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La piscifactoría de Meirás, de complejo pionero a amasijo de chatarra

A. F. C. VALDOVIÑO / LA VOZ

SOMOS MAR

La antigua planta de acuicultura se ha convertido en un basurero donde se depositan escombros de todo tipo
La antigua planta de acuicultura se ha convertido en un basurero donde se depositan escombros de todo tipo CESAR TOIMIL

Los vecinos piden que se derribe; el Ayuntamiento de Valdoviño, sin competencias para actuar en una propiedad privada, reclama una intervención por parte de la Xunta

20 dic 2022 . Actualizado a las 11:26 h.

«Cada vez está peor e deteriórase máis, dá pena velo. Había que quitalo de aí, tiñan que obrigar á empresa a desmantelar todo, pero ao ser privado non pode meter man o Concello nin os veciños...», expone Ramón Castro, vocal de la Asociación de Veciños de Meirás, en referencia a la piscifactoría. En cuatro años, las instalaciones pasaron de ser un centro ejemplar, «pionero» en investigación acuícola sobre el mero, en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía, a la situación de abandono total en que se encuentran ahora.

«Está destrozada, pero yo, como alcalde, no puedo hacer nada, la Xunta sí, hay cosas que son de su competencia, y me consta que hay preocupación sobre el tema», señalaba hace unos días el regidor de Valdoviño, el socialista Alberto González. Sostiene que el Gobierno gallego, a través de las consellerías de Mar y Medio Ambiente y, en menor medida, Costas del Estado, deberían «hacer algo en relación con la concesión administrativa que otorgaron en su día, y que debió llevar aparejado un aval». Pero el tiempo pasa y el estado de la antigua planta de acuicultura no hace más que empeorar.

La mayor parte de la superficie es de propiedad privada. Las instalaciones llevan más de dos años cerradas y han sido desvalijadas. Isidro 1952, la empresa que gestionaba la planta, que se puso en marcha hace algo más de dos décadas, entró en concurso de acreedores y los 16 empleados quedaron sin trabajo. En el plazo abierto para recibir ofertas para la compra no apareció ningún interesado. A partir de ahí, el plan de liquidación preveía la venta despiezada, por lotes, al no encontrarse un comprador para la unidad productiva. Pero tampoco se concretó ninguna propuesta en esa segunda fase.

El deterioro afecta a todas las instalaciones, situadas al pie del mar
El deterioro afecta a todas las instalaciones, situadas al pie del mar CESAR TOIMIL

«Doe velo», reconoce Castro, que recuerda cómo era este lugar antes de que se instalara la piscifactoría: «No sitio onde se fixo había restos de antigas edificacións, de hai varios séculos, parece que de salazón de peixe. Era chan, coma un campo, e tiña esas ruínas polo medio e un montículo de area. Achandouse todo, meteron un tubo polo ribeira para o emisario... unha barbaridade. Todo o que se traballou aí non compensa o mal que se fixo». De nada sirve la señalización, que tarda poco en desaparecer, y no queda ni rastro de las balsas que albergaron un día los rodaballos (70 reproductores, de los que obtenían 70.000 alevines al año); los besugos (con 600 reproductores, con unos 450.000 alevines por ejercicio (en 2018 eran los únicos productores mundiales de esta especie); o los meros.

Este espacio se ha convertido en una escombrera, donde se apilan restos de obra y otros materiales, lo que entraña riesgos, como denunció un vecino de Cedeira hace unos meses. Alertaba «de la contaminación y la peligrosidad que supone, con pozos y canalizaciones de bastante profundidad abiertos». Los vecinos ya solo ven una salida, la limpieza y la regeneración de esta zona, en un área litoral protegida.