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Bruselas insta al Reino Unido a controlar que sus aguas sucias no lleguen a Europa

Jesús Carballo REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

ADAM VAUGHAN | EFE

La isla tiene problemas de contaminación por un deficiente tratamiento

03 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de medio centenar de playas en Inglaterra y Gales están tan contaminadas por aguas residuales que la salud de los bañistas está en riesgo. Hace solo unas semanas tuvieron incluso que ser cerradas al público. Esa polución tiene su origen en que las compañías que debían responsabilizarse de su depuración están vertiendo grandes cantidades de agua sin depurar a ríos y mares debido a que, tras el brexit, algunas de esas empresas han tenido problemas para conseguir productos químicos para el tratamiento del agua. Ante esa carestía, la Agencia de Medio Ambiente británica relajó las restricciones, permitiendo a las compañías descargar efluentes sin cumplir del todo con las condiciones de sus permisos de vertido, que normalmente requieren que el agua sea tratada mediante un proceso de varios pasos.

La situación se ha agravado con el paso de los meses y ha hecho saltar todas las alarmas de sus ciudadanos ante la imposibilidad de disfrutar de sus arenales. También han mostrado su preocupación las organizaciones medioambientales, que temen que este problema se cronifique y golpee de lleno a los ecosistemas marinos y a la biodiversidad si no se toman acciones inmediatas.

Pero no acaba ahí todo. A pesar de que las aguas europeas todavía no se han visto afectadas por esa contaminación, desde Bruselas siguen con lupa lo que ocurre al otro lado del canal de la Mancha. Sin ir más lejos, durante una Comisión de Pesca del Parlamento Europeo, su presidente, Pierre Karleskind, resaltó que «pese a no ser un riesgo inmediato para las costas europeas, son aguas tóxicas que pueden contener microplásticos» perjudiciales para los peces. Unas declaraciones que secundó la representante de la Comisión Europea invitada a la sesión, que subrayó que «la pesca de bajura es la que puede verse más afectada» y, como consecuencia, «puede llegar a ser un peligro para la salud humana si los peces resultan contaminados».

Desde el Ejecutivo comunitario aseguraron que siguen la situación al detalle y que «los contactos con el Reino Unido son constantes». Además, recordaron que, tras la salida de la UE de Londres, existe un acuerdo de cooperación en el que «se establece una cláusula de no regresión en relación a los niveles de proyección medioambiental y la protección del entorno marino». En caso de que exista «algún tipo de regresión» habrá que «evaluar el impacto dañino sobre el territorio de la Unión» y entonces tomar las medidas oportunas «porque al mar hay que protegerlo” finalizaba.

Antecedentes

Mientras el Reino Unido formaba parte la UE, su Administración estaba obligada a cumplir con la Directiva Marco del Agua, que exige a los Estados miembros que elaboren planes de gestión de cuencas fluviales para lograr un buen estado ambiental. Pero una vez fuera, ya no está obligado a cumplir esas directrices y ya puede imponer sus propias normas. El problema es que, si las ha puesto, no están funcionando como deberían. Además, el historial del Reino Unido en este aspecto cuando formaba parte del club comunitario no es lo que se dice intachable. De hecho, el país fue llevado ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) en dos ocasiones —una en el 2012 y otra en el 2017— por no tomar las medidas necesarias para abordar los vertidos no tratados debido a inundaciones y desbordamientos y vulnerar por lo tanto la legislación de la UE.