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19 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A primera vista, la acuicultura puede parecer un concepto distante, asociado a tecnicismos o ideas preconcebidas que no siempre reflejan su verdadera importancia. Sin embargo, en un mundo con una población en constante crecimiento e inmerso en desafíos alimentarios y ambientales cada vez más complejos, entender el valor y el impacto real de esta forma de producción de comida es fundamental. Desvelar los aspectos clave de la acuicultura, desmitificar sus procesos y exponer el valor incalculable que aporta al ecosistema actual son los retos a los que se enfrenta el sector, tratando de consolidarse desterrando los mitos que la rodean.

¿Qué es realmente la acuicultura?

La acuicultura es la forma en que cultivamos, de manera responsable y sostenible, organismos acuáticos, como peces y algas, para nuestra mesa. Esta actividad milenaria, potenciada por la ciencia y la tecnología, se ha consolidado como un pilar fundamental de nuestro sistema alimentario. Se perfila como una solución sostenible para alimentar a una población creciente, con alimentos naturales y de alto valor nutricional, sin agotar los recursos naturales ni dañar los ecosistemas, complementando eficazmente la pesca extractiva. Actualmente, es el sector de producción alimentaria de más rápido crecimiento global, aportando más de la mitad de los alimentos acuáticos mundiales (57,3%) con un crecimiento anual del 3,5%. Su papel es crucial para garantizar un suministro alimentario sostenible a nivel global.

En España y en la Unión Europea, la acuicultura es un motor económico vital. En 2024, España lideró la cosecha acuícola de la UE, con más de 1,09 millones de toneladas, un 24,6% del total. Las especies más cultivadas son la lubina, la trucha arcoíris y la dorada. La acuicultura española es una de las más diversas a nivel mundial en especies y sistemas de cultivo, que incluyen criaderos, viveros flotantes, esteros, marismas, estanques costeros y fluviales y sistemas de recirculación. Este sector genera aproximadamente 14.000 empleos directos (85% fijos) y 40.000 indirectos, concentrados en zonas costeras y rurales de Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Navarra, Castilla y León, entre otras muchas comunidades.

La acuicultura refuerza comunidades: un ejemplo vivo

Carnota, en la comarca de Muros, es un ejemplo de cómo la acuicultura revitaliza el ecosistema social y económico. El alcalde de este municipio gallego, José Manuel Saborido, afirma que «a muchos nos sacó de la emigración y es una gran riqueza». Carnota cuenta con dos instalaciones que emplean a 140 personas y cultivan 2000 toneladas de rodaballos al año. Estas granjas utilizan un flujo continuo abierto, lo que supone un mínimo impacto ambiental gracias a la recirculación constante. El patrón mayor de la Cofradía de Lira, Mariano Lago, destaca que muchas familias de pescadores también trabajan en la acuicultura local, creando sinergias sociales y culturales. Negocios locales como, empresas de mantenimiento, reformas, hostelería, y otros servicios, también se benefician de esta actividad, que requiere muchos más servicios auxiliares de proximidad que otras como la ganadería o la agricultura. En definitiva, la acuicultura impulsa el desarrollo económico, la cultura, la calidad de vida y el bienestar en Carnota, y en muchas otras localidades rurales y costeras de España.

Más que un alimento: un motor de innovación y sostenibilidad

Todavía existen falsas creencias sobre el pescado de acuicultura, aunque los datos revelan que el 59% de los españoles y el 66% de los europeos prefieren estas especies. Contrario a la creencia popular, el pescado de acuicultura española a menudo posee un valor nutricional igual o superior al salvaje, gracias a su alimentación controlada y el control de potenciales contaminantes. La alimentación se basa en piensos elaborados con ingredientes naturales, que ya proceden en un 70% de origen vegetal o terrestre y casi un 10% obtenido con economía circular, aprovechando los recortes de la industria transformadora de pescado, para reducir cada vez más la dependencia de la pesca extractiva en la elaboración de estos alimentos.

El uso de medicamentos veterinarios en la acuicultura española está estrictamente regulado por normativas nacionales y de la UE y su uso de forma preventiva está estrictamente prohibido. Los posibles tratamientos se aplican de forma responsable, solo cuando son necesarios y bajo supervisión veterinaria. Según la última Memoria de Sostenibilidad de la acuicultura española, el uso de medicamentos solo es necesario en 1 de cada 1000 casos.

Hatchery en instalación de acuicultura. Galicia
Hatchery en instalación de acuicultura. Galicia

Otro mito común es el impacto ambiental. La acuicultura es una actividad con prácticas sostenibles y rigurosas regulaciones ambientales. Es una de las actividades con mayor legislación en la UE, sometida a estrictos controles de trazabilidad. Se utilizan métodos de cultivo innovadores como granjas flotantes en zonas de buena circulación, cría de especies nativas o sistemas de recirculación en tierra. Estos viveros garantizan pescado a precios razonables sin agotar las reservas naturales. La acuicultura, además, asegura una disponibilidad continua de especies, lo que ayuda a contener los precios y a evitar la escasez en momentos de gran demanda. Por ello, no podemos depender únicamente de la pesca extractiva para cubrir la demanda mundial. Para representar al sector y promover una acuicultura sostenible y responsable existen entidades como APROMAR (Asociación Empresarial de Acuicultura de España), la cual reporta que el 98% de la producción española de peces de acuicultura está certificada ambientalmente, y sus estudios propios confirman que el pescado de acuicultura española tiene una de las huellas de carbono más bajas entre los alimentos de origen animal.

Gran parte de la acuicultura es gestionada por pequeños y medianos acuicultores, desmintiendo que solo beneficie a grandes empresas. En muchas comunidades rurales, es una alternativa económica a la pesca tradicional, complementándola y reduciendo la presión sobre las poblaciones silvestres, favoreciendo así la recuperación de los ecosistemas.

Una tradición ancestral de profunda transformación

Curiosamente, la acuicultura es una actividad ancestral que se remonta 4000 años, con vestigios en España de más de 2.000 años y piscifactorías romanas conservadas en Alicante. Durante la Edad Media, los monjes europeos la desarrollaron para asegurar fuentes de proteínas. A lo largo de la historia, sus prácticas se han refinado, convirtiéndose en un complemento seguro y sostenible de la pesca. Se popularizó globalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. En la Edad Moderna, el cultivo se extendió a moluscos, crustáceos y plantas acuáticas, sentando las bases de la acuicultura actual.

Hoy es el método de cultivo de proteínas de más rápido crecimiento. España cuenta con tecnología puntera, incluyendo monitorización en tiempo real y sistemas de alimentación automática que optimizan recursos y crean un entorno ideal para el cultivo. Al igual que la agricultura transformó la civilización, la acuicultura es un sistema consolidado para obtener recursos acuáticos de forma controlada, con grandes beneficios para las futuras generaciones.

¿Cómo alimentar a 10.000 millones de personas?

La FAO advierte sobre el debilitamiento de los recursos de la pesca de captura. Se estima que para 2050 la población mundial será de 10.000 millones, y el consumo de animales acuáticos crece el doble de rápido que la población. La acuicultura es clave para el futuro de la alimentación global y la lucha contra el hambre, contribuyendo al desarrollo rural. Es parte de la «economía azul» de la UE. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), ya adelantó que en 2022, por primera vez, la producción de la acuicultura mundial superó a la producción de la pesca de captura. Y desde ese año ha seguido creciendo la producción de forma regular. Con prácticas responsables, este sistema podrá alimentar a una población en constante crecimiento durante las próximas décadas.