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Las mariscadoras ya extreman los controles contra los furtivos de bañador

Rosa Estévez
r. estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

SOMOS MAR

MONICA IRAGO

La primera ola de calor de la temporada vacacional supone el reto inicial del verano para el sector de a pie en las Rías Baixas

07 jul 2022 . Actualizado a las 04:50 h.

A las mariscadoras, el verano no les gusta. Para muchas, esta época del año supone un incremento considerable de su carga de trabajo: deben invertir horas y horas en proteger el marisco de sus bancos de codiciosas manos ajenas. En cuanto el calor comienza a apretar —y parece que esta semana estamos en ese trance— los arenales se llenan de gente ansiosa por refrescarse y disfrutar de las aguas de la ría. Lo malo es que entre esa multitud ociosa se esconden personas que parecen incapaces de entender el mensaje que, desde hace tiempo más que suficiente, se lanza con insistencia: el mar es de todos, pero el marisco que crece en los arenales es de quien lo trabaja. «É desesperante», dicen las mariscadoras, que año tras año siguen encontrándose «con xente que segue dicindo que non sabe que non se poden coller as ameixas».

Así que en las playas de Arousa —y en general en todas las Rías Baixas, porque este es un problema global— las mariscadoras de a pie han iniciado, en algunos casos ya a mediados de junio, los turnos de vigilancia estival. Cuando, como esta semana, el horario de las mareas hace coincidir la seca por la tarde, es cuando todo se complica para unas mujeres que, cuando se encuentran con alguien que pretende llevarse marisco, deben darle un toque de atención e informarle de lo incorrecto de su comportamiento. Lo malo, explican, es que sus requerimientos no siempre son bien recibidos, lo que da lugar a situaciones tensas que todas ellas temen protagonizar.

El protocolo que deben seguir las mariscadoras pasa por informar a los infractores y, si la conversación se tensa, dar aviso a los Gardapescas de la cofradía y también a las fuerzas del orden. Cuando la Guardia Civil  hace acto de presencia «e lle quita o marisco o alguén, durante uns días está todo máis tranquilo», explica Lola Gondar. Ella es la responsable del marisqueo a pie en la cofradía de O Grove, un pósito que vigila playas tan concurridas como las que rodean el puente de A Toxa, la de Rons o la de Lavaxeira, que serían también en las que suelen concentrarse los problemas. En Vilanova, estos se extienden por As Sinas y O Terrón. En A Illa, el control de los arenales exige un dispositivo especialmente amplio, dada la gran cantidad de playas que existen en la localidad y dado, también, el enorme número de bañistas que acuden a cada una de ellas. En Vilagarcía, Carril vigila A Concha-Compostela y Bamio, y Vilaxoán sus propias concesiones marisqueras.