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La pérdida del Segunda Isabel y la tragedia del María del Carmen, en junio de 1935

Ramón García Filgueira

SOMOS MAR

Archivo Ramón García Filgueira

El María del Carmen había salido del puerto cántabro de Santoña con un cargamento de piedra para Vigo. En la madrugada del 23 de junio de 1935, y cuando navegaba a unas diez millas al oeste de Ons, sufrió un abordaje del vapor de pesca Primer Gestoso Costas. Fallecieron dos marineros de Corme

18 jul 2022 . Actualizado a las 12:15 h.

Los días 22, 23 y 24 de febrero de 1935 una fuerte surada azotó la Costa da Morte. En Corme estaban fondeados y con coderas a las boyas de amarre los balandros Segunda Isabel y el María Isabel. Fueron jornadas de angustia, esfuerzo y peligro constante para ambas tripulaciones.

A pesar del trabajo realizado en torno al mediodía del 22 de febrero al Segunda Isabel le faltaban el ancla y las amarras. Y ahí empezó su peregrinaje a la tumba, al quedar embarrancado sobre las dos de la tarde en Punta Arnela, entre la mirada atónita de los vecinos, que vieron como en poco tiempo el buque quedó hecho astillas. Al constatar que era inviable salvar el velero, los tripulantes decidieron abandonarlo. El balandro era propiedad del piloto de segunda clase Francisco Piñeiro Costa, vecino de Corme. Había sido construido en Camposancos-A Guarda en 1872, tenía el folio 120 de la segunda lista de A Coruña, con un registro bruto de 38 toneladas y 60 de porte. Poseía una eslora 17 metros, una manga 5,32 metros y un puntal 2,30 metros. Estaba al mando el cormelán José Costa Lista. En el momento del naufragio el buque transportaba cincuenta metros cúbicos de madera, propiedad del industrial Ramón Cotelo Costa, de Tella, Ponteceso.

Más suerte tuvo el balandro María Isabel, que también sufrió aquellas jornadas de febrero de 1935 la pérdida de las anclas. Pero gracias al coraje de los marineros, se consiguió llevar amarras a bordo de una lancha.

Por su parte, el María del Carmen había salido de Santoña con un cargamento de piedra para Vigo. En la madrugada del 23 de junio de 1935, y cuando navegaba a unas diez millas al oeste de Ons, sufrió un abordaje del vapor de pesca Primer Gestoso Costas. El golpe fue tan violento que en poco tiempo se hundió el velero y, poco después lo hizo el pesquero, con el resultado de dos desaparecidos del María del Carmen: el patrón, Francisco Cousillas Neira, de 27 años, y el cocinero Modesto Sueiro Mosqueira, de 16, ambos de Corme. La tragedia pudo ser mayor de no encontrarse en las proximidades el San Andrés Apóstol. Rescató al resto de tripulantes y rastreó la zona en busca de los dos desaparecidos. Al no localizarlos puso rumbo al puerto de Vigo, donde dejó a los náufragos sanos y salvos. Los otros tres tripulantes del velero eran José Fernández, Manuel Martínez, vecinos de Corme, y Alfonso Insua, de Noia.

Declaraciones

Según apuntaron en sus declaraciones, en el momento de producirse el abordaje el tiempo era bueno, con noche despejada y navegaban con las luces reglamentarias. Cuando se produjo el impacto Manuel y Alfonso saltaron a bordo del pesquero. A José no le dio tiempo y se tiró al agua, donde permaneció cuarenta minutos hasta alcanzar al barco rescatador. Sobre los desaparecidos, indicaron que el patrón había bajado a la camareta en busca de la documentación, pero ya no volvieron a verlo. Le habían aconsejado que se tirara al agua, pero se negó y quedó a bordo. Para el cormelán José Fernández, que contaba con 27 años, era su cuarto naufragio en su corta vida como profesional del mar.

Después de declarar ante las autoridades de Marina se marcharon a sus respectivos domicilios. Los náufragos del velero se quedaron sin recursos y gracias a la redacción del periódico El Pueblo Gallego y al consignatario de buques Joaquín Davila pudieron hacer el viaje hasta sus casas. Desde Corme, las sociedades Centro Recreativo, que presidían Antonio Ramos y Manuel Cruz; el pósito, dirigido por José Centeno; y la Unión Vecinal, presidida por Manuel Piñeiro, enviaron una carta de agradecimiento al director del periódico y al señor Davila por la solidaridad mostrada con sus convecinos.

El pailebot era de la viuda e hijos de Daniel Vega Escudero, de Vegadeo. Tenía el folio 80 de la segunda lista de Ribadeo, medía 23 metros de eslora y de porte, 120 toneladas. El pesquero hundido pertenecía a Tomás Martínez Soto, de Bouzas. El vapor tenía 21 metros de eslora y una potencia de 80 caballos. Según el patrón del pesquero, el velero navegaba sin luces y la visibilidad era escasa en el momento del impacto.