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Los delfines le cambian la hora al sector: marineros arousanos alteran su forma de faenar para evitar daños en sus nasas

Rosa Estévez
r. estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

SOMOS MAR

MARCOS MÍGUEZ

Los animales destrozan los aparejos para acceder a los ejemplares de anguila que pueda haber en su interior

29 ago 2024 . Actualizado a las 04:50 h.

El arroaz es un habitante más de las Rías Baixas. Quizás uno de los más populares y queridos: sus saltos y piruetas contagian optimismo y arrancan sonrisas tanto a quienes ya se han acostumbrado a verlos, como a quienes se topan con ellos durante sus vacaciones en el mar. Hasta los naseiros que trabajan en el fondo de la ría sienten afecto por los delfines, y eso que les ocasionan serios problemas. Y es que estos animales se han acostumbrado a buscar parte de su alimento diario en las nasas que se utilizan para la captura de la anguila. Y para acceder a ese pescado, que según quien lo captura «es su debilidad», hacen lo que sea necesario. Eso se traduce, explican desde un sector que se articula alrededor de la Cofradía de Carril, en aparejos destrozados una y otra vez.

Aunque este año el problema parece haberse extendido a otras zonas —en Arcade los naseiros denuncian también los daños sufridos— en Arousa no es nuevo. «Ya hace años que estamos así», explica Pepe Barreiro, uno de los portavoces del colectivo de profesionales. «A nosotros esto nos genera pérdidas muy importantes», dice. En Arcade hay quien las cifra en unos 3.000 euros. En Arousa son más cautos. «Nosotros no compramos las nasas, aún las hacemos nosotros mismos... Pero nos pasamos la vida teniendo que arreglarlas, con lo que eso supone de tiempo, de materiales —que han subido muchísimo de precio— y del dinero que dejas de ganar al haber perdido la pesca».

La experiencia ha convencido ya al sector arousano de que «no hay mucho que hacer» en esta batalla contra los delfines. De hecho, explica Barreiro, ha habido quien ha tirado la toalla y ha dejado de ir a la anguila por hartazgo. «Es que es una situación que genera mucho estrés. Largas las nasas un día, recién arregladas, y al siguiente a lo mejor vuelves a encontrarlas destrozadas», relata. El sector, explica, está intentando dar con la manera de convivir con esos vecinos encantadores pero insolentes. Además de esta pendientes de la marea, que hasta ahora era el elemento que regulaba su trabajo, los naseiros tienen ahora que estar pendientes de los delfines. «Tenemos que intentar ir con la marea alta, aunque coincida a las seis de la mañana, para llegar antes que ellos; pero son muy listos. Si un día les levantamos la nasa y no comen, al siguiente ya vuelven a llegar ellos antes», asegura Barreiro. La singular batalla sigue librándose.

MONICA IRAGO

Bruno Díaz, del BDRI: «El delfín mular ajusta su comportamiento a la actividad humana y aprende a sacar ventaja»

Dicen los naseiros que los arroaces son muy inteligentes. Muy listos. «Cuando se usan esas expresiones, lo que se quiere decir es que son animales con comportamientos muy plásticos», explica Bruno Díaz, responsable del centro de estudio BDRI de O Grove. «El delfín mular ajusta su comportamiento a la actividad humana y aprende a sacar ventaja. Van adaptándose a la situación», razona este experto en mamíferos marinos. Desde el centro internacional que dirige en la península meca lleva años estudiando las poblaciones de esta especie en las Rías Baixas. «Hemos hecho estudios acústicos que demuestran que los arroaces sí suben el río buscando alimento. Anguilas, también truchas... Pero son oportunistas y han descubierto que hay una manera de acceder a comida a bajo coste...». Es decir, han encontrado en las nasas un bufé libre del que disfrutan siempre que pueden.

Díaz aclara que, aunque cada vez parece que se ven más delfines en las aguas de las rías, la cifra total de ejemplares que puede haber rondando el conjunto de las Rías Baixas es de «no más de 300». «A veces da la sensación de que son muchos más, porque se mueven, se desplazan... Y además ahora en verano, las hembras con recién nacidos suelen reunirse y formar grandes grupos» que pueden dar la impresión, errónea, de que la población de este tipo de animales se ha disparado. «Hay mucha natalidad, pero también hay mucha mortalidad infantil», explica Bruno Díaz.

Así que, según señala, la población que habitualmente puede estar rondando por el interior de una ría como la de Arousa puede oscilar entre los quince y los sesenta ejemplares, este último dato en momentos muy puntuales. «Es verdad que hay grupos que tienen una mayor tendencia a quedarse en un lugar determinado, otros que se mueven más... Pero lo cierto es que son animales que tienen mucha movilidad, mucha fluidez».