La Policía halló las pruebas en una cámara requisada en la depuradora ilegal
22 jun 2022 . Actualizado a las 19:17 h.Cuando el subinspector Fernando Molina llegó a Galicia y formó el equipo de la Policía Autonómica especializado en un delito recién estrenado en el código penal —el de furtivismo—, ya había escuchado hablar de la pesca de pulpo con lejía. Pero no tenía ni pruebas ni constancia de que se practicase en aguas de la comunidad. Hasta que estalló la operación Salitre, en la que dos personas han sido detenidas por presuntos delitos contra la flota y la fauna, falsedad documental y de defraudación del fluido eléctrico, otras once figuran como investigadas y hasta 40 han sido identificadas en algún momento de los dos meses que ha durado la investigación. Y las pruebas, prácticamente, le cayeron en la mano. Revisando una cámara de grabación submarina que los agentes decomisaron en el interior de la depuradora ilegal que uno de los detenidos había montado en un bajo alquilado en el municipio de Narón.
Al revisar las imágenes, los agentes del Erpol (Equipo de Respuesta Rápida Policial) comprobaron cómo uno de los detenidos, equipado con elementos de buceo autónomo, vertía de una botella amarilla de lejía un líquido blanquecino —perfectamente apreciable en las imágenes— que provocaba la salida inmediata del pulpo de su gruta, una huida que el buceador aprovechaba para cobrarse la pieza mientras una segunda persona —también detenida— grababa el proceso. Fue la carambola final en una investigación que requirió meses y muchas horas de vigilancia por parte de los agentes del Erpol y de Gardacostas de Galicia. Arrancó cuando el pasado octubre la unidad de buceo del equipo, en un operativo rutinario con los guardacostas, encontró en un pantalán 800 kilos de ostras. Un indicio claro de que había importante actividad furtiva, que se confirmó cuando abrió la campaña marisquera, en la que las capturas no eran boyantes —a tenor de las inspecciones que hacían ambos cuerpos— y, sin embargo, había subastas en lonja de cantidades importantes. De ostra y de otras especies.
A raíz de esas incongruencias comenzaron las rondas de vigilancia. Los agentes fueron testigos de cómo varios investigados extraían con equipos de submarinismo marisco y otras especies pesqueras. Después comprobarían que al menos uno de ellos disponía de permiso de explotación (pérmex) legal para faenar en zonas de libre marisqueo y que el resto se aprovechaban de esa circunstancia para blanquear las capturas y comercializarlas a través de la lonja de Ferrol.
Ruidos extraños
Fue en una de esas jornadas de observación que los policías oyeron ruidos extraños en la zona hacia la que instantes antes se habían dirigido los sospechosos. Y fue entonces como dieron con la depuradora clandestina que habían montado el detenido y su ayudante. Ambos han sido arrestados por furtivismo.

En ese bajo, ubicado en un edificio de tres plantas, el inquilino había instalado varias piscinas en las que depuraba las capturas ilícitas o las guardaba a la espera de poder colocarlas tanto por los cauces legales como por los irregulares. Ilegal también era el montaje de la planta, alimentada por un circuito cerrado de agua de mar. Y también el suministro eléctrico, pues el cabecilla de la trama, responsable de la depuradora, había enganchado la luz del bajo a la del contador del resto de los vecinos.

Cuando los agentes registraron la instalación se decomisaron 50 kilos de centolla y zamburiñas, así como ocho equipos de buceo autónomo —neoprenos, botellas, respiradores y escarpines incluidos—, cuatro raños y numerosas redes.
Las diligencias de la operación Salitre han sido entregadas en el juzgado de instrucción número 1 de Ferrol.

Radiografía del mercado negro de marisco en la ría de Ferrol: «El furtivo solitario ha dado paso a grupos organizados»
El furtivismo sigue siendo un problema real en la ría de Ferrol y es algo en lo que coinciden los patrones mayores de Ferrol, Barallobre y Mugardos. Según destaca Isabel Maroño, responsable del pósito ferrolano, existen dos grandes grupos de furtivos: «los que lo hacen por necesidad y suelen acumular numerosas multas y a los que llamamos furtivos de bañador, que son los que bajan a las playas y no compran el producto a pesar de tener capacidad económica para hacerlo». Sobre las especies más castigadas, Maroño explica que la almeja y la vieira son las que más padecen las extracciones irregulares en la ría. La retirada de ejemplares de talla ilegal lastra la recuperación del ecosistema. «Lo que ocurre con la vieira es lo más injusto y problemático» porque «los análisis no han dado bien ni un solo día» y la toxina ha frustrado una nueva campaña en Ferrol. Su captura es la «más incontrolada» y destaca Maroño que los profesionales con licencia «no podrían subsistir si dependiesen exclusivamente de ella».