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Arrastre de fondo

José Vicente Domínguez CAPITÁN DE PESCA Y MARINA MERCANTE

SOMOS MAR

S. Serantes

05 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Quienes hemos dedicado buena parte de nuestra profesión a la pesca, y en especial a la pesca de arrastre, hemos tenido que ver como se vaciaban los copos y se llenaba el pantano de especies vivas no comerciales que, una vez trituradas o no, largábamos a la mar con el nombre de basura y, en el mejor de los casos, una pequeña parte de esas capturas que formaban parte de la vida del necesario bentos oceánico, se convertían en harina de pescado. Y así un lance tras otro y un día más que sumar a los meses de repetitiva actividad.

Los otrora ricos caladeros de pesca de Namibia, de Sudáfrica, del banco canario-sahariano, de Terranova, Argentina o del comúnmente llamado Gran Sol, son buena señal de lo que significa la sobrepesca y, en su mayor medida, del daño causado por la proliferación de la pesca de arrastre. El arrastre de fondo es ecológicamente dañino.

Defender otra postura es francamente difícil. Pero dicho esto, no es menos cierto que la prohibición traumática de dicha actividad en la forma que pretenden los grupos ecologistas, no es deseable desde el punto de vista socioeconómico ni debe ser aceptada sin previamente analizar otros medios de pesca.

No es cuestión de pedir justicia (pocas razones aportan los que eso sostienen), para una flota que está atravesando momentos de dificultad. No se trata de justicia, como si las decisiones de Bruselas fuesen intencionadamente injustas, sino de evitar la disminución paulatina de la actividad del arrastre, aportando ideas que ayuden a la sostenibilidad de los caladeros. De nada sirve buscar la confrontación con WWF, Our Fish o Seas at Risk, ni presuponer falta de sensibilidad del ICES (Comisión Internacional para la Exploración del Mar), ni de la Comisión Europea. Debemos centrarnos en demostrar que todos (pescadores los primeros), perseguimos el mismo fin que no es otro que conseguir la rentabilidad, la sostenibilidad y la resiliencia del sector pesquero a medio y largo plazo. Ahí es en donde radica el futuro de la pesca y, para ello, se hace necesario corregir ciertos hábitos de pesca, sin que nos sirva la pobre excusa de que llevamos años y años haciendo lo mismo y sigue habiendo recursos. Es verdad que sigue habiendo recursos, pero sería engañarnos a nosotros mismos, si no aceptamos que hemos alterado drásticamente la captura por unidad de esfuerzo (CPUE). Hoy se pesca con 1200 HP (horse power o caballos de motor) lo que antes se lograba con 300; de manera que el esfuerzo pesquero individual se ha multiplicado por cuatro. Y eso sin considerar la drástica disminución de la llamada flota de los 300 que ahora no llega a los 90; motivo por el que debería haber aumentado la riqueza de los caladeros. Pero no ha sido así y lo sabemos.

Es necesario buscar un punto de encuentro y eso no se consigue con presiones, manifestaciones o declaraciones rimbombantes. Si queremos que la pesca no se convierta en algo residual para España, debemos conseguir que nuestros medios de extracción sean lo menos agresivos posible. Desde hace años que existen sistemas de pesca de arrastre que reducen el daño que producen los medios tradicionales y, además, logran un ahorro de la potencia superior al 20%, frente a esos aparejos que, de forma invariable, basan su eficacia en pesadas puertas que aran los fondos, malletas que los barren y agresivos burlones que destruyen cuanto se opone a su paso. Tratemos de buscar esos puntos de encuentro y no rasgarse las vestiduras porque se proponga vetar el arrastre para 2030, en el 30% de las aguas y que pasarán a convertirse en áreas marinas protegidas. Aportemos alternativas con imaginación y la vista puesta en el futuro de la vida de los océanos.

Ni la Comisión Europea ni los ecologistas son malos por naturaleza. En cambio -sin que nadie nos escuche - todos sabemos que el arrastre de fondo tal cual se practica, no parece sea la mejor solución para preservar la pesca futura.

Tal vez nuestras autoridades tengan mal el punto de mira. Y más allá de estentóreas manifestaciones pidiendo justicia para un arte de arrastre que posiblemente tenga los días contados tal y como hoy se practica, deberían centrarse en combatir las libres importaciones de pescado que obligan a nuestros pescadores a exprimir los caladeros para lograr una mínima rentabilidad.