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Costes, nuevas normas y falta de relevo provocan una desbandada en la pesca gallega

espe abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

PEPA LOSADA

Armadores de todos los segmentos de flota han manifestado su interés por dejar la actividad

19 feb 2023 . Actualizado a las 21:46 h.

«Se vende palangrero en construcción. Bandera española. Licencia en aguas internacionales». Y como esto del mar es una cadena, también «Se vende complejo frigorífico. 5 cámaras, 7.000 metros cuadrados...». Es el texto de los anuncios que este mes se han repetido en la portada de La Voz a instancias de un armador coruñés, que declina explicar los motivos que le llevan a querer desvincularse del sector antes incluso de que el barco salga del astillero. Pero lo único que tiene de singular es el canal que ha elegido para intentar encontrar un comprador, porque reclamos de ventas de embarcaciones de todo tipo y tamaño, de madera o de hierro, con o sin pérmex (permiso de explotación), se encuentran en cofradías, puertos, en webs marítimas y hasta en Milanuncios.com, al lado de libros, pisos, coches o trompetas.

«Agora mesmo hai interés por desfacerse do barco en todas as pesquerías e en todas as asociacións», apunta Sergio López, gerente de la Organización de Productores de Burela. Toda una estampida que ha llevado a los armadores a hacer cola a las puertas del Fondo Europeo Marítimo de la Pesca y la Acuicultura (FEMPA) antes incluso de que estas abran, porque trae dinero para desguaces, subsidios a la paralización temporal que desaparecieron en el anterior fondo estructural, el FEMP, y de los que no se sabía desde el 2018, cuando se pagó al último de los 24 barcos gallegos que desguazaron en la última convocatoria con ayudas públicas.

El caso es guardar el sitio por si acaso interesa, pues quieren conocer la letra pequeña para acceder a esos 9 millones de euros con los que el Ministerio de Agricultura y Pesca ha dotado esa medida en sus programa operativo y que ya se antoja escasa, dado el interés que ha despertado la medida. Solo para atender las demandas confesadas por los empresarios adscritos a la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi) se necesitaría 30 millones, para despiezar 22 embarcaciones de cerco, de la NAFO, de Gran Sol y, sobre todo, palangreros de superficie. Y ahí no entran los casi 30 cerqueros abiertos a la paralización definitiva por parte de Acerga (Asociación de Armadores de Cerco de Galicia). «Cónstanos que xa son varias as asociacións de armadores galegos que solicitaron á Administración central o deseño dun plan de reestruturación que inclúa axudas á paralización definitiva», apuntan desde la Consellería do Mar.

«Sí, se nos ha transmitido cierto interés por la posibilidad de desguazar, sobre todo con el incremento de costes que ha tenido lugar en los últimos meses», reconocen en el Ministerio de Agricultura y Pesca. Las demandas habrían llegado del arrastre del Cantábrico Noroeste, del cerco y de la flota de Gran Sol. Segmentos a los que apenas unos meses atrás se le dijo que no.

Sin embargo, la situación ha cambiado. Tanto, que la propia Administración se ha abierto a replantearse un programa operativo recién salido del horno para aumentar esos fondos.

Cúmulo de factores

El aumento desmesurado de los costes de explotación, con un combustible desbocado, por encima del precio que en el 2008 llevó a la flota a amarrar en protesta, ha terminado de minar los ánimos y exacerbado las ganas de tirar la toalla antes de quedar sin un euro en el bolsillo.

«Agora mesmo o principal problema é o medo. Todo o mundo está nervioso. Ao empezar unha marea sales con menos 500.000 ou 700.000 euros», que es lo que cuesta llenar el depósito del barco, «o prezo dos contenedores está disparado, a carnada subeu... Demasiadas incertezas para unhas empresas pequenas como as nosas». Lo dice una persona, Joaquín Cadilla, presidente de la Organización de Palangreros de A Guarda (Orpagu), que se define no como un armador, sino «como un patrón dono dun barco», que a punto estuvo de arruinarse dos veces, una de ellas cuando la primera crisis del gasoil. Esta vez los salva que «o prezo do peixe subíu». Se refiere al pez espada, que ahora mismo se está pagando bien y eso hace posible que no se faene «a perdas», pero no da para «facer peto», ese gardar das risas para as choras indispensable en un sector tan expuesto a los temporales como a los reveses económico.

