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La pesca mira de reojo a la eólica marina y carga contra la «política de escaparate»

e. a. REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Pepa Losada

Veintidós organizaciones del sector pesquero repasan en el Encontro Empresarial Expomar de Burela los problemas que amenazan el futuro de la actividad

22 may 2021 . Actualizado a las 08:17 h.

La pesca tiene todos los boletos para tener un futuro brillante. No en vano su misión consiste en traer a tierra la «proteína perfecta» -como algunos han dado en denominar al pescado-, la más saludable que existe y la que deja menor huella de carbono en su producción. Es, además, una inversión segura en salud, garante de la seguridad alimentaria que permite comer sin tener que depender de países terceros, y pilar económico y social de las zonas costeras, donde se asientan empresas que atesoran un know how como pocos hay en el mundo. Esas son las fortalezas que las 22 entidades del sector pesquero que participaron en el Encontro Empresarial Expomar 2021 -que ayer hizo el número 22- identifican en la pesca española. Pero ese futuro prometedor podría truncarse si las amenazas acaban debilitando todo el músculo que exhiben.

Ante todo, es urgente resolver la falta de titulados, de tripulantes y hasta de armadores. Porque para tener futuro, primero hay que garantizar la continuidad de la actividad, que hoy en día está en riesgo. Colaborar con las escuelas náuticas para facilitar las prácticas, igualar las competencias con otros Estados miembros, avanzar en la formación online y la promoción interna, facilitar la contratación de extranjeros para todas las flotas e incluir la pesca en el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, además de permitir ampliar los barcos para mejorar la habitabilidad ayudaría a atraer talento al sector, concluyen las organizaciones.

El exceso de normas -algunas interpretadas de forma diferente según la Administración- y la tipificación de las infracciones genera muchos problemas a las empresas, que ven cerrada la puerta a las ayudas en cuanto tienen una mínima falta. No es extraño, por tanto, que el sector esté inquieto ante la avalancha de leyes que se otean en el horizonte, dado que la Administración casi nunca acepta su opinión en las consultas públicas y quienes legislan «viven de espaldas al mar, no conocen los problemas reales, no visitan los puertos y no conocen las verdaderas inquietudes de la pesca».

Así, exigen el fin de lo que han dado en llamar «política de escaparate». Esa que hace que se legisle para dar una imagen pública de transparencia «que no cumple ni siquiera la propia Administración con el sector». Una política «seudoambientalista» que, «al no conocer la realidad de la pesca, persigue objetivos contrarios».

La actividad ha demostrado a lo largo de estos años que puede ser sostenible y, sin embargo, siempre está bajo sospecha, cuando no abiertamente criminalizada, como quedó demostrado con la propuesta de reglamento de Control Pesquero, con «medidas inasumibles» y contrarias a la simplificación y armonización que se busca para toda Europa.

Esa sospecha permanente se deja entrever también en esa «obsesión de los Gobiernos para establecer áreas marinas protegidas sin basarse en la ciencia» de la que se quiere apartar a la pesca, en lugar de apostar por una gestión adecuada en todos los océanos. Y mientras se expulsa a la pesca se abren las puertas de par en par a la energía eólica marina, dándole el certificado de sostenibilidad pese a desconocer el impacto sobre ciertos hábitats y zonas de pesca.

Otras cuestiones importantes para afianzar el futuro de la pesca pasan por la reducción del IVA al 4 %, promocionar con campañas el consumo de pescado, simplificar el acceso a los fondos pesqueros y, por supuesto, mantener las ayudas al gasoil.