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¿Está Marina Mercante explorando normas para prevenir otro siniestro como el del Villa de Pitanxo?

Aetinape

SOMOS MAR

M.Moralejo

21 may 2022 . Actualizado a las 04:49 h.

La doble investigación que se sigue en torno al naufragio del Villa de Pitanxo obtendrá en su momento los frutos adecuados, pero al mismo tiempo las autoridades deberían estar adoptando las medidas adecuadas para lograr una mayor prevención de la siniestralidad a bordo, ya que la protección de la vida humana debería ser el principal objetivo de las políticas marítimo-pesqueras.

 Al tiempo que la Justicia, por una parte, y la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (que estudia este tipo de casos desde su creación en el 2008) elaboran sus respectivas investigaciones sobre las circunstancias del trágico siniestro, la Dirección General de la Marina Mercante (DGMM) debería estar explorando medidas más sólidas para minimizar los riesgos a bordo.

Medidas como las que ya hemos hecho públicas. Proponemos una reflexión a la Administración y al sector para que, al igual que ocurre en otros países del norte de Europa que ya disponen de ese tipo de normativa, a partir de unas determinadas condiciones meteorológicas (que algunos países establecen de fuerza 8 sobre 40 ó 45 nudos de viento), los buques naveguen a la capa o arriben al puerto más cercano. Esta normativa debería tomarse por consenso entre todos los ámbitos de la pesca, para combinar las condiciones de competitividad entre buques y empresas, con la imprescindible mejora en la seguridad de las personas a bordo. Así, los buques paralizarían su actividad, navegando a la capa o acudiendo de arribada a cualquier puerto cercano, haciendo prevalecer en cualquier caso la seguridad de las personas por encima de la ansiedad productiva.

Otra medida que proponemos es la obligación de construir los nuevos buques con rampas de guillotina, un sistema que incrementa la seguridad de las tripulaciones y del buque. Esta medida ya es obligatoria en Francia y en otros países de la Unión.

Además, los buques pesqueros que faenan en zonas de alto riesgo y aguas gélidas deberían estar dotados de equipamientos tecnológicos punteros, así como botes de rescate insumergibles. Las tripulaciones que faenan en estas aguas debería trabajar con un traje que permita realizar la faena de cubierta con normalidad y que sea intrínsecamente aislante, insumergible y dotado de baliza personal de localización, tal y como ocurre con los chalecos salvavidas. Este tipo de indumentaria permite que en caso de caer al mar, la temperatura de su cuerpo no descienda más de dos grados centígrados tras seis horas en el agua, y permite trabajar a bordo con la adecuada operatividad.

Sea cual sea el resultado de las investigaciones en marcha, este tipo de medidas podían estar fraguándose. Como propuso Aetinape días después del suceso, sería el mejor homenaje que las autoridades podrían hacer a las víctimas del naufragio.