Pero por más que desde la Consellería do Mar achaquen ese aumento de peticiones de desguace a la situación derivada de la guerra de Ucrania y que las medidas del Gobierno central «son insuficientes», lo cierto es que el aumento de costes es solo uno de los detonantes de la estampida. Ahí está que Galicia ha perdido en un decenio el 8 % de su flota, un goteo de un barco perdido cada diez días.

Los obstáculos que llegan desde las Administraciones en forma de leyes, normas y directivas han desmoralizado sobremanera a un sector cansado también de luchar contra la falta de tripulantes y de relevo generacional en la pesca. La aprobación por parte de la Comisión Europea de 94 vedas para la pesca de fondo a lo largo del cantil de cuatro países solo el último ejemplo de zancadillas que llegan de Bruselas en nombre del medio ambiente y la biodiversidad. Antes fueron la política de aletas adheridas para los palangreros de superficie, que también tuvieron que afrontar el veto a la pesca del marrajo y se exponen ahora a que la quenlla siga sus pasos; un programado reglamento de control que pretende introducir cámaras a bordo para grabar lo que hacen los pescadores y que hasta las chalanas más pequeñas lleven un localizador y un diario electrónico; el cierre por más de un lustro de la pesca de cigala en Galicia y los recortes en la merluza sin estudios ni datos científicos concluyentes; la intención de vedar el 30 % de la superficie marina, con un 10 % con veto total a la pesca, la persecución al arrastre... Aunque no todo llega de Bruselas, el actual reparto de cuotas, el mecanismo de reajuste, y la anunciada expropiación de cupos que viene en la letra de la Ley de Pesca Sostenible son amenazas que el sector encuentra dentro de casa.

«No se entiende: por un lado nos dicen que somos necesarios y esenciales para garantizar la seguridad alimentaria y, por otro, no hacen más que darnos de bofetones al sector pesquero y en general a todos los sectores primarios. Pues nada, si no nos quieren, nos vamos. Ya comeremos piedras», comenta Edelmiro Ulloa, gerente de Arvi. Con este panorama, «¿estrana que non haxa relevo xeracional?».

«Cóbrase ben e nunca tan poucos días se traballou... Aínda así, non hai mans»

José Pino, capitán de Pesca, tiene hijos. Pero «os da xeración do baby boom quixemos darlle unha vida tan boa que os fixemos a todos enxeñeiros». Así es que él, en jubilación activa desde hace apenas un par de meses, ha dejado el barco familiar en manos de un patrón ajeno a la armadora pero modelado a su imagen y semejanza durante años. Ahora bien, tiene casi 50 años y la jubilación a la vuelta de la esquina. Y quienes tienen relevo, lo tienen en tierra. «Xerentes que saben moito de contas con Facenda, pero que nunca foron ao mar e se teñen que ir a comprar un cabo de nailon de 8 e non hai, tráeno de 6». Y eso que «nunca tan fácil foi mandar un barco. E nunca tan poucos días se traballou, agora que non se vai os venres por culpa do gasoil». Aún así, «non hai mans». Entre que «non hai xente, os atrancos e o prezo ao que está o combustible e todo... isto acábase», augura Pino. «Xa só quedamos catro e cansos de loitas de xigantes contra muíños. Molinos... Esa es otra.

e. a.

