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Ostreira: cuarenta años nutriendo al mar de semilla de almeja autóctona

Rosa Estévez
rosa estévez REDACCIÓN / LA VOZ

ACUICULTURA

La firma lleva tres años intentando ampliar su planta en O Grove

01 abr 2022 . Actualizado a las 21:00 h.

Hay compromisos que son difíciles de cumplir. El que en 1981 adquirió Ostreira con el sector del mar gallego es uno de ellos. La empresa nació para proporcionar a un sector que aún estaba en plena revolución organizativa, semilla de almeja. Una materia prima que, ya se podía advertir entonces, iba a ser necesaria para sostener una actividad clave en la economía de la Galicia costera. Cuarenta años después, Ostreira sigue viva. Es casi un milagro: la firma, con raíces arousanas, ha visto nacer muchos negocios que compartían sus objetivos y los ha visto, también, naufragar en un mar de complejidades técnicas que hacen de la producción de semilla una ciencia tan compleja como delicada.

«Mucha gente intentó sumarse a esta actividad pero acabó arrojando la toalla. Por un lado, hacer desovar a los bivalvos no es un proceso sencillo, hace falta mucho tiempo para afinarlo. Eso hace que la actividad no sea rentable. Y, además, todo son pegas para empresas de este tipo», explica Camilo Rodiño, el apoderado de la firma. Esta tiene dos plantas de trabajo. En la de Barizo (Malpica) se realizan los desoves: partiendo de progenitores seleccionados, se realizan puestas inducidas. La semilla permanece ahí hasta alcanzar un milímetro de talla. Luego, la cría se envía a la nave que la empresa tiene en O Grove, donde permanece hasta alcanzar los cuatro o cinco milímetros. Aún minúsculas, cuando alcanzan ese tamaño las semillas de almeja se derivan a las bateas de preengorde, donde crecerán hasta los 15 o 18 milímetros. Ostreira dispone, para esa fase del proceso, de diez viveros flotantes, seis experimentales y cuatro en concesión, ubicados en polígonos de O Grove y Cambados. Una vez alcanzado el tamaño ideal, «se comercializan para la fase final en playas o parques de cultivo».

El trabajo de Ostreira le ha valido el reconocimiento del sector marisquero gallego. Para él producen semillas de almeja fina, babosa y, aunque se resistieron hasta el año pasado, también japónica. «Nosotros defendemos nuestros productos autóctonos, pero lo cierto es que lo que más nos demandan es la japónica», señalan desde la empresa. La producción ha dado un salto enorme en los últimos años, hasta alcanzar, en el pasado ejercicio, los 104 millones de unidades. En el 2018, habían sido 78 millones de unidades. «Nuestro objetivo —explican desde la empresa— es llegar a producir doscientos millones de unidades de semillas de moluscos autóctonos.

Desde 2018

Pero para lograrlo necesitan crecer. Y llevan tiempo intentándolo. «Ante la falta de semilla autóctona en el mercado, en enero del 2018 redactamos y presentamos un proyecto de adecuación a la legalidad vigente de la instalación de acuicultura que tenemos en O Grove, a fin de aumentar la capacidad de preengorde de nuestras instalaciones y poder dar respuesta al sector, que sufría la falta de semilla de almeja para regenerar bancos marisqueros», explican.

El proyecto se basa en soterrar las tuberías de aspiración y evacuación del agua de mar que necesitan; en la ampliación de las piscinas exteriores para la producción de fitoplancton, el alimento de las semillas de los moluscos que se produce mediante el contacto de algas y luz solar. En estos momentos disponen de cinco piscinas destinadas a la producción del alimento para los minúsculos bivalvos, pero necesitan tres más, que deberían construirse en terrenos de dominio público marítimo-terrestre. «No tenemos terrenos privados donde ubicarlas, por eso pedimos una concesión».

Ley de cambio climático

Aunque el proyecto lleva sobre la mesa más de tres años, no saben ni cuándo podrán ejecutar sus planes ni, ni siquiera, si estos se podrán llevar a la práctica. «No es de recibo que un proyecto lleve tanto tiempo tramitándose y aún esté sin resolver», explica Camilo Rodiño.

La iniciativa ha logrado ya pasar los filtros de la Administración autonómica, pero ahora «el problema lo tenemos en Madrid y en la Ley del Cambio Climático». «Nosotros somos los primeros que entendemos que la costa hay que cuidarla, pero hay empresas que tenemos que estar ahí, que no podemos pensar en trasladarnos a un polígono industrial. Está claro que Madrid está muy lejos de aquí, pero tendrá que haber gente que les transmita cuál es nuestra realidad», dice el apoderado de Ostreira. No quiere perder la confianza. Se resiste a ello. «Podríamos pensar en marcharnos a Portugal, pero queremos estar aquí. Si la situación no cambia, nos quedaremos estancados, y serán otros, de otros sitios, los que ocupen nuestro mercado». 

Una apuesta infatigable para lograr recuperar el cultivo de la ostra plana en nuestras rías

Lo dice su nombre: uno de los grandes objetivos que Ostreira aún no ha logrado ver cumplidos es recuperar la producción de ostra plana autóctona en Galicia. Han logrado afinar su proceso reproductivo, pero «cuando la tenemos en cuerda y alcanza un buen tamaño, se producen mortandades muy grandes». Y eso, lógicamente, frena al sector ostrícola, que «lo que está haciendo es traer el ostrón francés, que es el que está invadiendo nuestras rías».

Ya ha quedado dicho que la empresa de producción de semilla de bivalvos no es de las que se rinden. Por eso, siguen buscando soluciones que eviten esas grandes pérdidas de producto que ya ha alcanzado una talla. En ese sentido, «estamos colaborando en varios proyectos con la Universidade de Santiago, con el departamento de microbiología de la Facultade de Bioloxía».

Queda camino por recorrer y, aunque los obstáculos son evidentes, «por algo tenemos fama de bohemios entre el sector»: seguirán probando y buscando alternativas. Están convencidos de que, con un poco de ayuda —o simplemente con alguna traba menos—, su sector tiene un gran futuro en Galicia. «Nosotros colaboramos con el Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa); sus estudiantes vienen a hacer prácticas con nosotros y vemos lo que hay. Futuro tenemos, pero no nos lo pueden hacer todo tan difícil».