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La flota española clama por un boicot de Europa al atún de flotas no sostenibles social y ambientalmente

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

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Los barcos con tripulaciones cuidadas soportan un 20% más de costes con respecto a aquellas que no atienden el factor humano

25 nov 2022 . Actualizado a las 04:50 h.

El ministro de Pesca, Luis Planas, inauguró ayer en Madrid el quinto Congreso Nacional del Atún, que organiza la Organización de Productores Asociados de Grandes Atuneros Congeladores (Opagac), resaltando los avances en sostenibilidad de la flota atunera española, a su juicio un modelo a seguir en el mundo. Ahí están las inversiones y esfuerzos que, dijo, han realizado los armadores atuneros para alcanzar la sostenibilidad integral, precisamente lema de este último congreso. Sostenibilidad entendida en su más amplio sentido: biológica, económica y social.

De lo costoso que es llegar a esa meta dan fe los empresarios. Sobre todo la social. Esa que certifica el sello de Atún de Pesca Responsable, promovida por Opagac y que fue la primera en incluir las condiciones sociales que marca el convenio 188 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El aspecto social de la sostenibilidad social, aquel que afecta a la garantía de unas condiciones dignas de trabajo, seguridad y bienestar de las tripulaciones, ya supone en torno a un 20% de los costes operacionales de las compañías que la han asumido. Es un coste «al que no vamos a renunciar, sino todo lo contrario», aseguró Julio Morón, gerente de Opagac. No lo van a dejar porque es un arma para «tratar de competir comercialmente» con otras flotas sin tantos miramientos, ni biológicos ni sociales, y cuyo producto «paradójicamente, es distribuido en Europa».

Por eso los atuneros españoles agrupados en Opagac reclaman una «toma de postura y de acciones definitivas de Europa ante las prácticas ilegales de otras flotas que faenan en los mismos caladeros que la europea. Es más supeditan ese boicot comunitario a la supervivencia de las flotas de atún tropical. Aquellos barcos, «ni aportan esfuerzo alguno para asegurar la sostenibilidad ambiental, ni dudan en despreciar las mínimas condiciones de trabajo dignas de sus tripulaciones y convertir este ahorro de coste en un factor de competitividad es inadmisible en el mercado europeo», denunció Morón.

Y, sin embargo, «las importaciones europeas de atún procedentes de flotas del sudeste asiático y China exentos de aranceles han pasado de representar el 5 % en el 2012 a más del 50 % actualmente», señala Opagac en un comunicado. En total, Europa importó más de 79.500 toneladas de atún procedente de estas flotas el año pasado para consumo interno. En opinión de OPAGAC, el agravio comparativo con la producción comunitaria, que cumple con todos los requisitos legales, es abismal. Según esta organización, la aplicación del Convenio 188 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), ya en vigor, debe exigirse a todas las importaciones al mercado comunitario, para garantizar que los ciudadanos europeos no consumen pescado proveniente de barcos «con esclavos a bordo» o en los que no se respetan las condiciones sociales mínimas fijadas por la OIT.

Sello azul

En cuanto a la sostenibilidad biológica, el atún tropical se halla en niveles «muy aceptables». El 86 % de las capturas mundiales de atún procede de poblaciones que se encuentran en niveles saludables, según ISSF.

Esa fortaleza de las pesquerías de túnidos tropicales, permitió a la flota culminar este trabajo para garantizar una pesca de atún responsable y sostenible con la consecución del sello de Marine Stewardship Council (MSC), la certificación medioambiental pesquera más prestigiosa del mundo. A partir de la aplicación de su Código de Buenas Prácticas y de la cobertura del 100% de observadores, la flota ha conseguido el certificado para la mitad de sus capturas —180.000 toneladas, el 3% de la producción mundial de atún tropical— en todos los océanos en los que opera (Índico, Pacífico y Atlántico), «convirtiéndose en el primer grupo pesquero del mundo en lograr la certificación global de su pesquería».

Diferencias sociales

Ahora toca «afrontar la sostenibilidad social». Es un camino prácticamente obligatorio, pues, de no abordarse, Europa perderá su peso y consecuentemente su soberanía alimentaria sobre este producto pesquero, uno de los más consumidos por los europeos, y dependerá de países terceros.

Según explicaron, el coste medio de un buque atunero medio (capacidad de carga de 1.250 toneladas) se sitúa en torno a los 11 millones de euros anuales (combustible, mantenimiento, equipación tecnológica, suministros, atraques y gastos sociales) y esta cifra puede alcanzar los 15 millones en barcos con una capacidad de carga mayor (1.750 toneladas). Además, hay que tener en cuenta, el lastre que está suponiendo el incremento del precio del combustible, en torno a un 175%.

En el caso de los buques atuneros, por ejemplo, taiwaneses o filipinos, flotas caracterizadas por su opacidad, los últimos datos que se conocen apuntan a que sus costes se dividen, al menos, por dos. Así, un buque taiwanés con capacidad de carga de 1.600 toneladas tendría unos costes de 2,6 millones de euros y esta cantidad sería de 1,3 millones en el caso de un buque filipino de 650 toneladas de capacidad de carga, explican.

Citando el informe de la OIT, Global Estimates of Modern Slavery Forced Labour and Forced Marriage (septiembre 2022), explican que se estima que 128.000 personas se encuentran en situación de esclavitud moderna a bordo de buques pesqueros. A este respecto, «cabe señalar que el 50% de las grandes empresas suministradoras de atún en lata del océano Pacífico occidental a las grandes superficies comerciales europeas no dispone de procesos de vigilancia y persecución de la vulneración de los derechos humanos de los trabajadores en su cadena de producción, según un estudio de Deloitte para la flota atunera.