Alfredo Cotelo: «Se me dan millón e medio, que fagan co barco o que queiran»

Este armador del arrastre de litoral vende uno de sus barcos por falta de rentabilidad

No es por falta de relevo generacional. Su hijo está en el negocio y se prepara para mandar un barco. Tampoco es por falta de cuota, pues invirtió en comprar derechos de pesca de otros barcos y ahora tiene de sobra. Es, simple y llanamente, por falta de rentabilidad. Alfredo Cotelo, armador del arrastre de litoral coruñés, vende uno de sus dos barcos. En principio, se desprende del que tiene bandera portuguesa, pero si se los pagan bien de los dos. «Se me dan millón e medio de euros, que leven o barco e que fagan o que queiran con el», clama con hastío.

El precio del gasoil es lo que le ha llevado a dejar amarrado en Oza al Cidade de Albufeira y seguir faenando con el Virgen Segunda, de bandera española, para poder seguir pagando nóminas y gastos. Pero el fuerte aumento del combustible hace que ni siquiera el Virgen Segunda dé para gastos. «Para saír ao mar tes que botar 70.000 litros de gasoil, son 70.000 euros e tes que facer para desquitalos e para pagar á xente», dice.

Cotelo comparte la visión de que las normas de Bruselas solo ponen obstáculos a la pesca, pero tampoco ayuda la Administración española. «Nós compramos cinco cotas de xurelo e non as pescamos porque non o hai, non sale xa para fóra, e como non o collemos, en septembro quítanmas e danllas ao cerco», se lamenta. Y aunque sabe que todos deberían tener cabida en el caladero, se pregunta: «¿Cómo é posible que un barco con 18 toneladas de xurelo viva todo o ano, e nós con cinco dereitos non? O Goberno español debería saber que non hai xurelo porque nace nas rías e os que pescan barcos de 37 metros, (que a ver onde hai un arrastreiro que mida eso), que veñen do País Vasco; xa non o deixan salir para o caladoiro».

No es el único agravio que relata. Apunta que el cerco, por ejemplo, tiene un margen de tolerancia que le permite descargar un tanto por ciento de jurel pequeño, «e eu se boto ao peirao dúas pescadillas que non dan a talla estou sancionado». Eso, sin contar con que al arrastre le obligaron a cambiar la malla de 40 por la de 50, después de 65, más tarde de 70... «E hai barcos que usan malla de 15 milímetros sen que pase nada». Aún más: cerco y arrastre «teñen descanso semanal; as outras artes quedan todas no mar, pescando todos os días». Y contradice al resto del sector al asegurar que se necesita más control: «Facían falta 20 gardas civís máis no mar».

Así es que el arrastre de litoral en el Cantábrico ha adelgazado a un ritmo veloz. Del centenar que llenaban en muelle de Oza, hoy apenas quedan 5 de los 52 que hay en Galicia. «E o día que inventen unha arte, un aparello para coller lirio e meiga, o arrastre acábase».

CARMELA QUEIJEIRO

Eladio Blanco: «Pido 60.000 euros; perdo cartos pero non quero que siga parado»

El Tsunami, el barco de este armador jubilado de Noia, lleva en venta desde enero

A Eladio Blanco, armador de artes menores de Noia que puso el pie en tierra poco antes de la pandemia, le duele su barco. Mejor dicho, verlo parado, porque «sacounos de moitos apuros, permitiunos gañar catro pesos para a familia». El Tsunami lleva en venta desde enero y aunque ha tenido pretendientes, ninguna operación ha fraguado. Lo compró hace 7 años por 65.000 euros y realizó numerosas inversiones. Poco antes de retirarse destinó 3.000 euros a la compra de un radar y calcula que las mejoras suman unos 15.000 euros. Sin embargo, lo vende por menos de lo que le costó: «Pido 60.000 euros e perdo cartos, pero non quero que siga parado».

