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Lo que ningún Luís Tosar puede hacer por la pesca

E. A. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Xaime Ramallal

El sector pesquero hizo autocrítica en las Xornadas de Pesca de Celeiro, donde sus líderes conminaron a los profesionales a abrir sus barcos y perder la vergüenza a lo que hacen para vencer una batalla que de momento ganan los ecologistas

28 nov 2022 . Actualizado a las 04:45 h.

Puede que fuese por la enésima derrota a manos de las oenegés verdes. Puede que fuese por el mazazo de esas 87 vedas a la pesca de fondo que no han sido capaces de frenar. Puede que fuese por la frustración de ver que con la razón no son capaces de convencer en una era en la que manda la emoción. Por lo que fuese, pero nunca tan derrotado se ha visto al sector pesquero como el que apareció en las 26 Xornadas de Pesca de Celeiro. Y eso que es difícil, no en vano han cogido fama de estar «sempre a chorar».

Incluso optimistas patológicos como el presidente de la Alianza Europea de la Pesca de Fondo y del Consejo Consultivo de Larga Distancia, Iván López, o el secretario general de Cepesca, Javier Garat, empiezan a ser asequibles al desaliento. Garat aún convaleciente del bochorno de la Cites y la quenlla en Panamá y López hastiado de que triunfe el victimismo de quienes viven de «hacerse el mártir» sin importarles la verdad, sino el relato.

Ambos insistieron en los consejos que otros, ajenos al sector, más expertos en márketing y comunicación, fueron dando a lo largo de las jornadas: comunicar lo que se está haciendo bien, que es mucho. Y a armarse. A jugar con las mismas armas que ese ejército verde utiliza para convencer. Munición que está ganando la batalla ante la sociedad civil, que se cree que los pescadores son los depredadores del mar, cuando precisamente son los más interesados en que haya peces.

Pero las armas cuestan. Y esas oenegés lo tienen. 800.000 euros de presupuesto manejan grupos como Bloom, Pew y otras, los grandes lobis conservacionistas. En Europêche «nos matamos para llegar a 250.000», dijo Iván López. Empezó así una profunda autocrítica que arrancó dando las gracias a la Organización de Productores de Burela y a su gerente, Sergio López, por estar preparándose para hacer lo que el sector dijo que iba hacer: presentar un recurso contra las 87 vedas. «Íbamos a ir todos y al final solo va uno. Menos mal, porque sino habríamos quedado como el Pedro del cuento. Y todos sabemos por qué».

Todo un reproche a un sector que no escatima en reparaciones de barco, en mantenimiento, en redes, en tecnología... Pero racanea cuando se trata de buscar soluciones comunes. Ni de contar lo bueno que se está haciendo. «No sabemos contarlo. Nos da vergüenza meter una cámara a bordo. Enseñar nuestros barcos. Cómo trabajamos», reprochó explicando las dificultades que tienen cada vez que quieren abrir los barcos. Se sabe conoce más de la pesca del cangrejo de Alaska que lo que hace un arrastrero de Vigo. «Si nos da vergüenza a nosotros, ¿cómo vamos a convencer a los demás de que lo que hacemos es guay? ¿Contratamos actores para que hagan que pescan? ¿Que venga Luís Tosar y que lo haga él? Y después diremos que lo hace mal, claro», reflexionó.

«Salvarse empieza por uno mismo». Y el sector pesquero puede hacerlo. Así, López animó a poner en común todos los datos de sus plotters y sus sondas, sus diarios de pesca y sus datos... «La mejor ciencia con la que contrarrestar las patrañas de otros». Y ese es el camino: «O nos armamos o desapareceremos», remachó Garat. Un ejército que tendrá que estar en foros, reuniones y, si hace falta, protagonizar «el barco de las merluzas» en lugar de la Isla de las Tentaciones.