Su ubicación estratégica en la fachada atlántica y el refugio climático en que se han convertido las Rías Baixas dinamizan la actividad en la dársena de Marina Davila en Bouzas
04 nov 2025 . Actualizado a las 00:51 h.A mediados de agosto amarró el Aviva (98 metros de eslora). En septiembre, lo hizo el Golden Odyssey (124). En octubre, recaló el Mogambo (73). Y ahora la dársena la comparten el buque de exploración Anawa (62) y el clásico Cupani (64). El pantalán de Marina Davila, en Bouzas, se ha convertido en una auténtica pasarela por la que desfilan algunos de los yates más singulares de la flota global. Emplazada en una localización estratégica en la fachada Atlántica, y al abrigo de la ría de Vigo, la marina está generando confianza entre los capitanes de buques de esta categoría, que lo recomiendan en el boca a boca.
Todo empezó en el 2005, cuando Davila, uno de los grupos empresariales con mayor trayectoria en el sur de Galicia, habilitó un espacio en la terminal de carga rodada para recibir a embarcaciones recreativas de hasta cuarenta metros de eslora. Apenas cinco años después, se acometió la ampliación de su muelle principal que alcanzó en el 2010 los doscientos metros de longitud.
David Alonso González, coordinador de megayates de la empresa, reconoce el buen olfato que demostró el artífice de este proyecto, Joaquín Davila, para abrir espacio en sus instalaciones a una dársena funcional y que con el paso del tiempo ha madurado en uno de los amarraderos de referencia para la flota más lujosa del planeta. Supo anticipar las posibilidades de Vigo como «puerto estratégico en el recorrido de los yates que acaban de cruzar el charco y precisan una escala o aquellos que regresan del mar Mediterráneo» después de la temporada estival y se dirigen hacia el norte y el centro de Europa, donde se concentran la mayoría de fabricantes de estos palacios flotantes. «Somos prácticamente la última marina antes de emprender esa travesía y cruzar el canal de la Mancha», relata Alonso.
El equipo de Davila todavía recuerda como un auténtico hito la escala del Seaflower, de 40 metros, hace casi dos décadas, por el empeño que dedicaron para organizar su estancia. Aquello les abrió camino. Desde entonces, los servicios que ofrecen a las tripulaciones que recalan, reparan y avituallan se han sofisticado al ritmo que lo han hecho estas embarcaciones de lujo. También al tamaño, ya que en la década de los noventa el barco más grande del mundo tenía una eslora de 75 metros, la longitud media de los yates que hoy recalan en la dársena. Un nuevo récord se alcanzó con la llegada del Golden Odyssey, el mayor desembarco registrado en sus muelles. Es un encargo de la familia real saudí al astillero Lürssen.
Un equipo de nueve discretos trabajadores conforma esta división de trabajo de la centenaria compañía viguesa. En lo que va de año han recibido ya 17 visitas de buques de esta categoría. La actividad se encuentra en pleno auge porque también quienes practican turismo sigiloso a bordo de megayates empiezan a descubrir en las Rías Baixas todo un refugio climático frente al sofocante Mediterráneo, histórico referente para embarcaciones de esta categoría. «Además, suele existir mayor disponibilidad para sus amarres en Galicia», puntualiza David Alonso.
El coste es otro factor, ya que frente a la tarifa disparada de otros escenarios, en Davila se cobra 8,41 euros por metro cada día para aquellos casos que miden entre los 70 y los 110 metros de eslora.
El megayate Anawa, propiedad del empresario Jorge Paulo Lemann, cruzó la ría de Vigo el pasado 18 de octubre en dirección a esta marina. La previsión es que prolongue su estancia todavía un par de semanas, un reflejo de una nueva tendencia que están detectando en Davila de realizar escalas más extensas. Aunque para aquellos que lo que buscan es cobijo frente a un tiempo adverso, el equipo también está dispuesto a hacerles un hueco en cuestión de horas.
Los barcos de los Stroll, subel dueño de los Dallas Cowboys y el de la serie «Succession»
La lista es extensa. En sus dos décadas de actividad, la marina de referencia para el amarre de megayates en el sur de Galicia ha recibido a algunos de los iconos navales más singulares de la flota global. Muchos todavía recuerdan la visita en agosto del Aviva, la embarcación de casi cien metros de eslora del dueño del Tottenham Hotspur, Joe Lewis. Anteriormente también desfilaron por la dársena las mansiones flotantes de otros importantes ejecutivos del mundo del deporte. Por ejemplo, el Bravo Eugencia, propiedad de Jerry Jones, el dueño del equipo de la NFL Dallas Cowboys, tres veces ganador de la Super Bowl. O el Faith, consignado por la familia Stroll. Lawrence Stroll es director del grupo Aston Martin Ltd.
Otra visita para el recuerdo es la del Solandge, cuyas cubiertas e interiores sirvieron como escenario durante el rodaje de la serie de HBO Succession. También recaló el espectacular catamarán Hodor, del empresario norteamericano Lorenzo Fertitta; o el Mogambo, propiedad de uno de los fundadores de la aplicación de mensajería instantánea. En la lista tampoco falta el yate Renaissance, construido en Vigo y que ha funcionado como un imán atrayendo a esta ría a otros buques de renombre.