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Greenpeace arroja rocas gigantes en un área de Gran Sol donde pescan gallegos

e. a. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Kristian Buus / Greenpeace

La entidad consuma su amenaza y el Gobierno británico abre una investigación

10 sep 2022 . Actualizado a las 09:15 h.

Dice Greenpeace en su página web británica que sembrar de rocas los fondos marinos es una fórmula eficaz para proteger los hábitats sensibles, pues las piedras impiden que faenen allí los arrastreros de fondo. Y recoge, además, que se ha revelado como una salida eficiente para espolear a los Gobiernos a que reaccionen y tomen medidas para «alejar la pesca industrial» de esas áreas marinas delicadas. Por eso hace unos días decidió consumar la amenaza que había lanzado una semana atrás y publicó que había lanzado 18 piedras de gran tamaño para formar una barrera en South West Deeps, un área marina que cubre un área de 4.676 kilómetros cuadrados situada en la zona del canal occidental y el mar Céltico, a 190 kilómetros de la costa de Cornualles, en un caladero en el que operan pesqueros gallegos.

Según los ecologistas, en esa área, «solo en los últimos 18 meses, los barcos de pesca industrial han pasado cerca de 19.000 horas» faenando allí. Entre ellos estarían 33 de bandera española, además de 58 de pabellón francés, diez británicos, cuatro holandeses, dos irlandeses y tres de Portugal, Alemania y Dinamarca.

Greenpeace justifica la acción como un «último recurso» para hacer reaccionar al Gobierno británico: «Preferiríamos que el Ejecutivo hubiera hecho su trabajo para proteger los océanos y no que tuviéramos que hacerlo nosotros». Pero lo han hecho. Y con su firma en las piedras. La de la propia organización y la de diputados y otras celebridades británicas que, de acuerdo con Greenpeace, apoyan la acción que desarrollaron a bordo del Artic Sunrise.

Kristian Buus / Greenpeace

Que los ecologistas no van de farol lo ha constatado la propia Administración británica, que en un comunicado critica que Greenpeace se haya adelantado al programa de trabajo para gestionar todas las actividades pesqueras en las 40 áreas marinas protegidas en sus aguas jurisdiccionales, previsto para finales del 2024. Ese plan incluía la zona de conservación marina South West Deeps, sembrada ahora de gigantescas piedras. La Marine Management Organisation (MMO), el departamento de gestión marina británico, mostró su decepción con el procedimiento adoptado por Greenpeace, pues considera que no está justificado. Además, recuerda a los ecologistas que la ley exige una licencia para realizar cualquier depósito de materiales, barreras o elementos en el mar y, por lo que les consta, «Greenpeace no la tiene ni la ha solicitado y, como tal, su actividad es potencialmente ilegal». Es lo que se investiga ahora para decidir qué medidas adoptar.

Inutilidad de la acción

Por más que Greenpeace saque pecho de que acciones como la realizada en Gran Sol han cosechado éxito en ocasiones anteriores —en el 2009 tiraron 200 piedras en un área de Kattegat en la que se acaba de prohibir al arrastre y en el 2020 lo hicieron en el Dogger Bank, donde se tomó la misma medida—, la MMO echa un jarro de agua fría sobre la eficacia de la siembra. Porque, según los registros de que dispone, allí apenas opera el arrastre de fondo. Sí lo hacen pesqueros españoles y franceses, amén de un par de británicos, que trabajan con redes de enmalle palangre, arrastre pelágico y cerco. Por tanto, «arrojar rocas ahí tendrá un impacto mínimo», apunta la MMO. Sí lo tendrá sobre la navegación, para la que constituye un peligro.

El responsable de flota de Puerto de Celeiro, Jesús Lourido, concuerda con que las rocas no afectarán a los pincheiros, por su operativa y configuración del arte, pero sí a cualquier barco que emplee arrastre. Y arrastreros «hainos de 20 metros, pero tamén de dez», flota costera que se expone a un accidente.

Pero ya no se trata de que afecte o no afecte a la flota, lo peor «é o feito de que se permita que calquera que decida que a democracia non funciona e que as leis non se cumpren como a el lle gustaría faga salvaxadas. Iso é o far west», rememorando también que hace unos meses retiraron los aparejos que palangreros gallegos tenían calados legalmente. Y considera que la UE también debería decir algo. Puede que ya no sean sus aguas, pero faena su flota y no debería permitir «bandolerismo».

«Fan máis dano eles tirando pedras que o que impacta a pesca aí», apunta Sergio López, de los productores de Burela.

Obligados a abortar una segunda acción

Greenpeace intentó llevar a cabo una segunda siembra de piedras en un área en la que el Reino Unido está recogiendo pruebas y evidencias científicas, así como analizando cómo afectarán las medidas de protección a la pesca. Pero cuando comunicaron su intención a las autoridades, la reacción de estas subió de grados, hasta el punto de que la propia organización reconoce que se vio obligada a abortar sus planes cuando estaban embarcando rocas en el Artic Sunrise en el puerto de Poole. Cuentan en su web que agentes del MMO amenazaron a los activistas con adoptar acciones legales. Y no solo eso: la empresa que transportaba las piedras también fue advertida de que se tomarían acciones judiciales y se bloqueó la salida del Bulwark Quay, el muelle en el que estaba amarrado el barco de los ecologistas.

Ante tal presión, han desistido de realizar este segundo lanzamiento. Ahora bien, esperan que el Gobierno «actúe con la misma urgencia para evitar que los barcos de pesca industrial destruyan los fondos para que podamos dejar de hacer su trabajo».