otros que se habían marchado a empleos en tierra. Además, empieza a asomar la incorporación de la mujer en la bajura. Está por ver si la tendencia se consolida, pero en el puerto de Sanxenxo la pesca tradicional reivindica su papel como generador de empleo todo el año.

El patrón mayor de Sanxenxo, Sauro Martínez, indica que solo en el último año en su cofradía han recalado tres nuevos barcos. La sanxenxina no es una gran flota, en términos comparativos en la ría de Pontevedra, pero no solo resiste el envite del turismo, que arrolla otros puertos, sino que crece. Señala que además en la cofradía hay unos 24 socios que no llegan a los 40 años. El pósito de la capital turística de las Rías Baixas está integrado por unos veinte barcos y en las tripulaciones hay cuatro mujeres. En algún caso, marido y mujer trabajan juntos a bordo.

«La presencia de mujeres en las tripulaciones me parece una medida maravillosa, porque es una ayuda fundamental para el futuro», indica. Es todavía una presencia incipiente, pero hace veinte años era raro escuchar de mujeres en los barcos en las Rías Baixas. Ahora, aunque no son numerosas, ya no es tan extraño.

Martínez es un firme defensor de la pesca. «Es una solución a la gente que no quiere estar 12 o 14 horas dedicada a la hostelería. Si te gusta el mar, te da una independencia laboral, aunque hay un gran problema: las trabas de la Administración». El patrón mayor no se arredra. «Invitaría a cualquier político a que embarque él solo en un barco y defienda el jornal de una familia. Entonces entendería la cantidad de trabas que nos ponen», concluye.

Víctor Manuel Abal, excoctelero en Mallorca, regresó a Sanxenxo con su esposa Nicole Schneider, quien trabajaba como recepcionista, y la hija de ambos. En noviembre se reincorporó a la pesca y desde el 1 de julio es patrón y propietario del Reyba
Víctor Manuel Abal, excoctelero en Mallorca, regresó a Sanxenxo con su esposa Nicole Schneider, quien trabajaba como recepcionista, y la hija de ambos. En noviembre se reincorporó a la pesca y desde el 1 de julio es patrón y propietario del Reyba CAPOTILLO

Víctor Manuel Abal y Nicole Schneider: «Volvimos de Mallorca por la situación y por la niña; el mar era mi oficio», explica un excoctelero

A sus 38 años, Víctor Manuel Abal Garea es una de las nuevas incorporaciones a la cofradía de Sanxenxo. Hijo de una familia de larga tradición marinera -«todos son gente de mar»-, siguió esa estela hasta que un día hizo las maletas y se fue a Mallorca. Allí trabajó de coctelero profesional durante años. La hostelería parecía su futuro y en la isla conoció también al amor de su vida, una joven alemana llamada Nicole Schneider, que en Baleares trabajaba como recepcionista. Ambos tienen una pequeña -Sofía- y los dos vivieron en Mallorca hasta que el coronavirus cerró de golpe el sector y echó al traste sus planes.

Entonces la vuelta a Galicia se convirtió en una opción de peso. «Volvimos de Mallorca por la situación y por la niña, y porque Sanxenxo es mi casa», resalta Abal. Ahora bien, en plena crisis del coronavirus a nivel mundial y con un fuerte impacto en el turismo en las Rías Baixas, la pesca ganó cada vez más fuerza como alternativa de empleo estable. En noviembre volvió a surcar la ría, como tripulante de un barco, contribuyendo así a rejuvenecer la cofradía sanxenxina. «El mar era mi oficio y este es mi puerto habitual, donde trabajé siempre y es más cómodo para mí», añade. El 1 de julio se estrenó como patrón de su propio barco, el Reyba, con base en su municipio natal.

Nicole Schneider incide en lo mismo. «Nos fuimos de Mallorca por el bebé y por la pandemia». En Baleares tenían puestos fijos, pero la familia de Víctor está en Sanxenxo, llegó la crisis del covid y un día decidieron probar suerte en Galicia. Nicole señala que cuando Sofía haya crecido un poco, su intención es colaborar en la gestión de la empresa, aunque en tierra.

Mónica Montes y Emilio José Montes: «Yo estoy sacando el título para ir al mar con él», cuenta la esposa de un patrón y camarera de piso

Mónica Montes Fernández, de 43 años y vecina de Sanxenxo, es camarera de piso y aspira a integrarse pronto como un tripulante más del Maruxa, la embarcación de bajura que capitanea su marido, Emilio José Montes García, y que tiene su base en esta localidad de la ría de Pontevedra. Mientras tanto, cuando su esposo sale al mar con redes acude al puerto a esperarlo para poder ayudarle con la limpieza del aparejo -en época de nasas como ahora no es una cuestión tan acuciante-.

Ella lo tiene claro. Quiere trabajar y el mar es una opción como otra cualquiera. «Yo estoy sacando el título para poder ir también al mar, me falta la mitad», señala. «Tengo ilusión por ir, pensaba que con el título que tengo ya iba a ir con él, pero me falta otro». Su familia también es de tradición de pescadores. Gentes de mar lo fueron su padre y su abuelo. «Yo vengo aquí al puerto a echar una mano cuando hay que limpiar aparejos. Empecé a hacerlo en enero».

Emilio José Montes García, de 45 años y también vecino de Sanxenxo, regresó el viernes después de una mañana de faena «regular», con una meteorología que no está siendo todo lo propicia que debiera para mejorar las capturas. Como su esposa, también toda la familia tiene una vinculación profesional con el mar. Es una tónica general en Sanxenxo. Hoy el turismo es la principal actividad, pero junto a los veleros del puerto deportivo, hay un amplio pantalán para las embarcaciones de la flota artesanal, cuyos productos se consumen en los establecimientos de la comarca. A él le gusta la vida del mar, porque «tes máis liberdade», aunque admite que con mal tiempo hay «máis traballo» porque es más difícil ganar el jornal.