Patrocinado porPatrocinado por

Ética en la pesca y euroescepticismo

Jaime Mejuto INVESTIGADOR DEL CENTRO NACIONAL INSTITUTO ESPAÑOL DE OCEANOGRAFÍA-CSIC, CENTRO OCEANOGRÁFICO DE A CORUÑA

SOMOS MAR

Ilustración publicada en la edición impresa del 28 de septiembre del 2022
Ilustración publicada en la edición impresa del 28 de septiembre del 2022 Pinto&Chinto

03 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Podríamos llegar a pensar si el brexit o el reciente resultado electoral en Italia han tenido relación con políticas de la Comisión Europea, por ejemplo al respecto de la pesca? Sería pretencioso sugerir una relación tan simple en procesos muy complejos-multifactoriales que podrían explicar en su conjunto de factores lo que está sucediendo en distintos países de Europa por méritos propios y al margen de la situación bélica actual. No obstante, en el estricto ámbito de la pesca, sí sabemos que la posición de ese sector económico en el Reino Unido favoreció el brexit.

Decisiones de la Comisión Europea están afectando gravemente a la actividad pesquera de la flota de Galicia en diferentes ámbitos geográficos y stocks pesqueros con problemas o casuísticas muy dispares. En algunas de esas decisiones, la Comisión ha valorado más la opinión publicada y sus consultas públicas que las bases científicas disponibles de sus propios organismos científicos o que el resultados de estudios financiados por ella misma. Legislar y ordenar sobre asuntos de pesca a golpe de consulta pública a la que suelen acceder grupos urbanos bien organizados y mejor financiados, es un síntoma inequívoco de cómo está funcionando el sistema en algunos temas pesqueros de la UE que afectan a la flota de Galicia, bajo cuyo sistema sus principales actores —los pescadores— no tienen en la práctica peso ni para exigir su derecho a voto.

Probablemente he escrito antes que, para alcanzar un diagnóstico fiable sobre lo que nos está pasando como país pesquero, es conveniente discriminar bien entre enfermedad y síntomas para no confundir el tratamiento. Por desgracia, algunos acontecimientos reiteran tozudamente no solo un mal diagnóstico de la enfermedad que nos acecha, sino la confusión en las pruebas diagnosticas propuestas y los tratamientos domésticos sugeridos, estos últimos en general tardíos y en ocasiones destinados a dar la impresión de que «hicimos lo que pudimos» por el enfermo, descargar la responsabilidad en otros o en las decisiones unilaterales tomadas en Bruselas, pero cuyas propuestas se asumen como dogma de fe en base a la sacrosanta consulta pública y en armonía con la desinformación de ilustres eurodiputados que difícilmente discriminan entre una lata de atún claro o de bonito, que consideran difícil distinguir por el mercado a un tiburón azul de otras especies de su misma familia, como supongo les sucedería entre un bacalao y una faneca.

La mayoría de problemas de esta índole parten de una grave deficiencia en principios éticos que deberían regir las decisiones tomadas y que la FAO ha señalado como la «ética en la pesca», sin perderse por ello un ápice del principio de sostenibilidad en sus diferentes ámbitos. Las principales cuestiones éticas en la pesca están relacionadas, en términos generales, con el bienestar de las personas y la sostenibilidad de los stocks y sus ecosistemas. Pero esos debates suelen verse agravados o restringidos en base al cambio climático o la globalización por la creciente integración de las economías de todo el mundo a través del comercio y corrientes dominantes político-financieras y geopolíticas. La FAO plantea cuestiones éticas a ese respecto, entre otras, con el riesgo de pérdida de la identidad cultural y la diversidad en las comunidades humanas pesqueras (1); el riesgo de degradación de la biodiversidad y los recursos pesqueros (2); la dificultad para poder satisfacer explícitamente a una amplia gama de partes interesadas y algunos grupos con grandes medios y gran capacidad de influencia (3) y las consecuencias negativas ante los intentos de reducir la pobreza, repartir la riqueza, aumentar la seguridad alimentaria y garantizar la justicia y la paz social, a causa de la creciente distancia entre los más y menos dotados o por la concentración de poder económico en empresas de pesca a gran escala que son propias de algunos de los Estados miembros menos dependientes de la pesca, entre otros factores (4).

Estas y otras cuestiones éticas de importancia para la pesca de Galicia pueden ser consideradas, esquivadas y hasta omitidas en el marco de acción de la UE, según sea el caso o el Estado miembro afectado.

Las políticas pesqueras que erosionan la base económica de las comunidades pesqueras tienen mayores consecuencias en aquellas zonas donde la mayoría, o buena parte de las personas, dependen de la pesca y donde existan menos fuentes alternativas de medios de subsistencia: regiones altamente dependientes de la pesca, como es el caso de Galicia. Por tanto, los principios de ética de la pesca deberían cuidarse de forma muy especial en aquellas decisiones que afecten a esas comunidades. Y este es probablemente uno de los problemas de fondo del actual marco de la UE, en el que solo algunos Estados o comunidades son altamente dependientes de la pesca o de sectores mar-industria, mientras que para otros muchos países y sus representantes esos temas son irrelevantes o simples monedas de cambio con la Comisión ante cuestiones que a ellos les afecten.

La dimensión ética de la pesca debería tener objetivos tales como el bienestar del ecosistema, minimizar impactos, la conservación y la sostenibilidad en sus diversos ámbitos, y realizar pesca responsable para un desarrollo sostenible, la seguridad a bordo, el respeto a derechos laborales, la libertad y el bienestar. También el acceso justo a los recursos, la erradicación de la pobreza, favorecer la economía sostenible y el respeto a la diversidad cultural de las comunidades pesqueras, la equidad intersectorial y la eficacia social, el derecho a los alimentos sanos, a precios justos y con bajo impacto ambiental, etcétera. Pero, en el marco del debate y de las decisiones políticas, todo ello debería estar basado en procedimientos realmente transparentes y equilibrados entre actores interesados y afectados, en la deliberación realmente pública desde abajo sobre los asuntos en la que los pescadores formen parte activa, en igualdad de condiciones, para que puedan emprender y comprender las decisiones que se proponen, en todo caso, con el apoyo en una ciencia sustentada sobre principios sólidos.

En base a una deficiencia en esos principios o de otros fundamentos democráticos muy deseables, probablemente podríamos identificar algunas de las actuales carencias en decisiones que están afectando a la flota con base en Galicia, cuyas decisiones políticas probablemente no han estado a la altura ni fueron sustentadas sobre bases que serían deseables, incluida la de la propia evidencia científica. Y de esos polvos, probablemente, se contribuirá poco a poco a los otros indeseables lodos.