Patrocinado porPatrocinado por

Eliseo Villar: «Sinto admiración pola xente que tivo que marchar, armadores e mulleres»

Antón Lestón Lago
antón lestón CARBALLO / LA VOZ

SOMOS MAR

Ana García

Personas con historia | Cofundador de la empresa atunera Ugavi, la segunda más grande de Galicia en su sector. Además, fue jefe de flota del Grupo Calvo y profesor de tecnología pesquera en Ecuador. Esta semana se inauguró su última donación al Concello de Malpica: una escultura en honor a las trabajadoras en el sector pesquero

23 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En una época en la que el sector pesquero pierde cada vez más protagonismo en la Costa da Morte a favor del turístico, Malpica de Bergantiños ha querido poner en valor el fundamento de su vida económica y social durante los últimos decenios. Lo ha hecho a través de dos monumentos. El primero fue una gran hélice en honor a los armadores, colocada en el Mirador de O Caldeirón el agosto pasado. El segundo, por su parte, fue inaugurado el pasado sábado en el paseo marítimo y representa a una mujer carrexeira con el cesto en la cabeza y un niño cogido de su mano. «Walter propúxome honrar aos mariñeiros, e eu tamén quería lembrar as mulleres, porque as nosas nais traballaban do mar e porque Malpica é unha vila matriarcal totalmente, pois elas traballaban e coidaban das familias», dice Eliseo Villar Loureiro (Malpica, 1951), donante de ambas figuras. «Eu sempre sentín admiración pola xente de Malpica que se marchou ao Perú, polos armadores e polas mulleres que traballaban na ribeira», cuenta, mientras rememora el tiempo en el que el municipio de Bergantiños rebosaba vida social y actividad pesquera.

Una actividad que él conoció desde joven, pues embarcó por primera vez en 1965, con trece años, para trabajar junto a su padre en el San Adrián, yendo a la sardina. Una nave que le causó su primer gran susto en el mar. Fue el 8 de junio de 1969, cuando cerca del cabo Vilán, naufragó. No hubo daños humanos, pero sí le quedaron secuelas: «Continuei indo ao mar, pero cando o barco escoraba tiña moi mala sensación, así que tiven que poñerme de patrón da lancha que viña a remolque».

Pero ese miedo no pudo con su pasión por el océano. Se hizo patrón de pesca en A Coruña, donde su excelente calificación y la buena relación con el decano le puso a tiro una gran oportunidad para ser profesor de tecnología pesquera en Ecuador a través de un programa del Gobierno, algo que desechó. «Eu quería ser capitán e para iso facían falta moitas horas de práctica, o que significaba pasar pouco tempo coa miña muller. Xusto cando conseguín o que quería e iamos poder ter máis estabilidade, ela xa collera os billetes e firmara os papeis ao meu nome», recuerda Villar, resaltando a su esposa María Luz Chouciño como la gran responsable de su posterior y exitosa trayectoria. Una carrera que pronto le llevaría a entrar en el mundo de los atuneros, trabajando primero para la Ralston Purina americana y después para Calvo, como jefe de flota. «Eu vin a Carballo a intentar pechar un acordo con eles e ao final convencéronme para aceptar o posto de xefe da flota en Madrid», explica.

Lo dejó en 1994, cuando fundó junto a unos amigos Ugavi, que actualmente ya es la segunda empresa atunera más grande de Galicia y una de las mayores de España. Cuenta con cinco barcos y da empleo a 250 personas. «Foi unha forma de seguir ligados con Ecuador, pois foi unha etapa de once anos moi importante para nós», indica sobre un país en el que nació su primera hija, Gabriela, que ya lleva la gerencia de la compañía. Eva, la pequeña, por su parte, se ocupa del departamento de máquinas.

«Cando había mal tempo, todo o pobo baixaba para gardar os barcos»

El trabajo le ha obligado a pasar la mayor parte de su vida lejos de Malpica, pero Eliseo siempre vuelve allí cada vez que puede, tanto físicamente como en el propio discurso. «Teño gratos recordos da miña infancia porque era unha veciñanza moi colaboradora. Cando había mal tempo, todo o mundo baixaba para axudar a gardar os barcos na dársena», cuenta al tiempo que matiza: «Pero iso non quere dicir que fose mellor nin peor que hoxe», pues cree que las circunstancias contextuales no se pueden comparar.

Su segundo hogar fue, sin duda, Manta (Ecuador), donde fue acogido de forma inmejorable por una comunidad que no se podía explicar como un matrimonio de 21 y 23 años ya había logrado esa estabilidad, con él trabajando para el Gobierno. Tan a gusto se sintieron allí, que al llegar a Madrid no fueron capaces de adaptarse y pronto tuvieron que regresar a Galicia, donde idearían ese lazo continuo con Ecuador que significa la empresa.

Todo por Malpica

«É o pobo que temos no corazón e a onde imos sempre que podemos, polo que calquera cousa que poidamos facer por Malpica, sempre axudaremos», comenta cuando se le pregunta si ya piensa en nuevas donaciones al estilo de las dos últimas. Un altruismo que le enseñaron en el exilio algunos refugiados de guerra como Pedro Quírez, Paco Arumí o el coronel Trueba y el padre Patricio Salazar, a los que se emociona rememorando. «Esta xente estaba traballando permanentemente para a comunidade e provocaron que me interesase moito nas obras sociais», señala. De hecho, su empresa mantiene un comedor diario para 30 menores.