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Los expertos aconsejan por primera vez navegar marcha atrás para disuadir a las orcas

Somos Mar REDACCIÓN/ LA VOZ

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Orcas avistadas en la ría de Arousa, en una imagen de archivo
Orcas avistadas en la ría de Arousa, en una imagen de archivo CEDIDA

Los cetáceos volvieron a dañar veleros tras una tregua de doce días, la más larga en meses

17 sep 2022 . Actualizado a las 10:06 h.

Sin gobierno, con el timón dañado, la Salvamar Mirach, de Salvamento Marítimo, remolcó este 16 de septiembre a Cangas do Morrazo al velero inglés Christin, dañado por las orcas cuando navegaba al oeste de las islas Cíes con cuatro tripulantes. Dos días antes, al yate polaco Flying Polishman, con cinco tripulantes, una orca le destrozó el timón y le provocó una vía de agua a unas 15 millas al oeste de Corrubedo, desde donde la Salvamar Regulus lo remolcó al puerto de Muros. Esos dos incidentes pusieron punto y final a la tregua más larga en meses de unos cetáceos de los que no hubo noticias en los doce días.

El antepenúltimo sucedió el día 2, al oeste de la isla de Sálvora. «Sí, nos han vuelto a atacar», contaba Mikkel Erichsen, patrón del Triola, un yate de 14 metros de eslora en el que navegaba este danés afincado en Noruega con su mujer y sus tres hijos, de entre 1 y 12 años. Por segunda vez desde el 12 de agosto, también en aguas gallegas, esos cetáceos le rompieron el timón.

«Es la primera vez que no hay interacciones seguidas desde hace meses», confirmaban el 13 de agosto los expertos del Grupo de Trabajo Orca Ibérica, volcados en la investigación del comportamiento de una quincena de los menos de cincuenta ejemplares que componen la población de Orcinus orca asentada en el Estrecho de Gibraltar.

Goteo de percances en Galicia en agosto

A finales de agosto, después de al menos 26 interacciones en las costas gallegas en 20 días, también desaparecieron seis días. Durante ese mes tuvieron en vilo a los navegantes, haciendo saltar las alarmas por la sucesión de incidentes, especialmente en la Costa da Morte. Por esa razón y porque para las tripulaciones representan un peligro para la seguridad marítima, saltaron las alarmas y se sucedieron las peticiones de remedios.

A febrero se remontan los primeros encontronazos registrados este año, en el golfo de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar. Continuaron durante abril, mayo y junio, también en el sur de España y en el de Portugal. Siguiendo la migración hacia el norte del atún, su alimento preferido, aparecieron en Galicia a mediados de julio y desde entonces se registró un goteo de percances que se extendió más al norte que nunca, a la altura de la Bretaña francesa.

Daños en el 14 % de los casos

Nunca hasta el 2020 se había descrito ni documentado lo que los científicos y las autoridades denominan interacciones y la inmensa mayoría de navegantes ataques. Con la colaboración de las tripulaciones y, cuando precisan auxilio, de Salvamento Marítimo, científicos reunidos en Orca Ibérica los estudian. A la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma) le ha encargado el Ministerio de Transición Ecológica una investigación con la que se pretende preservar a esos cetáceos y, en lo posible, minimizar los incidentes con embarcaciones.

Interactuar no equivale a daños ni acometidas a los veleros, sino también a aproximaciones o contactos con las orcas. Desde el 2020 hasta ahora se han documentado alrededor de 300, de acuerdo con las informaciones divulgadas por los científicos. Solo un 14 % de ellas han causado desperfectos a las embarcaciones. Que se sepa, el incidente más grave sucedió en el sur de Portugal, a principios de agosto, cuando un velero se fue a pique con cinco tripulantes a bordo. Sanos y salvos los rescató un pesquero y, por lo que ha trascendido, el naufragio se atribuyó a los daños provocados por los cetáceos.

Orca Ibérica aconseja navegar marcha atrás

«No hay una solución mágica para este problema», reconocía semanas atrás Alfredo López, presidente de la Cemma. Mónica González, bióloga de ese colectivo, explicaba que «con su ecosonar pueden crear en su mente una imagen del timón, por dentro y por fuera», tan precisa que incluso saben de qué está cubierto y donde tiene la barra. Y es entonces cuando, en ocasiones, inician «un juego» en el que, «sin querer, pueden romper algo», añadía.

Sin remedio efectivo, los navegantes se las ingenian como pueden para tratar de disuadir a las orcas. Mediante la práctica de prueba-acierto-error, los explican en las redes sociales y páginas webs donde intercambian comentarios y experiencias. Los expertos de Orca Ibérica acaban de incorporar al protocolo de actuación una medida que parece resultar efectiva, pero no en todos los casos: navegar marcha atrás.

Eso sí, advierten a los patrones que «solo debe realizarse en buenas condiciones de mar, despacio, sin giros y cuidando que los animales no estén debajo» del casco. Mientras tanto, expertos, navegantes y autoridades continúan a la expectativa, pendientes de posibles nuevas interacciones con las orcas en España, Portugal o el Cantábrico