Amarrado en Portosín, el Tsunami tiene seguro y Eladio Blanco lo mantiene a punto: «Vou diariamente acender o motor, os aparatos e as luces. No podo saír, pero si que o movo adiante e atrás para que estea en condicións. Ten todo o necesario para saír traballar». Comenta que su mayor deseo es darle salida: «Non quero telo parado, do contrario terei que darme de alta de novo para saír faenar». Lo anuncia en plataformas digitales y entre quienes le llamaron para interesarse figura una persona de Cantabria. También de Ferrol. Incluso hubo quien le ofreció alquilarlo, pero es una alternativa que Blanco descarta: «Se non o coidan ben, despois non tes máis que problemas. Quen o leve, que sexa para facerse cargo». Dice su propietario que «o Tsunami está moi ben preparado. É un barco de oito metros para tres homes e ten permisos para traballar ás vetas, trasmallos, miños e polbo. Despois de mercalo cerreino e ten unha lona para traballar mellor. Eu penso que está ben».

Lamenta Blanco que no haya gente de la comarca interesada en dedicarse a esta actividad: «Se houbera un par de chavales que o quixeran, eu penso que poderían defenderse ben. Terían de todo para ir faenar e traballando, neste sector pódese saír adiante».

Su hijo se dedica al mar, pero ya tiene una embarcación. Ese es el motivo que lleva a este hombre de mar retirado a poner a la venta el barco. Es consciente de la falta de relevo generacional que afecta al sector: «Como falte a xente de fóra, para a metade da flota. Os mozos non queren dedicarse a isto, é unha auténtica pena».

Él, que ha vivido toda su vida ligado al trabajo en el mar, asegura que las cosas están complicadas con los topes y otras restricciones, pero es posible sacar un salario digno. Por eso no busca sacar provecho de la venta y solo quiere que el Tsunami siga navegando.

Andrés Manuel Angueira: «O mar sempre da, así que teño claro que imos saír desta»

«Haberá que atoparlle o xeito, pero non creo que o mar vaia deixar de dar nunca». Como un profeta marinero, Andrés Manuel Angueira expone convencido su visión sobre el sector que le ha dado de comer y que ahora abandona para jubilarse. Posee una planeadora en Rianxo, que hoy tiene a la venta en Internet, y por la ha recibido numerosas ofertas.

«Chámanme moitos pais que buscan unha embarcación para comprarlle ao seu fillo», lo que invita a pensar a Angueira que el mar «ten futuro». La clave, sitúa el veterano marinero, está en ese gusanillo de mar, «que se transmite de pais a fillos». Él mismo lo hizo con el suyo, que hoy ya posee su propia embarcación con la que ganarse la vida, y se congratula de que sean muchos los padres y madres que dejan en herencia su pasión por este modo de vida, que califica como «un vicio». Esto, junto a su experiencia de años, le permite estar tranquilo, pues «o mar sempre da, así que teño claro que imos saír desta».

Angueira es muy consciente, de todos modos, de que el sector no pasa por su mejor momento. «Estao a deixar moita xente, iso está claro, pois as cousas en terra van cada vez mellor, e no mar non pasa o mesmo». La pesca, el marisqueo, o cualquier otra industria vinculada a las rías gallegas, así como a los océanos, son duras, y eso tampoco cambia con los años.

Con su planeadora, Angueira se dedicaba, entre otras pesquerías, a la sardina, que ahora mismo «pode que sexa o que salva o ano, porque polo demais...». Echa de menos «aqueles oitenta ou cen euros diarios» que se podía llegar a sacar por una jornada, y que hoy ve ya muy lejanos debido al aumento de los costes de producción: «Tal como está o prezo do combustible é moi difícil conseguir rendibilidade dabondo; os custos veñen rápido, pero para ingresar hai que agardar máis».

En este sentido, para sacar toda la rentabilidad posible a una ría, Andrés Manuel Angueira entiende que es clave conocerla a fondo. «Por exemplo, onde eu estou, na ría de Arousa, está a funcionar ben o marisqueo», por lo que sería conveniente «aproveitalo». Sitúa como puertos fuertes dentro de este sector, y de los que se puede tomar nota, al de Vilanova de Arousa o al de Rianxo, que es donde se encuentra él. O se encontraba, porque ahora afronta su jubilación tras años de esfuerzos diarios debidos a ese «vicio» de mar que lleva dentro.